El pasado mes de octubre los participantes en las III Jornadas Andaluzas de Patrimonio Industrial y de la Obra Pública, celebradas en Málaga, recibieron el facsímil del catálogo de 1908 de la Fundición de Tomás Trigueros y Trigueros, editado por el Cedma. Se trató así de recuperar la memoria de una de las fábricas más importantes de la Málaga industrial y también de las más longevas: estuvo abierta 80 años, de 1840 a 1920.

Abrió sus puertas en El Perchel, junto a la desembocadura del Guadalmedina, en la actual calle Plaza de Toros Vieja (por entonces, Fontana del Carmen) y en la década de los 70 del XIX amplió sus instalaciones hasta contar con 10.000 metros cuadrados, ya en terrenos de las playas de San Andrés.

Entre los pequeños detalles que hablan de su pujanza se encuentra la fuente de hierro fabricada en Francia que Tomás Trigueros donó a Málaga en 1877, con la condición de que se instalara cerca de su fábrica. Se trata de la fuente de la Niña del Cántaro o de la Muñeca (como se conoció a partir de su llegada esa zona del Perchel) y que desde 1922 se encuentra en el lateral sur del Parque, una vez desaparecida la fundición.

Antonio Santiago Ramos y Antonio Guzmán Valdivia, que aportan a la edición facsímil una completa introducción, destacan que la fundición siempre contó como fuente principal de suministro de hierro con los vecinos altos hornos de La Constancia, los fundados por Manuel Agustín Heredia.

De su espléndido emplazamiento, en primera línea de la Málaga industrial de entonces, también da cuenta el que contara hacia 1870 con un ramal de tren para conectar con el puerto.

Todos los expertos coinciden en la gran variedad de productos de la fundición. En la década de los 40 fabrica cerraduras y máquinas de precisión como balanzas y pesas y 30 años más tarde, cuando la firma se llama Tomás Trigueros e Hijo, de la fundición salen «máquinas de vapor fijas y locomóviles» (para el cultivo de cañas de azúcar), así como todo tipo de máquinas «para la fabricación de azúcares, alcoholes, chocolates, fiderías (fideos)...», pero también «prensas hidráulicas, de husillo y palanca, molinos trituradores y aparatos para la fabricación de aceite y vino».

Los logros también se constatan en una importante lista de galardones como el premio de la Exposición de Málaga de 1862, coincidiendo con la visita de Isabel II. Por cierto que para esa visita real otro Trigueros, José Trigueros y Trigueros, entonces arquitecto municipal y probable pariente de Tomás, diseñó un arco del triunfo para dar la bienvenida a la reina.

Por el historiador Manuel Muñoz sabemos que Tomás Trigueros, casado con Dolores Llerena Hoppe, era el padre de otro Tomás Trigueros, quien obtuvo en Francia el título de ingeniero mecánico y cuya labor al frente de la fundición daría un gran impulso a la industria. El propio padre llegó a acordar el entregarle el 25 por ciento de los beneficios dado que «ha venido dirigiendo sus trabajos, ampliando las producciones y dando mayores beneficios conforme a la inteligencia empleada», algo que hizo posible que tras la muerte del fundador, en 1884, la fábrica continuara con buen ritmo.

Porque una de las características de la fundición de los Trigueros fue siempre el estar al día con los adelantos tecnológicos. Un ejemplo: el que en la década de 1870 tuviera una máquina de vapor vertical, dotada con una bomba rotatoria Destriz, adecuada para hornos de fundición.

En febrero de 1900 el periodista Antonio M. Viérgol se dio una vuelta por la fábrica, todavía dirigida por Tomás Trigueros hijo, de quien decía: «Cifra todo su orgullo en engrandecer la casa constructora, fundada por su padre hace la friolera de sesenta años, a fuerza de laboriosidad y sacrificio. Casi todos los molinos y fábricas aceiteras montadas en Andalucía llevan su firma y ha conseguido llegar en su construcción hasta el perfeccionamiento más exquisito».