Eran las once de la mañana del 14 de noviembre de 1989. Los encargados de la fábrica de Fujitsu en Málaga estaban reunidos, como todos los días a esa hora, en una sala de la cuarta planta. Es una estancia con bonitas vistas, desde la que puede verse incluso el mar y que, cuando empieza la jornada, ofrece siempre una bonita estampa del amanecer sobre la ciudad. Pero ese día el cielo está techado de nubes como nunca antes recordaban haber visto.

«Todo empezó a ponerse oscuro, con tonalidades verdes y moradas. Lo recuerdo perfectamente», relata Cristóbal Aragón, uno de los directores de Fujitsu en Málaga. El tenso ambiente entre los trabajadores podía cortarse con un cuchillo. Entonces, de repente, cayó el Diluvio sobre Málaga, que asistió ese día a las peores inundaciones de su historia reciente. Los cielos descargaron 180 litros por metro cuadrado en poco más de una hora acompañados de una espectacular granizada, lo que provocó el caos en la ciudad y el desbordamiento del río Guadalhorce.

«Fue una cantidad de agua tremenda. Las alcantarillas se taponaron y todo el polígono se inundó. La calle está además un poco por encima del nivel de la entrada a la fábrica, por lo que todos los coches que no se llevaron a la zona más alta quedaron cubiertos», apunta Aragón.

Rápidamente se llamó al turno de tarde para ordenarles que no vinieran y se mandó a todo el mundo a casa, aunque hubo algunos trabajadores que se quedaron en el edificio de la fábrica y en el laboratorio de I+D. Las imágenes que el exdirector de Fujitsu conserva en su memoria son impresionantes.

«El agua entraba en los almacenes y en las oficinas de la planta baja, a pesar de que el edificio principal está dos metros por encima del suelo. Las cajas y los componentes flotaban. Intentamos formar una cadena humana para salvar ese material y subirlo más arriba pero era imposible. Tuvimos que dejarlo porque el agua nos empezaba a cubrir. Incluso las bombas de agua se tornaron del revés, por la fuerza de la riada», explica. Algunos de los trabajadores que permanecieron en Fujitsu fueron rescatados a las cinco de la madrugada por el Ejército. Otros tuvieron que esperar incluso hasta la mañana siguiente.

Las pérdidas económicas en Fujitsu fueron cuantiosas, y durante casi un mes los casi 700 empleados que por entonces había en la fábrica estuvieron limpiando y sacando barro equipados con impermeables amarillos. Fue una tarea ímproba que permitió restablecer la producción en un tiempo récord de dos meses. Fujitsu sobrevivió a la riada, aunque el temor rondó a la plantilla durante un tiempo. «Había miedo de que Fujitsu decidiera marcharse de Málaga porque además era la época en que las impresoras matriciales que fabricábamos estaban dando paso a las de inyección. Estábamos asustados pero al final no pasó nada», concluye Aragón.