Después de la ingesta de carne en cantidades industriales y langostinos llegan los arrepentimientos. Mientras rellenábamos la copa por tercera vez o partíamos el brownie casero para hincarle el diente todo daba igual pero tras la Navidad todo cambia.

Montarse en la báscula ha sido un golpe de realidad. La forma más inmediata para comprender que los excesos se pagan en forma de kilos y grasa acumulada.

La entrada del año viene cargada de buenas intenciones y entre ellas está retomar los buenos hábitos o comenzarlos, en caso de no ser algo rutinario. El jefe de Medicina interna del Hospital Quirón de Málaga, Miguel Marcos, detalla que las consultas están repletas estos días de personas interesadas en saber cómo deshacerse de esos kilos de más.

La media es coger dos o tres kilos durante las fiestas, aunque algunos engordan cinco o seis. Depende de cada uno. Si se trata de una persona sana, con hábitos saludables y ejercicio se puede arreglar pero si existe un problema de salud de trasfondo la cosa se complica.

Diabetes, hipertensión u obesidad son alguna de las enfermedades que se pueden ver agravadas con la falta de rutina alimenticia de los últimos días. Y no es para menos. El doctor Marcos explica que suele haber entre cuatro y seis comidas de Navidad por persona. Los compromisos familiares, con los amigos o los compañeros del trabajo hacen que por cada comida se ingieran entren 1.500 y 2.000 calorías. Lo que necesita el cuerpo en todo el día en cuestión de dos horas.

Los menús son ricos en grasas, frutos secos y proteínas y ahora deben reemplazarse por productos con una carga calórica inferior.

«No me gusta hablar de dietas o de procedimientos depurativos porque no existen. Es el momento de transición para tener una vida más saludable», apunta.

Lo más recomendable es comer verduras, cocinar al vapor o a la plancha y evitar las salsas y todo aquello que se ha incorporado a la mesa desde el pasado 15 de diciembre.

Fijar un objetivo entre el médico y el paciente es lo mejor para saber qué es lo que se quiere conseguir y se recomienda perder entre medio kilo y un kilo por semana. No más.

El deporte es uno de los grandes protagonistas de este reto. «No hay ningún fármaco más beneficioso que el ejercicio físico», incide. Hacer actividades de menor a mayor intensidad es lo más recomendable. Uno es consciente de la mejoría cada vez que realiza ejercicio y no se lesiona, en términos generales. Si nunca ha practicado nada se recomienda andar e ir subiendo la intensidad para que implique esfuerzo sin convertirse en un quebradero para el que lo practica. Según la edad y condición física se incrementará la dificultad. Lo importante es incorporarlo al estilo de vida de cada uno y no dejarlo.

Los arrepentidos lo intentarán pero la segunda tanda se incorpora después de Semana Santa, con la operación bikini. Si se ha dejado pasar esa ocasión, el inicio del año lectivo en septiembre es otra opción.