Un servidor ignora si ustedes han visto la magnífica serie de televisión True Detective. Desde el punto de vista del guión está mucho más elaborado que Qué tiempo tan feliz, aunque no cuenta, ni de lejos, con tantas canciones ni sorpresas en directo.

Los paisajes de la serie son una cuidada selección de escenarios inquietantes, de los que las protagonistas de Sexo en Nueva York sólo disfrutarían en sus peores pesadillas.

Estos paisajes descarnados, olvidados y en estado de derribo, al firmante le traen a la cabeza otros rincones a perpetuidad de Málaga, aunque en algunos se hayan realizado tímidas mejoras en los últimos tiempos.

Uno de los más evidentes se encuentra en Carlinda. Justo al lado de la antigua oficina de Unicaja, en la calle Nuestra Señora de Tiscar. Ahí comienza un pasillo tenebroso que desemboca en un descampado utilizado como aparcamiento. Por suerte, el Ayuntamiento lo hormigonó hace poco tiempo, pero el lateral derecho se emplea como espacio para el botellón, aprovechando que nadie limpia la maleza desde la Guerra de Cuba, algo que la asociación de vecinos del barrio ha denunciado recientemente.

El verdadero peligro de este rincón sin oficio ni beneficio se encuentra en el brusco corte del terreno que hay a la derecha, una caída de varios metros sin ningún tipo de barandilla de protección porque a continuación nos encontramos con el amplio terreno de la fábrica Salyt.

Esta crónica ya se refirió el año pasado a la clausurada fábrica de ladrillos. En concreto se dio una vuelta por la entrada principal, justo al otro lado, que linda ya con el Parque del Norte y su malogrado Skate Park.

Tal es el cúmulo de pintadas, recovecos, basuras, óxido y matojos, que hasta la Málaga Film Office se ha interesado por el lugar, para el caso de que alguien quiera rodar alguna escena de bajos fondos.

La fábrica Salyt y con ella su entorno siguen en el limbo, aunque de vez en cuando suenan campanas de negociaciones de empresarios con el Ayuntamiento. Los vecinos de Carlinda, por su parte, quisieran que los terrenos revertieran en el barrio en forma de algún equipamiento.

Otro instalación que continúa mirando a la luna de Valencia es el antiguo cine Lope de Vega, luego sala de patinaje Rolling y por último, la discoteca Bobby Logan de Pedregalejo. Se llegó a hablar hace unos años de que iba a convertirse en una clínica de operaciones estéticas, pero ni siquiera una operación así cuajó.

El Bobby Logan es otra instalación fantasma. Si algún día volverá a la vida, ni los mediums más avezados lo saben.