El turismo rural vuelve a crecer. Tras más de un lustro en clave de supervivencia, los alojamientos de la provincia se han sacudido la depresión y empiezan a progresar y a anotar subidas en sus balances. Aunque todavía falta mucho para emparejarse con los resultados de los años anteriores a la crisis, el sector ha roto con la tendencia negativa. Incluido en uno de sus periodos de mayor afluencia, el de las navidades, que esta vez se ha saldado con incrementos respecto a 2013.

Según Monsalud Bautista, de Rural-Andalus, los establecimientos culminaron las fiestas con una ocupación del 78 por ciento. Además, se registró un 9 por ciento más de ventas respecto al mismo periodo de 2013. Los datos evidencian una progresión que en palabras de Bautista era casi imposible de pronosticar hace apenas un trienio, cuando el sector se agarraba a las reservas de décadas anteriores para no sucumbir frente a la caída de la demanda. «No ha sido un año bueno, pero mejor que 2013. Y las expectativas para este curso son positivas», reseña.

Durante la Navidad la estancia media se situó ademas en más de 3 días, con una recuperación notable de los alquileres de las casas con menos plazas, que suelen ser las menos demandadas. El turismo rural es uno de los más sensibles a la evolución del turista español, que representa entre septiembre y Semana Santa la mayor parte de los clientes.