Una novela bien puede empezar al querer resolver un misterio de la vida real. Para Imanol Guillén, durante 15 años en el departamento de Español de la BBC, ese misterio fue una festividad del calendario inglés: el 11 de noviembre. Ese día, desde 1919, miles de británicos se colocan una amapola en el ojal. «Eso me sorprendió, luego me enteré de que era la conmemoración de todos los muertos en conflictos bélicos, sobre todo por los muertos caídos en los campos de amapolas de Francia y Bélgica, en conmemoración de la I Guerra Mundial (IGM)».

Los recuerdos de esta guerra, conocida como la Gran Guerra, siguieron asomando a la vida de este extrovertido periodista bilbaíno durante su larga estancia en el Reino Unido: «El abuelo de mi mujer luchó en la IGM, todavía está el uniforme y en su casa siempre se ha hablado de ese conflicto como de algo muy presente, algo que no ocurre en España», destaca, al tiempo que recuerda que nuestro país fue oficialmente neutral.

Fue esta presencia perenne de la Gran Guerra en Inglaterra lo que le llevó a escribir El hombre que puso fin a las guerras, su tercer libro, que acaba de editar Áltera. Se trata de una trepidante novela histórica que viaja por los entresijos internacionales de este primer conflicto mundial de terribles consecuencias: «Las estrategias militares en esa guerra fueron dieciochescas pero se movilizaron tropas y miles de hombres con maquinaria moderna (lanzallamas, ametralladoras, tanques...), por eso tuvo lugar esa carnicería».

La obra tiene detrás muchas horas de estudio y recopilación de datos que se muestran al detalle: «La información de los lugares es muy exacta, como los trenes de la época. Por eso me llevó mucho más tiempo lograr la información que escribir la novela».

El hombre que puso fin a las guerras tiene muy en cuenta las palabras del historiador y economista británico Anthony C. Sutton que reconoce la existencia de una infrahistoria nunca contada de «creación deliverada» de la guerra. Así lo cree también Imanol Guillén, que piensa que en la participación de los Estados Unidos a partir de 1917 tuvieron un peso decisivo banqueros como J. P. Morgan: «Habían prestado tanto dinero en bonos de guerra, que cuando vieron que los Estados estaban en bancarrota influyeron en la Casa Blanca para entrar en el conflicto».

También tiene una teoría sobre el detonante de la IGM, el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, futuro emperador de Austria-Hungría: «Estoy convencidísimo de que hubo elementos del ejército austriaco involucrados porque no es normal que estuvieran de maniobras 36.000 soldados austriacos a las puertas de Sarajevo y que cuando llegara el archiduque no llevara escoltar militar».

Sarajevo, Bayona, París, Berlín, Zurich, Petrogrado (San Petersburgo), Nueva York, Verdún... la novela es un viaje por el mundo en guerra.

El autor, que desde hace una década vive en Vélez, ya tiene en la cabeza la segunda parte, «en una clave no tan seria, con un poco más de humor, mucha historia y un componente más humano».