La Opinión adelantó la noticia en la noche del pasado martes: el retrato de Bernardo de Gálvez pintado por Carlos Monserrate acababa de entrar en el almacén del Capitolio de Washington. Objetivo conseguido para la Asociación Bernardo de Gálvez, el colectivo malagueño que, desde su fundación en 2008, trata de divulgar la figura del general malagueño nacido en Macharaviaya en 1746 y fallecido cuarenta años más tarde en México, cuando era virrey de Nueva España y teniente general de los Ejércitos. Gálvez fue además un héroe de la independencia norteamericana por haber acabado con el flanco sur de las fuerzas inglesas en Norteamérica.

La asociación es además la responsable de haber sacado del desconocimiento generalizado a Bernardo de Gálvez. Ahora se habla del malagueño más que nunca.

«En mi casa lo conocía desde pequeño porque mi padre era militar, muy aficionado a la historia y coincidió además de que en los años 50 Sebastián Souvirón publicó un libro sobre él», recuerda Manuel Olmedo, vicepresidente de la Asociación Bernardo de Gálvez, académico de San Telmo y académico correspondiente de la Historia.

Su primera iniciativa sobre Gálvez fue un proyecto presentado en 2006 junto con el académico Francisco Cabrera en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo con varias iniciativas, entre ellas colocar una lápida conmemorativa donde está enterrado, en la iglesia de San Fernando de la capital mexicana; erigir un monumento a los Gálvez en Málaga; ciclos de conferencias y una congreso internacional sobre Bernardo de Gálvez.

Al mismo tiempo los académicos, que estuvieron reuniendo documentación los años anteriores, comprobaron que en la historia de Gálvez «había lagunas y afirmaciones que muchas veces podían deberse al entusiasmo por el personaje y otras por el interés de crear un ambiente misterioso», como el bulo de que murió envenenado, cuando la verdad es que falleció a causa de una enfermedad intestinal que contrajo en 1777 «y le acompañaría toda su vida».

Esas primeras preocupaciones por recuperar la figura del estadista malagueño dieron como fruto en 2008 la Asociación Cultural Bernardo de Gálvez, cuyo primer presidente fue Enrique Ferrer, un apasionado de la Historia de Málaga que falleció a los pocos meses. La asociación tiene hoy unos 90 socios.

En ese primer año, ya colaboró con la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Málaga y la Fundación Málaga en el homenaje a Gálvez en México, con la colocación de la placa conmemorativa en su tumba. «El padre Cacho, sacerdote malagueño pasionista destinado en México nos hizo fotos del lugar donde reposaban los restos de Bernardo de Gálvez. Las fotos nos provocaron una enorme indignación porque no había el más mínimo recuerdo», destaca Olmedo. La lápida malagueña de 180 kilos de bronce fue colocada en un solemne acto.

En 2008 tiene lugar también un descubrimiento vital, que luego será publicado en 2010 en la revista Péndulo. Manuel Olmedo localiza en el Archivo de Indias varias cartas del Oliver Pollock, un amigo de Bernardo de Gálvez que financia a los rebeldes americanos, en las que elogia al malagueño. En una de ellas «le pide permiso para encargarle un retrato para que cuelgue del congreso americano».

La segunda parte de esta historia lo localiza Manuel Olmedo un año más tarde en los archivos estatales de Estados Unidos: el visto bueno del Congreso para que ese retrato se cuelgue «en la pared de la Casa del Presidente». La carta, firmada por el secretario de Estado norteamericano John Jay, está fechada el 9 de mayo de 1783.

El malagueño Miguel Ángel Gálvez, presidente de la asociación Bernardo de Gálvez, destaca a La Opinión que la localización de estas dos cartas ha sido lo que ha abierto las puertas del Capitolio de los Estados Unidos. «Se dan cuenta de que hace 231 años el Congreso había aprobado que el retrato de Bernardo de Gálvez estuviera en el Congreso. El retrato se perdió en los Estados Unidos, no sé si por el cambio de sede, de Filadelfia a Washington o Nueva York. Posiblemente», explica.

La acción decisiva en la capital norteamericana la lleva a cabo Teresa Valcarce Graciani, una malagueña nacida en El Ferrol y residente en Washington, que entra en contacto con la asociación y logra, tras año y medio de gestiones, que el Congreso acepte el retrato de Gálvez que la asociación encarga al pintor malagueño Carlos Monserrate. Entre medias, el sorprendente y rotundo respaldo de 4,5 millones de personas a esta iniciativa. Adhesiones reunidas en solo 14 horas y entre ellas, las de los Hijos y Hijas de la Revolución Americana.

«El cuadro de Gálvez es mi humilde regalo a España y a los españoles», declaraba el pasado jueves Teresa Valcarce en una entrevista a este diario.

«Nuestra gratitud hacia Teresa es infinita porque gracias a ella hemos podido culminar un hito», comenta Miguel Ángel Gálvez, que también quiere subrayar que, junto con la asociación que preside, han estado trabajando por la memoria del estadista de Macharaviaya «otros grupos culturales y universitarios, porque no queremos monopolizar esta historia», subraya.

Pero las actividades de la asociación no sólo se han centrado en este importante objetivo. Además de conferencias, mesas de debates o conciertos, la asociación ha ofrecido la representación, a cargo de Eduardo Nieto, del entremés Jarabe de pico, escrito por un veinteañero Bernardo de Gálvez. El documento fue localizado por Manuel Olmedo en el Archivo Histórico del Ayuntamiento de Madrid.

La labor de la asociación también ha tenido el respaldo de las instituciones malagueñas. Además de la Diputación, cuyo presidente entregó el retrato de Gálvez en la Embajada de España en Washington, el Ayuntamiento de Málaga ha anunciado un monumento a los Gálvez en la Explanada de la Estación, espacio que llevará el nombre de plaza de los Gálvez.

«El otro día hablé con el escultor Jaime Pimentel y me dijo que ya tiene lista la figura de Bernardo de Gálvez, el conjunto monumental va por buen camino», cuenta Miguel Ángel Gálvez. La obra, en principio, incluirá las figuras de Bernardo, así como de sus tíos José y Miguel y su padre Matías de Gálvez.

Con la expectativa de la colgadura del cuadro de Gálvez en el Capitolio, quizás para finales de diciembre, la provincia de Málaga, como cuna de este héroe, puede empezar a tener un peso inesperado en los Estados Unidos. Pero la proyección de Málaga al otro lado del charco es un camino cuyos pasos «tendrán que dar las instituciones, nosotros hemos hecho lo que debíamos», cuenta el presidente de la asociación.

La carrera de Bernardo de Gálvez se presume larga y exitosa en este siglo XXI.