Las 57 hectáreas del parque periurbano de la Virreina se abrieron en 2003 con una inversión de 3 millones de euros de la Unión Europea. En todo este tiempo, el Ayuntamiento no ha sabido muy bien qué hacer con él salvo, en líneas generales, dejarlo a su aire.

Con la excepción del primer tramo de entrada, el resto parece mantenerse así, a su aire, y eso tiene sus inconvenientes, como dan prueba la amplia red de caminos resquebrajados y los cíclicos aportes de basura de los vecinos menos cívicos.

Cuando el escritor Luis Melero pasea por estos caminos lo hace por el paisaje de su infancia. «De niño lo he recorrido todo y aunque no soy consciente de haber pasado hambre, todos mis juegos eran ir a robar algo, robar higos», explica. Luis Melero señala la única casa que queda en pie de la antigua finca de la Virreina, reconstruida por el Ayuntamiento y hoy, incubadora de empresas.

La relación del autor de novelas tan recordadas como Cal viva o La desbandá con este espacio de olivos y algarrobos, tomillo y romero, también tuvo su parte institucional hace casi 20 años, cuando el entonces concejal de Urbanismo, el hoy alcalde Francisco de la Torre, le encargó buscar un lugar para un anfiteatro. Lo encontró en una de las suaves lomas de este parque periurbano, con vistas envidiables de Málaga: en lugar de Asia, Europa y Estambul, como en La canción del pirata, el parque tiene a un lado Ciudad Jardín, al otro el Monte Coronado y enfrente, los verdores de La Concepción.

El paso de los años y la constatación de que esta zona verde no sale de su parálisis, a pesar de ser el doble de grande que el Campamento Benítez (28 hectáreas), donde sí están puestas las miras institucionales, han animado al autor a lanzar una propuesta: «Hay un parque romántico en Coimbra que es incomparablemente más pequeño lleno de colinas, y a mí hace muchos años se me ocurre que a este parque de La Virreina se le podría sacar dinero, aunque habría que invertir mínimamente».

Luis Melero destaca que salvo Madrid, no hay una ciudad española «con un parque de estas dimensiones» pegado al casco urbano. Y mientras camina, el escritor señala al norte, en la zona limítrofe con la autovía, unas lomas que, propone, podrían acoger un parque acuático. «El sitio sería un parque acuático ideal y además le haría muchísima propaganda a Málaga».

En su opinión, hay terreno suficiente para compartir el parque, además, con un parque de atracciones como el de la capital de España e incluso instalaciones del tipo de Faunia, el parque zoológico de Madrid. Además, señala que la zona verde podría contar «con cinco ventas», suficientes para llenar de vida un parque periurbano en el que en la actualidad es muy raro cruzarse con más de cinco personas durante un paseo largo y en el que tampoco es muy seguro andar solo -y quizás esta sea la causa de la escasez de personal más que la amplitud de los terrenos-.

La segunda mujer de Matías de Gálvez. Luis Melero también recuerda la teoría que barajaba el desaparecido Antonio Canca, policía y experto en la historia de Málaga, de que esta finca hubiera pertenecido a Ana de Zayas, segunda mujer de Matías de Gálvez. «Según Canca esta finca era suya y tenía un castillo allí arriba -señala- yo recuerdo haber visto ahí de niño unos arcos, a lo mejor era una simple alquería o un cortijo», cuenta.

En todo caso, otro elemento atractivo para este espacio verde. Y ahora llega la pregunta del millón: ¿Cómo echar a andar una propuesta así? Para Luis Melero, sería imprescindible la creación «de un comisariado independiente, algo así como una asociación ciudadana que contactara con las empresas». De paso, la iniciativa privada se encargaría de repoblar el parque.

A su juicio, la inversión municipal sería mínima con el respaldo privado y sólo tendría que hacer obras como el arreglo de los caminos, hoy en una buena parte impracticables e incluso con riesgo para los paseantes en muchos tramos ya que aparecen roturados por torrenteras de respetable profundidad.

«La gestión se realizaría mediante concesiones», destaca, y en cuanto a la gestión, cree que gestionado de forma adecuada sería un éxito, «porque en Málaga hace falta un parque de atracciones».

Luis Melero desciende por una colina llena de basura y profundas grietas hasta La Palma. Lanza la propuesta y confía en que este paisaje de su infancia sea algún día algo más que un parque abandonado a su suerte.