­Miedo, inseguridad e indignación. Eran las palabras más escuchadas ayer en los pasillos de los centros sanitarios malagueños, donde la noticia del contagio de una trabajadora del Carlos III de Madrid ha sorprendido a propios y a extraños.

Si bien el lunes por la tarde la noticia corrió como la pólvora, ayer por la mañana era el tema de conversación en las salas de esperas, en las cafeterías de los hospitales y en los puestos de control. El caso positivo de una auxiliar de enfermería que atendió al sacerdote Manuel García Viejo ha creado dudas en el personal sanitario malagueño sobre si los protocolos y medios preventivos han sido suficientes.

«Si llega un caso, yo no voy a mi casa», señalaba ayer a este periódico un trabajador de la sanidad malagueña, que advertía de que cumplirá con su deber pero no en detrimento de la salud de su familia. Otro experto, en este caso de atención primaria, demandaba más formación al verla insuficiente en los centros de salud, a donde la formación ha llegado de manos de los propios trabajadores. «Se ha formado a uno para que nos lo explique al resto. Necesitamos más datos y que nos digan cómo se ponen los trajes en caso de una sospecha», destacaba otro.

La provincia de Málaga vivió un ensayo el pasado 30 de agosto cuando un hombre de nacionalidad nigeriana que había regresado de su país hacía unos días se presentó en Carlos Haya, derivado de Antequera, con algunos de los síntomas. Aunque finalmente se descartó el ébola y se confirmó la malaria, la sanidad malagueña evidenció que no estaba preparada para asumir un caso del virus, altamente contagioso. A raíz de la denuncia de sindicatos y trabajadores, la Delegación de Salud en Málaga ordenó formar a todos los profesionales sanitarios -en primer lugar y en especial a aquellos que tratarían con los posibles casos, como los de urgencias o infecciosos-. A fecha de hoy los cursos de formación continúan por toda la provincia a cargo del área de prevención en riesgos laborales. En estos cursos, que duran alrededor de dos horas, los profesionales aprenden a detectar la enfermedad según su sintomatología -fiebre, vómitos y diarrea con sangre y cefaleas-, además de a evitar el contagio durante el tratamiento. Los formadores les enseñan a ponerse los trajes de protección EPI y, sobre todo, a quitárselos sin contaminarse.

Pero los profesionales quieren más formación y, sobre todo, más medios, ante una enfermedad de la que se sabe poco. Ayer se conoció que la auxiliar de enfermería estuvo protegida en todo momento y que no hubo ningún fallo en la manipulación del paciente. Por este motivo, los trabajadores de la sanidad malagueña se preguntan si las medidas impuestas por Salud son suficientes para evitar el contagio en caso de que se dé una nueva sospecha en la provincia.

Fuentes de la Junta advirtieron ayer de que los protocolos puestos en marcha tanto en Málaga como en Andalucía cumplen los exigidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el resto del mundo.

El delegado de Igualdad, Salud y Políticas Sociales en Málaga, Daniel Pérez, pidió tranquilidad ante el caso positivo de la Comunidad de Madrid. «Estamos en alerta, porque es una situación que genera mucha alarma, pero al haber tenido una de las primeras alarmas en la provincia de Málaga tenemos todos los protocolos actualizados», insistió, mientras afirmó que «nunca existe un riesgo cero, pero sí hay que minimizar que se pueda dar un caso de ébola».

Ayer, más de 200 profesionales se reunieron a las puertas del Hospital Carlos Haya para apoyar a la mujer infectada y para exigir la dimisión de la ministra de Sanidad, Ana Mato, a la que acusan de haber dirigido mal la crisis sanitaria y para exigirle que forme bien a sus trabajadores. El secretario de CCOO en el complejo sanitario, Juan Antonio Torres, destacó que a pesar del miedo de los trabajadores a que llegue una nueva sospecha a Málaga, están concienciados de que hay que cumplir todas las medidas de seguridad.

Tras recorrer todas las áreas del hospital, manifestó que los trabajadores han pedido más disciplina en protección y en los controles. «Es difícil de valorar, lo fácil es decir que la culpa es de la trabajadora pero hay que tener en cuenta que son tiempos duros, de recortes de personal y con una gran presión asistencial por lo que hay menos tiempo para formarte y estar informado», señaló, al tiempo que recordó que la mujer se ofreció voluntaria para tratar al sacerdote que hacía de misionero en Sierra Leona, «algo a valorar».

El Sindicato de Enfermería, Satse, también ha reclamado una aclaración sobre las circunstancias del contagio del virus para que, una vez conocida, se depuren las responsabilidades correspondientes. «Todo apunta a que ha existido improvisación por parte de las autoridades sanitarias y que tampoco se han cumplido convenientemente los procesos necesarios de información y adiestramiento», apuntaron, al tiempo que pidieron que se revisen los protocolos.

CSIF Málaga pidió igualmente a la administración que forme e informe adecuadamente y sin condiciones a los profesionales.