E l primer miembro de esta familia de industriales, Juan Laperia, vino desde Bergerac (Francia) y se estableció en nuestra ciudad en 1752, construyendo una extensa nava de tres pisos en la calle Vendeja, número 11 -donde se encuentra actualmente un garaje-. Al principio del siglo XX, la sociedad estaba formada por dos hermanos, Nicolás y Adolfo. En 1917 decidieron separarse, y al primero, que estaba casado con Catalina Picasso, hermana de la madre del pintor, se dedicó al cultivo, comercialización y exportación de la pasa en Campanillas.

El segundo de los hermanos, con sus hijos, Adolfo, Antonio y José Lapeira Meliveo, decidieron instalar la nueva sede industrial en el barrio de Huelin, aprovechando que eran propietarios de un solar desde 1912, que habían comprado a los Larios en el llamado jardín de Aclimatación.

La fábrica fue inaugurada a mediados de 1918. Estaba ubicada en la calle Góngora, pero sus fachadas laterales daban a dos calles, las actuales Héroe de Sostoa y de Ayala. Según los planos de Fernando Guerrero Strachan -quien, además dirigió el proyecto junto con el maestro de obras Enrique Baena Gómez-, observamos que había un cuerpo central con la entrada principal seguido de un gran patio; a ambos lados de dicho cuerpo se desarrollaban dos grandes naves de diferente longitud. La más pequeña, como veremos más adelante, fue prolongada en 1946.

Desde su inauguración y hasta su clausura en 1982, la calle Góngora -anterior Acequia de Labradores- fue propiedad particular de los propietarios de la fábrica; observamos en una fotografía de la fachada principal, un muro con una cancela que protegía el acceso a dicha calle y a la fábrica. La puerta de la cancela que daba a la actual calle de Héroe de Sostoa estaba abierta, y la que daba a la calle Ayala cerrada, con objeto de que no hubiese circulación, y así no perder los derechos de propiedad de la referida calle.

La fábrica se dedicaba a la elaboración de envases metálicos litografiados y troquelados, recipientes de hojalata, cajas de madera, carteles y anuncios. Su principal misión era proveer y suministrar cajas metálicas litografiadas a las marcas cuyos productos tenían que viajar al extranjero debidamente envasados y embalados: chocolates, frutos secos, pasas, vinos, carne membrillo, etc. Fue la empresa más moderna de España en su género en esa época; al principio la maquinaria era nacional, pero a partir de los años sesenta, trajeron de Italia otras máquinas automáticas. Considerada como un ejemplo de industrialización, por la avanzada técnica de sus productos fabriles, y la originalidad y vanguardia de su edificio.

Las dos naves que tenia la fábrica, la de la derecha, que medía 105 metros de largo, 25 de ancho por 50 metros de altura, estaba dedicada a los envases metálicos, y la de la izquierda de 50 metros de largo, a la elaboración de las cajas de madera.

El patio situado entre ambas naves industriales medía 50 metros, y en él se realizaban las operaciones de carga y descarga. Las chapas metálicas, al principio, las traían de Inglaterra; después las enviaban de los Altos Hornos de Vizcaya. En estas chapas se litografiaban y troquelaban envases para aceites, chocolates, galletas, conservas de pescados, de carnes, hortalizas y legumbres.

Estos recipientes metálicos se introducían en cajas de maderas que al principio eran traídas de Galicia, pero pronto se utilizó la nave izquierda, que era la más pequeña, para fabricarlas. En esta nave estaba instalada una máquina especial, la cual, a fuego grababa, en las cajas de madera, el nombre de las diferentes marcas malagueñas que las adquirían: para frutos secos, Gross, Bevan; vinos: López Hermanos, Larios, Reims, etc. También fabricaban placas litografiadas y troqueladas para anuncios de cervezas, vinos y pasas.

Para dar una idea de la importancia de esta industria, diremos que, en 1935 tenían 210 empleados dedicados a la fabricación de envases metálicos, y 50 en la nave que producía las cajas de madera.

Este proyecto originario fue alterado al efectuarse la reconstrucción, después de un incendio ocurrido en 1946 en la nave izquierda, en la sección de embalaje de madera, quedando los muros de cemento. Cuando se levantó de nuevo la nave se hizo de la misma longitud que la de la derecha, es decir, de 105 metros; y el techo de uralita se cambió en las dos naves, y se puso de mampostería, de cemento. El arquitecto que dirigió las obras de reconstrucción fue Enrique Atencia.

En 1982 se clausuró la fábrica; en esos momentos trabajaban 150 obreros. El cierre lo propició, además de los altos niveles de impuesto de la Seguridad Social, las nuevas tecnologías que pusieron de moda los envases de plástico, muchísimos más baratos que los metálicos.

Al estar el edificio protegido artísticamente, dada la calidad de la obra, y por ser su autor Fernando Guerrero Strachan, al venderlo, su comprador tenía que conservar su estructura y su fachada, y por tanto, no podía ser utilizada para otra cosa que como nave industrial. Así fue adquirido y rehabilitado para centro comercial en 1987, albergando las instalaciones del supermercado Gaybo. Años después, lo adquirió la empresa de El Corte Inglés, quien instaló el supermercado Opencor, que aun continúa.