El metro de Málaga vivió el año 2013 como el del gran acuerdo que desbloqueaba un proyecto más muerto que vivo. El pasado 2014 ha quedado como el de su puesta en servicio y consolidación como transporte de personas. Pero comienza un año de transición, como es 2015, en el que no se prevé la apertura de nuevos tramos pero que será fundamental para calibrar el realismo de último plazo de la Consejería de Fomento, que quiere disponer de toda la red terminada para finales de 2017.

Este año, sin embargo, no llega con el horizonte despejado para el proyecto del metro. Hay al menos ocho frentes abiertos por resolver. Algunos de puro enfrentamiento político entre la Consejería de Fomento y el Ayuntamiento de Málaga, con el telón de fondo de las elecciones municipales. Pero también hay dudas técnicas, quizás más peliagudas a medio plazo y que en este año tienen la oportunidad de resolverse.

Las relaciones entre la Consejería de Fomento y el Ayuntamiento de Málaga han mejorado de forma notable. El acuerdo de noviembre de 2013 permitió establecer un camino único para ambas administraciones, aunque eso no quiere decir que la unanimidad sea la tónica. Y menos cuando se habla de dinero.

La factura del metro sigue siendo el gran problema entre las dos administraciones. Tras cuatro años de negociación y conversaciones se acordó que se compensaran los 32,32 millones que le corresponden al Ayuntamiento con obras de movilidad. El problema ha sido determinar cuáles son obras válidas. Tres listados después, dos de ellos calificados de innegociables por el Ayuntamiento, el enfrentamiento es más evidente. El último punto de fricción es que el Ayuntamiento ha incluido 10,7 millones en compra de autobuses. La Junta le dice que «no son infraestructuras» y que eso podría dar un problema jurídico». Éste último problema se lleva arrastrando desde hace dos meses, aunque el propio delegado de Fomento, Manuel García Peláez, espera cerrar el convenio en enero. Eso despejará esta primera factura, pero no es la única. Quedan por cerrar dos facturas más: la que pagará anualmente el Ayuntamiento por el coste de mantener en marcha el metro y cuando terminen los tramos, para repercutir al Ayuntamiento el 25% del coste del trazado: Renfe-Guadalmedina; Guadalmedina-Torregorda; y Armengual de la Mota-Hospital Civil.

Obras pendientes

Este año no traerá inauguraciones de nuevos tramos del metro, pero sí debe suponer un impulso definitivo a las obras pendientes si se quiere asegurar la apertura total a lo largo de 2017.

Lo más inmediato es dilucidar el futuro del tramo bajo la Alameda. La Junta ha parado el concurso para adjudicar las obras hasta decidir si lo convoca o no, ante las bajadas ofertadas del presupuesto. Considera que son propuestas muy baratas y tienen la mala experiencia del resto del metro, donde esas ofertas se hicieron con contratos que sufrieron retrasos y sobrecostes que superaron el presupuesto original.

Insisten en que eso no supondrá romper con los plazos de la obra, pero no se escapa que los tiempos están muy ajustados. Mientras, se avanza en la obra hasta el Guadalmedina. Para Semana Santa estarán terminados los desvíos de tráfico y, después de las procesiones, se podrá empezar a construir el túnel bajo la avenida de Andalucía. Para el verano de 2016 se podrá inaugurar ese tramo, aunque sigue la amenaza de la exigencia de la contratista de las obras, Ortiz, de exigir más dinero para terminar. Los sobrecostes tan temidos.

Tramo en superficie

La gran incógnita de este año será el proyecto del metro en superficie, desde Armengual de la Mota -aunque será en Hilera cuando salga en superficie- hasta el Hospital Civil. Conocer la afección al tráfico, el nuevo diseño de las calles, los desvíos y el impacto social serán claves para conseguir el apoyo vecinal. Eso y el apoyo del Ayuntamiento. Como se bloquee por algo, la factura a pagar por el metro subirá de forma dramática.