Con una trayectoria amplia y un fondo de armario electoral que cuenta victoria tras victoria desde 2003, Francisco de la Torre, poco dado a la tregua, apura a la carrera y sin grandes recesos el paréntesis de las navidades. En apenas unos días, cosa que no pierde de vista, se abrirá el telón de un curso que para él se presume suntuosamente intrincado en lo político y condicionado a lo lejos por el desafío de imponerse en unas elecciones no aptas para estadistas ni para encuestadores de gatillo fácil. El rodillo de Podemos, la crisis y el desgaste introducen nuevas variables a un juego y una vocación que, en lo personal , y desde el topetazo general de UCD, ha sabido domeñar sin demasiados sobresaltos.

Las elecciones muncipales del próximo mes de mayo se plantean esta vez más reñidas en Málaga que en convocatorias anteriores. ¿Confía en revalidar la mayoría absoluta?

No dispongo de encuestas recientes, la última data de finales de Semana Santa, pero la sensación que tengo de la calle es que los malagueños hacen una valoración positiva de la gestión y mejoras introducidas en los últimos cuatro años. Y no sólo los malagueños, sino también la gente que viene de fuera. Sé que eso en términos científicos tiene un valor relativo, pero la sensación, insisto, es positiva.

Las expectativas de voto para el PP, no obstante, se han reducido. ¿A qué lo achaca? ¿Hay mayor desconfianza hacia su proyecto político?

No existen datos actualizados que corroboren, ni mucho menos, un cambio de tendencia, pero en cualquier caso las circunstancias son distintas, tanto desde el punto de vista del contexto general económico en el que nos situamos como de la relación de los ciudadanos con la política. Las instituciones y los partidos debemos reflexionar y aprovechar este periodo para hacer mejor las cosas. Y ahí soy optimista en que el escenario que se plantee en junio vaya en la dirección que nosotros hemos procurado a nivel local: la de mayor gobernanza, justicia y competitividad económica.

En esta ocasión ha tardado más de lo habitual en comunicar su decisión de presentarse a los comicios. Muchos analistas creen que, en caso de ser reelegido, se buscará su propia Ana Botella y abandonará antes del fin de mandato.

Cuando voy a unas elecciones es para, de acuerdo con la voluntad ciudadana, ocupar el puesto que se me asigne durante los cuatro años correspondientes. Eso es lo que tenía previsto. Tardé en tomar una decisión porque quería hacerlo lo más cerca posible de las fechas de las elecciones. Se trata de una tarea muy exigente. La clave es sentirse con fuerza necesaria, tanto física como anímica.

¿Y se siente de ese modo?

Sí.

Superaría usted los 18 años al frente del Ayuntamiento. En un momento, además, en el que parece cobrar forma el relevo generacional y en el que algunas voces, incluso dentro de su propio partido, apuestan por restringir los años de desempeño en los cargos públicos.

En una democracia lo que tiene más valor es la opinión de la gente. Si un político está haciendo bien su tarea y lleva dos legislaturas y los ciudadanos quieren que se presente a una tercera no veo lógico que exista una ley que se lo impida. La limitación del mandato no garantiza nada, ni siquiera que haya más o menos corrupción. Para eso está la transparencia, que es lo que necesita este país. Un gran pacto en transparencia y participación. Y más en esta época. Porque el control que ejercen los medios de comunicación y los ciudadanos, apoyados en los medios tecnológicos, es más potente que el que llevan a la práctica otras fuerzas políticas.

En los últimos años se han multiplicado las conjeturas sobre su posible sustituto. ¿A quién ve más capacitado o más adelantado para proyectarse como delfín?

No es una cuestión que exija una respuesta inmediata, aunque entiendo que pueda suscitar interés. Es una reflexión que tendrá que hacer el partido en su momento. Hay nombres como el de Elías Bendodo, que ha demostrado una buena capacidad de gestión en la Diputación y que es evidente que lo podría hacer bien. ¿Puede haber más nombres? Claro que sí. El PP tiene políticos con preparación y con trabajo. Lo importante es que quien venga continúe por la dirección de la cercanía con la gente y la apertura a la participación.

Hasta hace muy poco Damián Caneda figuraba también en las quinielas. Sin embargo, su salida del Ayuntamiento ha sido, cuanto menos, poco idílica. Incluso habló de castigo político a propósito de las reticencias municipales a que su empresa se hiciera directamente con el control del balneario.

Caneda pidió en su momento estar en la candidatura del PP. Yo no me opuse, faltaría más, pero con la misma libertad con la que vino se fue. Y dio un argumento, quería dedicarse a la actividad privada. Encaja con esta profesión que una vez como empresario quisiera optar a los Baños del Carmen. No hay nada incompatible en ello. En cuanto a lo del castigo político, no acabo de entender muy bien a lo que se refiere usted.

Me refiero a las declaraciones de Caneda, que no vio del todo limpio que el Ayuntamiento asegurara que había varias empresas además de la suya dispuesta a pujar por la concesión.

La gestión de los Baños del Carmen está pendiente del pronunciamiento de la Junta. En cualquier caso, nosotros lo que dijimos, y con independencia de que los compradores fueran dos exconcejales del PP, es que si es cierto como vi en un medio que había más gente interesada habría que buscar un mecanismo equivalente a un concurso público para ver cuál era el proyecto que podía poner sobre la mesa más recursos para la rehabilitación.

La empresa agarró el guante y puso sus acciones a la venta. Sin embargo, no apareció ningún otro comprador.

Es un gesto, sin duda, pero no sé si el procedimiento se tenía que haber hecho de otra manera. Y legalmente era posible hacerlo. Las personas con las que hablé me aseguraron y daban fe de que había otros interesados.

Últimamente el Ayuntamiento cierra filas en torno a sus nuevos proyectos museísticos. ¿Son el Pompidou y la subsede de San Petersburgo sus grandes apuestas de la legislatura?

En los últimos cuatro años la ciudad ha aumentado su visibilidad y reconocimiento en muchos planos, incluido el ambiental, el social y el tecnológico. Hay unos caminos muy sólidos en turismo, sociedad del conocimiento y, por supuesto, en cultura. En ese sentido, los proyectos francés y ruso representan un hito; cualquier ciudad española o europea quisiera haberlos acogido. Confiamos en que el Museo de Bellas Artes, que nosotros defendíamos en un formato independiente al arqueológico, pueda seguir una línea parecida de colaboración. En este caso, con el Prado.

¿Y qué me dice de las sombras del balance? La oposición enumera una larga lista.

Sombras las hay, debe haberlas, no todo puede ser positivo. Queda pendiente el proyecto para el edificio de los cines Astoria-Victoria, que no es fácil, porque los recursos públicos son limitados y con la iniciativa privada todavía no hemos visto ninguna propuesta que garantice lo que estamos buscando: un proyecto de calidad y, al mismo tiempo, que sea sostenible. Eso sí, si hablamos de luces no podemos olvidar que este Ayuntamiento ha sido capaz de mantener la solvencia financiera en los años más duros de la crisis. Además, sin gravar el bolsillo de los ciudadanos, con moderación fiscal y ambición en proyectos innovadores.

Los nuevos museos generarán más gasto fijo para el Consistorio. ¿Le preocupa que tanta inauguración derive en asfixia?

En ese aspecto hemos estado trabajando en dos direcciones. En primer lugar, con los cambios hechos en los estatutos de la Casa Natal de Picasso, que pasará a abordar desde su fundación el conjunto de los museos de Málaga, lo que supondrá un ahorro. Y por otro lado, estamos trabajando en estrechar la colaboración público-privada con el Pompidou y el Museo Ruso, que no me cabe la menor duda de que será modélica, porque son proyectos potentes y eso siempre arrastra a empresas interesadas en el patrocinio. Ya hay ofertas por un millón de euros. Y no me doy por satisfecho. Con estos museos, y ahí está el estudio económico, los resultados van a ser muy superiores al esfuerzo que hagamos.

Donde no parece barruntarse avances significativos es en la ampliación de la Casa Natal de Picasso.

La respuesta vendrá con el proyecto que se apruebe para el edificio de los cines Astoria-Victoria. Hemos hecho un esfuerzo importante en inversión en la Casa Natal y los resultados se han visto. Especialmente, por el interés que despierta su colección, que ha sido expuesta y solicitada por muchos países. Eso es my positivo para Málaga, para su imagen y su reconocimiento. En mi opinión tiene menos importancia que se cuente con una sala mayor o menor, porque lo que tiene que ser la Casa Natal, y más allá de la calidad indudable de sus exposiciones, es un centro de estudios.

En términos expositivos y turísticos, la marca de la Casa Natal da la impresión de quedar rezagada frente a iniciativas de importación como el Pompidou o el Thyssen.

No, no lo creo. La fundación de la Casa Natal va a ser precisamente la que se encargue de llevar todos los museos. Y en lo que respecta a los turistas, el número de visitas ha crecido. Las ventajas de contar con la ampliación es que se podría prolongar la parte dedicada a la ambientación de la casa familiar, que es muy valorada por los turistas. Para eso contamos, y es un lujo, con los objetos que nos han ido regalando generosamente la familia.

Su administración, a la luz de los últimos proyectos, hace bandera de la cultura. Sin embargo, recientemente se ha decretado el cierre cautelar de la Casa Invisible. El Ayuntamiento remite a los problemas de seguridad que presenta el edificio. Los activistas del centro, por su parte, lo atribuyen sin ambages a una decisión política.

No hay ninguna intención política, es absurdo pensarlo. Estamos frente a un tema de seguridad, nadie puede pensar en politizarlo. El edificio, según los técnicos, no cumple con las condiciones que se exigen para su uso público. Habría que analizar el convenio que se firmó hace cinco años, en el que se señala que los titulares del mismo están obligados a ocuparse del mantenimiento y de las obras de mejora. A Urbanismo le consta que se han hecho usos, incluso un bar, sin el conocimiento del Ayuntamiento. Y esto es difícil de entender. Sobre todo, porque en ese grupo hay arquitectos y profesionales que saben perfectamente que no se pueden hacer estas cosas fuera del conocimiento de los organismos correspondientes.

¿Se autorizará la vuelta a la actividad una vez que se corrijan las deficiencias?

El edificio tiene una historia un poco singular, con la presencia primero de okupas y luego la firma del convenio. Hay personas que opinan que lo mejor sería hacer un concurso. Con eso no quiero anticipar nuestra postura; habrá que reflexionar sobre ello. Nosotros hemos invertido y comprometido recursos. No sé si en caso de convocar un concurso habría muchos grupos interesados porque hay mucha gente que sugiere la posibilidad y no termina de lanzarse por la responsabilidad que implica. En cualquier caso, no habría que tenerle miedo. El mismo grupo de la Casa Invisible podría estar interesado y decir que se haga un concurso para que no se discuta que son la mejor opción para el edificio. Yo lo diría si estuviera en ese caso. Todos debemos reflexionar al respecto.

¿En qué medida ha afectado a las relaciones con la Junta la nueva dirección del PSOE? ¿Qué lectura hace de la ascensión política de Susana Díaz?

Con la Junta tengo unas buenas relaciones institucionales, lo que no quiere decir que me inhiba en las quejas que considero legítimas y pertinentes. Hablo de temas como la descentralización, en la que no se ha avanzado nada y de muchas competencias que nos habrían podido hacer avanzar si hubieran recaído en los ayuntamientos. De Susana Díaz reconozco una capacidad de contacto mayor que la de los anteriores presidentes, pero no he notado un cambio en positivo en materia de gestión. Y le pongo como ejemplo el programa de las tecnocasas, que no se va a hacer pese a la firma del convenio de 2005. O la crisis de La Cónsula.

Entre las polémicas que persiguen al Ayuntamiento sigue estando sobre la mesa la alta remuneración que perciben los gerentes de las empresas municipales.

Hemos hecho muchos esfuerzos en ese sentido. Y como somos transparentes desde hace años todo el mundo puede consultarlo en la página web del Ayuntamiento. Cada vez que se ha sustituido a un gerente hemos aprovechado para rebajar el salario. Los sueldos actualmente son moderados, lo que pasa es que hay sociedades que por su propia complejidad hacen difícil que se puede atraer a alguien de la empresa privada sin un salario acorde con el que maneja la profesión. Cuando se dice que los alcaldes deben cobrar más que el resto de cargos no podemos olvidar la confluencia de varias dimensiones y de varios itinerarios de negociación, porque hay sueldos que responden a convenios y no a decisiones políticas y que condicionan al resto. En el Ayuntamiento, por ejemplo, hay más de 160 personas con un salario superior al mío.

El PSOE e IU son muy críticos con los emolumentos de los altos cargos.

La oposición actúa en este tema de un modo absolutamente cínico y manipulador. Y más si se tiene en cuenta que precisamente el PSOE e IU cuando han gobernado juntos en ciudades como Sevilla han fijado sueldos más altos e, incluso, han apostado por designar a dos gerentes, uno a propuesta de cada partido. Con lo que eso conlleva de politización de la gerencia, cosa que nosotros no hemos hecho en ningún caso. Buscamos profesionales, con independencia de sus convicciones políticas.

En estos días se cumple un año del último conflicto laboral con los trabajadores de Limasa. ¿Ha valorado la posibilidad de modificar la estructura del servicio y hacerlo íntegramente público y municipal?

Limasa es una sociedad mixta en la que el Ayuntamiento cuenta con el 49 por ciento de la participación, con lo que, sumado a la garantía de beneficios, hace que nosotros controlemos la empresa en cuestión. Sobre este tema, estamos abiertos a la reflexión y a valorar si seguimos hasta ahora, con el 49 por ciento, o incluso, lo contario, con control privado al cien por cien. Lo importante es que haya proporción entre los costes y el servicio.

Su entusiasta participación en el Senado acabó diluyéndose conforme avanzaba la legislatura. ¿Cuál fue la razón por la que decidió dejarlo? ¿Sobrecarga de ocupación?

El Senado me sigue interesando por las oportunidades que ofrece para pelear por la descentralización local, que es algo que sigo haciendo cada vez que voy a Madrid. Tomé la decisión para dedicarme a tareas que absorben mucho.

¿Qué falló en el malogrado Museo de las Gemas?

Lo que ocurrió fue que la empresa promovió un convenio que creía sostenible y que más tarde modificó en unos términos que el Ayuntamiento no veía aceptables.