­La profesora Alicia Marchant muestra su libro delante de la capilla anglicana de San Jorge, en el corazón del Cementerio Inglés, una construcción de 1838 que se levantó como mero adorno y sirvió de casa para el guarda hasta 1850, cuando se transformó en capilla. Fue en 1891 cuando se consagró a San Jorge o Saint George. Datos como estos se conocían desde hacía tiempo, pero los Estudios sobre el cementerio inglés de Málaga, la obra de Alicia Marchant, han permitido descubrir otros totalmente desconocidos como que el cónsul inglés William Mark, el creador en 1831 del Cementerio Inglés «tiene una pequeña cabaña decorativa en este jardín, donde, como se nos dijo, él y su familia a menudo vienen a pasar una velada de agradable calma cerca de los muertos de su propia remota isla». La frase fue escrita por Dora Quillinam, hija del gran poeta romántico William Wordsworth en 1846, durante su viaje a Málaga.

Alicia Marchant, profesora de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la UMA, ha rescatado los testimonios, hasta ahora desconocidos para el lector español, de 11 viajeras extranjeras sobre el Cementerio Inglés de Málaga (nueve inglesas, una suiza y una australiana). Las escritoras visitaron el primer cementerio protestante de la Península Ibérica entre 1840 y 1891.

El libro incluye además un amplio resumen sobre una obra anterior de Alicia Marchant: un estudio sobre las tumbas y epitafios de este monumento, declarado Bien de Interés Cultural en 2012.

La profesora malagueña cuenta que muchas de estas mujeres viajeras que recoge en el libro «pertenecen a la alta burguesía o nobleza, se desplazan por Europa a hacer viajes y sacan impresiones que muchas veces recogen en un pequeño diario». En todo caso, también resalta que «a través de la invasión de ese espacio masculino, tratan de recobrar autoridad y protagonismo» y muchas de ellas «huyen de sus entornos domésticos donde a veces les aquejaban dolencias físicas que tenían que ver con lo psicológico». El viaje, concluye Alicia Marchant, era la oportunidad de tener más libertad.

Eran escritoras por tanto en un mundo reservado a los hombres. Por eso llama la atención, por ejemplo, el caso de Mary Catherine Jackson, que en 1871 viajó a España, «sin ninguna compañía de sirvientas», se cuenta en el libro. Por cierto que del Cementerio Inglés de Málaga cuenta que es el lugar «al que todos los visitantes ingleses hacen una peregrinación». Y llama la atención sobre su aspecto: «Está sembrado de arbustos y flores que crecen en la más rica exuberancia, cubriendo las tumbas de verdes ramilletes y derramando las más tiernas margaritas sobre la tierra».

Otros datos que revelan los testimonios de las viajeras hacen referencia al cementerio primitivo. Así, Dora Quillinam señala en 1846 que el patio inferior es «para los marineros» y «la superior para los hombres que vivieron en la tierra». «Eso era algo que hasta ahora era desconocido», apunta la profesora Marchant.

También hay muchas referencias a la flora histórica del camposanto, tan diferente al de un cementerio de Gran Bretaña. Es el caso de la suiza Valérie de Gasparin, antigua alumna de piano de Franz Liszt, quien en 1867 habla de geranios y rosas de distintas clases, mientras que ese mismo año, Matilda Barbara Betham-Edwards menciona falsos pimenteros, naranjos, limoneros, palmeras, ficus y azucenas así como «pendientes soleadas, recién plantadas con viñedos e higueras», plantaciones, apunta la autora del libro, que podían recuperarse.

Y hay bastantes menciones a las buenas artes del cónsul inglés William Mark, fallecido en 1849. Aproximadamente un año más tarde, lady Louis Mary Anne Tenison escribía que «el aprecio en que era tenido se mostró de manera palmaria en el número de españoles que acompañaron sus restos al cementerio». Otro dato que no se conocía.

A beneficio del Cementerio

Publicado por el Área de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Málaga, estos Estudios sobre el cementerio inglés cuestan 10 de euros y sólo se pueden encontrar en la taquilla del Cementerio Inglés, en la antigua casa del guarda, una preciosa construcción neogótica levantada en 1856 por Diego Clavero junto al Paseo de Reding.

«El objetivo es que la gente interesada venga al cementerio, compre el libro y se puedan dar una vuelta por el recinto. Los beneficios son todos para la Fundación Cementerio Inglés, para que revierta en el arreglo de tumbas y lápidas», destaca la autora de estos estudios.