­«Por lo demás, que venga lo que venga, y que sea como Dios quiera, pero será con las botas puestas, eso seguro». La frase corresponde al último concierto de la cantante sevillana Isabel Pantoja, que tuvo lugar el 18 de octubre en Huércal-Overa (Almería). A las ocho de la mañana de ayer, ese negro presagio se cumplió, cuando la artista llegó, a bordo de un Mercedes gris y acompañada de su hermano Agustín, que acabó llorando, a la sevillana cárcel de Alcalá de Guadaira en medio de una gran expectación periodística y con fuertes medidas de seguridad para cumplir los dos años de cárcel por blanqueo de capitales que le ha impuesto la Audiencia de Málaga.

Sin embargo, la sevillana podría empezar a disfrutar de permisos en mayo, una vez que haya transcurrido un cuarto de su condena, y en julio ya podría solicitar el tercer grado, lo que le permitiría ir a prisión sólo a dormir o hacer vida normal con la ya conocida pulsera telemática, aunque tendrá que cumplir una serie de requisitos.

En el coche, conducido por un chófer, su hermano iba de copiloto. Luego, dos funcionarias la acompañaron hasta la puerta del presidio. La cantante llevaba gafas de sol y su rostro denotaba la tensión del momento. Llevaba un gran bolso negro colgado al hombro que se pudo ver cuando la sevillana, sentenciada por lavar entre 2003 y 2005 dinero procedente de las actividades delictivas de su expareja, el exalcalde marbellí Julián Muñoz, recorría los últimos metros antes de ser engullida por la realidad carcelaria.

Ya en la cárcel, a la que llegó desde su finca de Medina Sidonia, la Cantora, la artista entró en el área de ingreso, donde el médico de guardia la auscultó. También fue identificada, pesada y medida, y se le hizo la ficha con la correspondiente fotografía digital.

A lo largo de la mañana la visitó el equipo de tratamiento, como por otro lado ocurre con todos los presos del país. Estaba programada la visita de un psicólogo y un médico, al igual que la de un trabajador social, según confirmaron fuentes de su entorno a Efe. Entre todos ellos decidirán cuál será el módulo más adecuado para ella.

La sevillana llevaba en su poder los certificados sobre la medicación que toma, y ahora los facultativos han de valorar su estado y el tratamiento. Según las fuentes, la cantante lleva meses deprimida y tiene problemas de claustrofobia, por lo que no se descarta la posibilidad de que pase algún que otro día en la enfermería.

Su abogado, José Ángel Galán, explicó ayer que su cliente ya necesitaba cumplir la pena y había asumido su destino. En Cantora, la finca en la que vivió con su marido, el fallecido torero Paquirri, ha estado acompañada de sus hijos Kiko e Isabel.

En los últimos meses lanzaba numerosos mensajes a su público sobre el futuro presidiario que le esperaba, una vez que la Audiencia malagueña se negó a suspenderle la ejecución de la condena, pese a que tenía derecho a ello, lo que ha sido muy criticado por varias fuentes jurídicas consultadas por este periódico, que insisten en que debía haber pagado mucho antes la multa de 1,14 millones de euros.

El 11 de octubre, en uno de sus recitales dijo: «Que Dios reparta suerte». Su público gritaba: «Viva la Pantoja», y ella respondía: «Viva, pese a quien le pese».

Ahora, su horizonte se reduce a salir cuanto antes de permiso. Podrá hacerlo a partir de mayo, ya que para entonces habrá cumplido un cuarto de la condena, pero para ello debe ser clasificada en segundo grado y recibir el ok del equipo técnico de la cárcel.

El caso del expresidente balear Jaume Matas podría beneficiarla, pues a él se le concedió el tercer grado al cumplir un tercio de su pena, lo que en el caso de Pantoja ocurriría a partir de julio. Será Instituciones Penitenciarias la que decida al respecto, teniendo en cuenta que ya ha abonado 147.000 euros de la multa y ha pedido fraccionar el pago en 210.000 euros al trimestre.

En cuanto a los permisos, para los que debe acreditar buena conducta, podría disfrutar de hasta 36 días al año distribuidos en 18 al semestre. El periodo de salida puede llegar a la semana para preparar su vuelta a la libertad. Además del visto bueno de la Junta de Tratamiento del penal, Pantoja deberá tener el sí del juez de Vigilancia Penitenciaria de Sevilla. Si la prisión se lo rechazara, el recurso debería presentarlo ante él y, subsidiariamente, ante la Audiencia Provincial.

Para conceder estos permisos se tienen en cuenta aspectos como la trayectoria delictiva, el riesgo de fuga, la personalidad, la posibilidad de volver a delinquir o de que el permiso pueda repercutir negativamente en la afectada.

Con el fin de lograrlos, podría invocar incluso el caso de Luis Roldán, a quien la Audiencia Provincial le concedió en 2005 la aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario, que permite salir todos los días unas horas.

Pantoja, por cierto, envió ayer una corona de flores a la capilla ardiente de la duquesa de Alba, y el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, aseguró que la entrada en prisión de la artista demuestra que «en España las instituciones funcionan».