La emperatriz Sissí la recorrió de incógnito; por ella pasearon Antonio Cánovas del Castillo, Francisco Silvela y sirvió de lugar de rodaje para las películas más exóticas, las ambientadas en selvas impenetrables. En el año en que el Jardín Botánico de La Concepción cumple sus primeras dos décadas abierto al público y que pronto terminará, las plantas han vuelto a ser las protagonistas. Un año más, con el fin de dar a conocer todos sus tesoros botánicos, el jardín ha elegido las plantas del mes.

Abrió 2014 la salvia (Salvia involucrata). Fue la planta del mes de enero, que florece y de forma muy llamativa entre noviembre y febrero e inunda el campo de rojo. Desde la antigüedad a la salvia se le han adjudicado propiedades curativas para una larga lista de enfermedades. No todo es leyenda.

La planta del segundo mes del año no fue el romero mediterráneo sino el africano, de nombre científico Eriocephalus africanus. La primera parte de su nombre científico significa cabeza de lana o lanuda, en referencia a lo que recubre la planta cuando fructifica. Otra curiosidad son sus hojas, recubiertas de una vellosidad plateada para retener más la humedad. Es un remedio muy eficaz contra la tos, los resfriados y los cólicos, y también como diurético así como de estimulante de la piel y los cabellos.

El protagonista de marzo fue la Araucaria bidwillii, que puede llegar a medir 50 metros de altura. Natural de Australia, los aborígenes la conocen como bunya-bunya y aprecian sus piñones, de gran tamaño, como una auténtica exquisitez. Y otra curiosidad: el fruto es comestible y se trata de un cono grande y globoso de 10 kilos de peso, suele medir 30 centímetros de largo por 23 de ancho y tarda tres años en madurar.

Lady Dorothea Banks, esposa de quien fuera explorador botánico y director de los Kew Gardens de Londres en el arranque del XIX, Joseph Banks, da nombre a la Rosa banksiae, la planta del mes de abril. Está considerado un arbusto trepador, aunque no tiene órganos propios para trepar como ganchos o ventosas y necesita algún tipo de soporte. Por cierto que la palabra rosa viene del griego Rhódon, que significa «algo que desprende aroma».

Mayo estuvo representado por el ricino, la planta del famoso aceite. El nombre de la planta viene de ricinus, garrapata en latín, por el parecido de las semillas con este insecto. El tallo, las ramas y las hojas de este tipo de ricino son de color rojo vivo. Los dos sexos se encuentran en la misma planta: las femeninas, agrupadas en inflorescencias erectas y cónicas y en la base las masculinas, con estambres arborescentes.

El braquiquiton rosado (Brachychiton discolor F. Muell), un árbol australiano que puede alcanzar los 30 metros, fue la planta del mes de junio. El nombre viene del griego brachys, que significa corto y chiton, túnica, en referencia a la vellosidad que cubre las semillas y otras partes del árbol. En cuanto a discolor, de dos colores en latín, se refiere a que las hojas tienen tonos distintos en el haz y en el envés.

Las botánicas de La Concepción eligieron la alpinia la planta del mes de julio. Se trata de una herbácea de tamaño importante con una preciosa floración de flores blancas tubulares entre primavera y verano. Las hojas de las alpinias, de la misma familia del jengibre, se usaban en la cocina y la medicina tradicional china.

En verano, las calabazas proliferan como setas en La Concepción. La planta del mes de agosto parece que procede de América y no de Asia, como se pensaba. La calabaza es muy beneficiosa para el aparato digestivo y sus semillas muy buenas para la próstata. De la grasa no hay que preocuparse, pues apenas tiene calorías.

La protagonista de septiembre ha sido la casuarina, de origen australiano, un árbol que a veces se confunde con un pino pero que es muy distinto pues para empezar tiene flores y lo que parecen las hojas del pino son en realidad ramitas, mientras que las verdaderas hojas son pequeñas escamas.

Los olores de otoño

El alcanfor representó el mes de octubre, un árbol de madera fácil de trabajar y un olor característico en todas sus partes. De flores blancas y pequeñas, lo más bonito es la variedad de colores otoñales de sus hojas. Resulta muy vistoso como árbol ornamental ya sea en solitario o formando alineaciones.

Noviembre nos trajo la boina o ligularia, de nombre científico Farfugium japonicum. Se trata de una planta asiática de la que llama la atención sus espectaculares hojas: grandes y con forma redondeada, muy acordes con el jardín tropical de La Concepción. En noviembre nacen las inflorescencias, con pequeñas margaritas amarillas.

Termina el año con el mes de diciembre protagonizado por la palmera de Formosa o Arenga engleri, una planta de tamaño pequeño y que da flores masculinas naranjas y aromáticas, mientras que las femeninas son verdes y luego naranjas, sin olvidar sus frutos también de esos colores. Un baño de color para despedir el año. Y en 2015, doce nuevas joyas.