Las secuelas del cáncer son, en ocasiones, infinitas. Muchas dependen de la propia enfermedad y muchas otras vienen derivadas de sus agresivos tratamientos, que destruyen células y tejidos ocasionando graves daños en la salud de los pacientes.

Precisamente estos perjuicios en la salud hicieron que hace un año y medio Guillermo Prieto se decidiese a crear el laboratorio Alco, una empresa dedicada a la creación de cosméticos naturales para pacientes oncológicos. Tras superar dos tumores, Prieto ya había sufrido en su propia piel las complicaciones de la quimioterapia y de la radioterapia. Pero lo que realmente le empujó a crear estos productos dermoestéticos fue un nuevo envite de la vida: el cáncer de su mujer. Entonces se lió la manta a la cabeza y contactó con laboratorios y farmacéuticos que le guiaron sobre cómo actuar. El resultado, un año y medio después es Anna Luna, una firma de cosméticos indicados para pacientes oncológicos con secuelas de la radiación y la agresividad de la quimioterapia. «Te destroza la piel, te matas las células buenas y las malas, reseca las fosas nasales, se caen las uñas y el pelo, es terrible», cuenta el responsable, que recuerda que entonces en un periplo por todos los laboratorios y marcas no encontró ninguna crema que fuese 100% natural. «No puedes envenenar al cuerpo más», afirma.

Por eso, empezaron a investigar. Necesitaban cremas libres de parabenes, colorantes, metales pesados, alcoholes, perfumes y conservantes. «Empezamos a hablar con oncólogos y radiólogos, les enseñamos la formulación y les pareció una idea fantástica», cuenta.

Los productos son novedosos y la empresa, con sede en la zona de Martín Carpena, ya ha dado el salto internacional. Un hospital privado de Helsinki y otro de Oslo ya han probado los productos y están a la espera de hacer un pedido. De momento venden gel, leche hidratante, agua biológica, aceite de rosa mosqueta y serum. Mientras siguen probando otros que verán la luz en las próximas semanas, como el hidratante para la sequedad nasal. Al no tener conservantes, el tiempo de vida del producto es menor al de cualquier otro tipo de crema. En lugar de siete años duran alrededor de dos años y medio por sus características especiales.

Desde que surgió la idea y hasta que se puso en marcha, pasaron por un periodo de pruebas con sobres de muestras. «Los pacientes iban a la oficina y nos pedían más. Están encantados, los efectos en la piel son muy positivos», señala el director de Alco Laboratorios, consciente de que son miles los pacientes a los que pueden ayudar, pues no sólo pueden emplearlas quiénes están en tratamiento, sino que también aquellos que ya han superado la enfermedad. También está indicado para personas con pieles sensibles o que no quieren que sus cremas incluyan otros elementos más allá de los imprescindibles. Los precios oscilan entre los 6 y los 14 euros y la venta en es exclusiva en farmacias.

Cursos y talleres

Aunque la marca Anna Luna es netamente malagueña, el laboratorio está de momento en Alicante, pero no descartan traerlo a la provincia cuando consigan todos los productos pertinentes. Además, ahora negocian con farmacias y hospitales para dar cursos a los profesionales para que conozcan los beneficios de esta nueva cosmética y para ofrecer otros servicios complementarios para minimizar los efectos negativos de los tratamientos oncológicos de una forma profesional y en un entorno controlado.

Algunos de estos servicios son la aplicación de productos siguiendo especificaciones médicas de cada paciente para el cuidado de la piel, el tratamiento de cuero cabelludo, la adaptación de pelucas, cejas, pestañas, psicooncología, terapias de grupo, masaje linfático, nutrición y Oncodietética, micropigmentación, micromesoterapia, yoga o acupuntura.