­Hojarasca, ramas quebradas, bolsas de plástico, fragmentos de material circulando por el suelo. Los barrios de Churriana y Playamar, en Málaga y en Torremolinos, amanecieron ayer regados de desperfectos. Casi como si el tiempo se hubiera negado a avanzar e insistiera en el temporal del sábado, en el que el viento esparció cientos de kilos de basura por las calles. La estampa, aunque acotada a un radio reducido, era similar, si bien en algunos tramos con marcas de un impacto más severo. Algo a medio camino entre la reciente tormenta y el vendaval, como señalaban, asustados, los testigos.

A primera hora de la mañana, mientras la lluvia volvía a despertar con toda su crudeza, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) desplazó a sus técnicos a las zonas más dañadas para calibrar la intensidad del azote del viento. Las conclusiones, todavía pendientes de confirmación, apuntan a que el fenómeno, más aparatoso a la postre que traumático, se corresponde con un pequeño tornado. Probablemente de la categoría F1, la primera en la escala científica en la que ya se señala expresamente a la posibilidad de que se produzcan incidencias.

Según explica José María Sánchez-Laulhé, director del centro de la Aemet en Málaga, el episodio, al que quita todo tipo de componente extraordinario, se originó en la costa, fruto de la confluencia entre el frente tormentoso y las corrientes marítimas. El torbellino resultante, que recorrió cuatro kilómetros, salió despedido con velocidad, aunque no tanta como para evocar capítulos más siniestros como el de febrero de 2009, en el que otro tornado, esta vez de más recorrido, arrasó con parte de la estructura de un grupo de viviendas de San Andrés.

La diferencia de agresividad entre ambos temporales, indica la Aemet, podría estar en alrededor de 40 kilómetros por hora. Las primeras pesquisas, inferidas a partir de los daños, indican que el remolino se desplazó ayer a más de 140, pero menos de 180, que es el registro desde el que se empiezan a medir tornados como el de 2009, diagnosticado con un nivel superior. En concreto, el F2.

Sánchez-Laulhé incidió en que este tipo de temporal no es, ni mucho menos, ajeno a los presupuestos climáticos habituales de la provincia de Málaga. Los tornados, a pesar de su resonancia apocalíptica y tropical, se dan con relativa frecuencia en el Mediterráneo. De hecho, durante este curso, ya se han registrado precedentes en la Costa del Sol y en puntos como El Ejido o el litoral de Granada.

Precisamente, la tormenta de ayer fue replicada por una pequeña tromba marina que tuvo lugar en Rincón de la Victoria y que se zanjó felizmente sin consecuencias -la condición de tornado se reserva, en rigor, para las corrientes que penetran en el entorno urbano-.

Como ya sucediera en el temporal de 2009, la presencia de los técnicos de la Aemet en la zona de desperfectos, al igual que su análisis posterior, se antoja fundamental para determinar sin concurren las circunstancias que la ley establece como requisito previo para la evaluación de posibles indemnizaciones. El testimonio científico será asimismo clave en el examen que hagan los particulares y las compañías de seguros. Para fijar el nivel de F1 los especialistas tuvieron en cuenta desperfectos del calibre del levantamiento y desplazamiento de vehículos y techos de establecimientos.