­Quién sabe si el fotógrafo Osuna, que tenía su estudio en la calle Salinas, no tomó la foto desde el pelado monte de Gibralfaro mientras las tropas españolas combatían ya en Cuba. Corría el año 1898 y Málaga se preparaba para entrar en el siglo XX con el relleno de los antiguos terrenos del Puerto. El Parque, al fondo, está sólo en los comienzos.

Osuna hizo la foto para el potente editor de postales Joseph Tomas -en realidad el catalán José Tomás- y esta instantánea es el resultado del ingente y vocacional trabajo de preservación de más de medio millón de negativos, uno de los muchas tareas que realiza el Centro de Tecnología de la Imagen, dependiente de la UMA y desde 1996 con sede en el PTA.

Lo de vocacional se palpa en estos auténticos historiadores de la fotografía, como es el caso de la persona que está al frente, Javier Ramírez y que, no por casualidad, es doctor en Historia. «Creo que la fotografía en blanco y negro es entrañable», destaca. Tiene delante el cartel de una exposición celebrada en Viena y Bratislava en 2012, con fotos recuperadas por el CTI de los inicios del siglo XX en Málaga. Ilustra el cartel un humeante tren saliendo de la estación. «Te sorprende la cantidad de gente que conoce Málaga y a la que le gusta la fotografía histórica».

En 1986 este malagueño tuvo la osadía de montar «un centro de producción audiovisual para la transmisión del conocimiento», dependiente de la UMA, un concepto que en ese tiempo -con las aulas sólo con la tiza y la pizarra, ordenadores con pantallas de fósforo verde y proyectores de diapositivas- era como hablar de ciencia ficción.

Pero en realidad, la faceta de preservación de un fondo fotográfico tan grande como valioso nació casi de casualidad, con motivo de la realización en 1990-91 de la Enciclopedia Electrónica de Andalucía. Toda una novedad para la época que le deparó la medalla de plata en el certamen multimedia de Nueva York.

Lo pudieron comprobar los visitantes de la Expo 92: se instalaron ocho espectaculares máquinas y sin necesidad de botones, con sólo tocar la pantalla tactosensible, se podía leer sobre la historia de la malagueña y escuchar un ejemplo, cantado por Calixto Sánchez. La enciclopedia llevaba una riada de fotografías de los 792 pueblos de la provincia (flora, fauna, gastronomía, monumentos...). Y ahí empezó todo.

Luego vino la colaboración de varios años con el Instituto Fotográfico de Cataluña, «para recuperar y digitalizar el fondo fotográfico relativo a Andalucía». El proceso, que duró unos seis años, permitió digitalizar el fondo fotográfico del mencionado Thomas pero también de la casa Roisin, otra grande de la fotografía. De hecho, lo mejor de la producción de estas dos históricas firmas se reunieron en Málaga, una visión panorámica, un exitoso libro que fue coordinado por Javier Ramírez.

Lo curioso es que en 2002 sorprendieron a los catalanes con una novedosa técnica de digitalización: en lugar de escanear, fotografiar los negativos con cámaras de medio formato. «Aquello les llamó mucho la atención y al final optaron por nuestro procedimiento», destaca el director del CTI.

Con los años, el centro ha ido adquiriendo importantes fondos fotográficos. Junto con el de Thomas y Roisin, los más importante son los de Bienvenido Arenas y Diario 16 Málaga. Con todos ellos está cubierta con fotografías toda la historia de Málaga del siglo XX.

El fondo de Arenas, por ejemplo, recoge todo el trabajo de Juan Arenas y Bienvenido Guirado. El primero de ellos, cuenta Javier Jiménez, era un fotógrafo sevillano que empezó a trabajar en Málaga en 1918 y que desarrolló aquí toda su carrera, trabajando para periódicos -incluido El Caso- y todos tipo de instituciones, además de su estudio. «Vino a trabajar a Málaga por la Guerra de África. Yo creo que desde el punto de vista fotográfico, Málaga es la ciudad más interesante de toda la Península, es un lugar clave», plantea.

Pero el interés del CTI no es el mismo que el del coleccionista. No se limita a atesorar negativos. Su cometido es salvarlos de la destrucción. Por eso están abiertos a todo tipo de donaciones, para que este patrimonio no desaparezca. «Hay que sensibilizar a la sociedad de que estos materiales son documentos y conviene que se conserven. El soporte químico es perecedero, por eso es bueno que exista una institución que los preserve y creo que hoy día en la UMA está la gente más cualificada para tratar la documentación fotográfica histórica», dice el director.

Pero las donaciones, precisa, también pueden incluir fotografías de papel, las más abundantes entre las familias. «Cuando se digitaliza se le da una copia al donante y el material queda a disposición de investigadores y estudiosos».

En el área de archivo y documentación se conservan todos los fondos, a temperatura y humedad constante, en una enorme cámara en la que conviven negativos de celuloide con placas de cristal, fotos de papel y también un archivo de vídeo. Una vez digitalizado el negativo, no se vuelve a tocar y el CTI conserva incluso las cajas originales en las que llegaron. El siguiente paso es la restauración digital de esa imagen y la datación.

Esta compleja labor está a cargo de la coordinadora del área, Mercedes Jiménez, que cuenta con la colaboración de la empresa RAW, premio Spin Off de la Universidad de Málaga, y que está formada por José Bernal, Virginia García y Álvaro Hidalgo.

El pasado miércoles todo el equipo digitalizaba, restauraba y databa parte del kilométrico fondo Arenas. En este caso, fotografías de la Málaga de 1960, como una irreconocible calle Alonso de Palencia, el famoso jardín de los Monos o una exposición de canaricultura en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento.

Consulta por internet Los amantes de las fotografías antiguas de Málaga y Andalucía así como los investigadores están de enhorabuena porque, en los próximos meses, el CTI tiene previsto poner a disposición del público parte de las fotos en una web.

Como detalla Mercedes Jiménez, cada fotografía cuenta «con todos los parámetros de la inscripción archivística», es decir, que en internet aparecerá una completa información de cada instantánea que incluirá, por ejemplo, los nombres de los personajes que aparecen en muchas fotos, lo que facilitará una búsqueda rápida.

Además, el CTI, cuenta con el archivo fotográfico Temboury -distinto del Legado Temboury de la Diputación, porque son las fotos que el estudioso de Málaga realizó personalmente, se prepara para una importante donación- y espera otra importante incorporación: «Estamos en proceso de recoger un material fotográfico coleccionado por Eugenio Chicano a lo largo de su vida. Son unas 500 fotografías, buena parte albúminas de su época italiana y también hay fotos de Laurent. Esto es algo que enriquece el patrimonio de la Universidad y estamos encantados», confiesa Javier Ramírez.

Igual de encantada está la asociación de vecinos del Palo. El CTI le organizó este mes una exposición de fotos del barrio de 1910 a los años 60 y el centro les ha regalado las fotos impresas. «Es la conciencia social lo que está ahí, lo que han vivido, por eso es tan importante», cuenta. Preservar las fotografías es preservar la historia y estos apasionados de la fotografía se encargan de que las imagenes de la Málaga del pasado perduren de por vida.