El algecireño Florencio Ruiz Lara, Flores El Gaditano, es la simpatía personificada. Los sucesos más tristes de su vida los reviste de comentarios que borran cualquier rastro de gravedad, por eso, cuando se le recuerda que nació en 1921, señala a continuación: «¡Si yo he vivido más guerras que Prim!».

El próximo sábado 29 de noviembre, a las 20 horas, la Peña Álora-Gibralfaro proyectará un documental sobre su vida en el que intervienen personajes como Paco de Lucía. En su haber tiene 1.200 canciones que han sido interpretadas por artistas como Antonio Molina, Manolo Escobar, Juanito Valderrama o Isabel Pantoja, hija de su compañero de trío artístico. Pero sin duda, su creación más famosa es Qué bonita es mi niña, una canción de la que dice, «nunca he cobrado un duro». Con 94 años, tiene la mente fresca de recuerdos. Aquí van algunos.

Hasta los 15 años, su vida transcurrió en el campo, cerca de Algeciras, donde su padre trabajaba como guarda forestal. «Mi madre tuvo 15 hijos pero teníamos para vivir y un campo con caballos, cochinos, colmenas... la guerra fue lo que nos dejó sin nada. Tenía un maestro particular en Algeciras, de pronto vimos tropas en la calle y el maestro me dijo, ´mejor seguimos mañana´. No lo volví a ver en la vida».

Quinceañero y en 1936, un día se acercó con otros compañeros al muelle de la ciudad a curiosear en un vagón militar precintado. Esta travesura le costó que los nacionales le endosaran año y medio de cárcel, pese a ser menor de edad y no entender nada de política. «Lo pasé muy mal, aquello daba pena, se sentaban en un patio, se caían cuatro o cinco al suelo y ya no los veíamos más». Pero también reflexiona sobre esos malos momentos y tres operaciones a vida o muerte por las que ha pasado «y me he escapado» y concluye: «Siempre he dicho que yo no soy el que hago las cosas y me salen bien sino que hay una cosa por encima que es la que me guía».

Tras la dura experiencia de la cárcel, pocos años después, ya concluida la Guerra Civil, el joven Flores se encontró con el problema de que no había hecho la mili. «La Guardia Civil me llevó al cuartel, conté unas cuantas verdades y mentiras y me mandaron de arresto menor a mi casa. Pensé que me iban a meter en un campo de concentración, así que cogí 7 pesetas, me fui a Málaga y fue para mí una bendición».

Allí pasó dos años (llegó hacia 1944 ó 45, calcula). A los dos días ya había entrado a trabajar en la venta Los Flaquillos, camino del Palo. «Yo no era un cantaor veterano pero conocía todos los cantes bien. En la venta había un reservado con cantaores y allí me fui. Aquella misma noche me dieron 7 duros y no me moví de esa venta».

Flores confiesa tener a Málaga «un cariño inmenso porque me salvó casi la vida« y en nuestra ciudad comenzó su carrera artística. De hecho, le dedicó la canción Málaga es la que brilla. De esos tiempos primerizos recuerda lo poco que le gustaba cantar en público: «Yo estaba acostumbrado a las fiestas, pero ante el público, en un escenario...». Por eso recuerda su actuación en una ocasión en el Teatro Lara: «Canté y como el público era muy bueno, me aplaudió mucho pero fue debú y despedida». También estuvo contratado en un café cantante con el cantaor El Galleta de Málaga, a quien años después le consiguió que grabara con la casa Hispavox.

A Flores le cambió la vida una tarde cuando fue a un cine de verano en la plaza de toros de Algeciras: «Vi cantar a un tío y me quedé pensando, ¿por qué no se podía tener un trío flamenco? Y se me metió en la cabeza». Y así, tras formar un dúo con el cantaor Jarrito, fue fraguando esa idea.

Un buen día se topó en una peña de Algeciras con sus compañeros Manuel Molina (futuro padre de Manuel, del dúo Lole y Manuel) y Juan Pantoja El Chiquetete (futuro padre de Isabel Pantoja). «En esa época estábamos los tres solteros», aclara. Sus amigos le pidieron que cantara por alegrías «y se armó un alboroto». Al final de la noche el dueño de la peña le contrató por 15 duros diarios.

Fue Flores quien animó a sus compañeros a dar el salto a Madrid y formar el trío Los Gaditanos, llamado así y no Los Algecireños, por exigencia de un empresario. «A mí me hubiera dado igual que nos llamáramos Los Rusos o Los Indios, yo lo que quería era coger el dinero», aclara entre risas.

Y hablando de pecunio, sus dos paisanos le respondieron que estaban sin blanca, así que Flores tuvo que tomar una decisión: «Tenía una fe tremenda en el trío flamenco, así que con las 2.100 pesetas que mi novia Javiera, luego mi mujer, tenía guardadas, me los llevé a Madrid».

En la capital de España reciben el apoyo de Lola Flores y Manolo Caracol y su carrera artística sube como la espuma. Buena culpa del éxito son las canciones que compone Flores El Gaditano, entre ellas la más famosa de todas, Qué bonita es mi niña.

Con Lola Flores están dos años, actúan entre Madrid y Barcelona y como recuerda el artista de Algeciras: «Juan Pantoja conoció a un chica en un espectáculo y se casó con ella. La Pantoja nació porque yo triunfé, si no, no existe la Pantoja». La futura tonadillera, por cierto, incluiría Qué es bonita es mi niña en su repertorio. Flores recuerda a Isabel Pantoja, siendo una niña, al lado de su padre y cómo, cuando este enfermó, Flores le siguió ayudando con actuaciones cuyo dinero entregaba a los Pantoja.

El cantante algecireño también ha tenido una rica carrera en solitario. Entre los artistas con los que ha compartido escenario destacan la Niña de la Puebla, Luquitas de Marchena, Pepe Marchena y Juanito Valderrama. «Una vida entera de lucha que podía haber sido menos lucha si no me roban la niña», es decir, su canción, pues el cantaor cuenta que padeció una estafa, hasta que le reconocieron la propiedad intelectual. «Pero me da igual, con el dinero se compra la comodidad pero no la formalidad, la honra ni la dignidad; con eso hay que nacer», argumenta.

Flores guarda muchos gratos momentos en la memoria: su actuación ante la recién fallecida duquesa de Alba o la abuela del actual rey, Doña María de las Mercedes («le canté todos los palos del flamenco»); su amistad y actuaciones con el padre de Paco de Lucía; la participación en la Magna Antología del Flamenco; sus discos; los retratos dedicados de los reyes Felipe y Leticia.. y también sus numerosos libros, entre ellos una novela del Oeste que si no se llevó al cine (se lo propuso el hermano de Cesáreo González) fue porque en esos tiempos no se estilaba tanta violencia.

En octubre, la asociación malagueña Utopía de las Artes le nombró socio de honor. Flores acudió a Málaga a recibir el reconocimiento, así como el premio de Sentir Málaga. En el centro cultural provincial de Ollerías se proyectó el documental sobre su vida, una película que se volverá a proyectar, con la asistencia del propio Flores, el próximo sábado 29 en la peña Álora-Gibralfaro a las 20 horas (entrada libre hasta completar aforo). El artista, a los 94 años, se despide con esta frase: «Iré a Málaga con mucha alegría porque estoy muy agradecido. No sé la vida que me queda, pero la voy a intentar rebañar mucho».