Charlie Hebdo no es El Jueves -contra el que también atentó, en la transición, la extrema derecha- pero también tenemos nuestro Charlie Hebdo y se llama Atocha. ¿Recuerdan aquellas estaciones esa mañana temprana con dos centenares de muertos?, ¿dudas de que van a por ti? Les da igual quién seas, que seas joven, que sea tu madre, tu novia, el bebé que esperas€, los asesinos odian a quienes les acogieron un día, odian la libertad. Lo que ha cambiado en España desde aquel 11 de marzo de 2004 -bueno, allí perdió el bueno de Rajoy y se fue Aznar- es que ya hay quiénes no esconden su contento por la muerte -antes sólo lo hacían los proetarras- de este Occidente decrépito que no se sabe defender y que cede centímetro a centímetro este mundo que es el más civilizado que hemos podido construir en toda la historia de la Humanidad. Libertad contra barbarie, ese es el dilema, Iglesias, Monedero, Errejón, Toledo...

La imagen del gendarme herido en el suelo y el bárbaro a punto de terminar con él es terrible, me recuerda aquella imagen que se iba dibujando en mi cabeza, allí en Amador, a los postres, cuando me relataban esos momentos en los que George Orwell durante los bombardeos de los nazis sobre Londres en vez de bajar al refugio subía a la azotea de su vivienda para ver la sublime imagen de la capital británica en llamas. Pues eso, ahora vemos el kalashnikov apuntándonos a la cabeza. A la tuya, a la mía. Somos occidentales, ¿verdad Willy? Dice Félix de Azúa que lo propio de un bárbaro es que no comprende el valor no cuantificable de la vida humana. La maldad no se cura, tengo que hablarlo con Helena Trujillo, psicoanalista, no sé qué pensará.

Quiero dejar la sangre atrás y me encuentro en el patio neoyorquino del Molina Lario con Alfredo Taján, director del Instituto Municipal del Libro, y de muchas cosas más, que me recuerda que el día 30 es la inauguración de Gil de Biedma, y le prometemos asistir, me acompañan un electo y un magnífico profesional del Derecho medioambiental, José María Romero, que va y viene de Qatar como mi amiga Ana López Caparrós, de IELCO, viento en popa por las arenas del desierto. Apuramos nuestro Antakira dulce natural -que ha recibido nada menos que 92 puntos en la Guía Intervinos de este año, enhorabuena Juan Carlos (Narbona) y Alicia (Pérez-Bryan), ella proviene del grupo Jorge Ordoñez- y salimos al fresco del tráfico.

En otro registro, o relato, como dicen los cursis -a mí me gusta decir, pasemos a otra cosa-, Mayte Ducoup se jubila, después de 46 años sirviendo copas en La Nogalera, en el Pour Quoi pas?, el primer bar gay del territorio torremolinense. Media vida entregada a la noche€ ¡lo que no sabrá! Mientras, los inquilinos de La Casa Invisible no se jubilan y siguen okupándola, incumpliendo continuadamente la ley. Los complejos y el rédito electoral narcotizan a los políticos. Pero si hacer cumplir la ley es lo más democrático que podemos imaginar, es creerse el Estado de Derecho de verdad y la voluntad popular, como bien sabes, alcalde. Pues nada, se mira para otra parte pensando que los problemas se resuelven solos y no traen otros de mayor tamaño. Al tiempo, 100.000 parados en la provincia ya dependen de un subsidio para vivir y los restaurantes y los comercios en rebajas se llenan de un gentío paradójico -tropel dice Belén Prados-. Aquí, o esperamos a un jeque -para La Bajadilla, el futbol, o lo que sea-, a algunos rusos -ahora desplomados por la crisis del rublo- o a esos que llaman a la puerta: pum pum, ¿quién es?, de Nicolás Guillén, memoria de aquellos años inmediatamente anteriores a la muerte de Franco. Pues ahora, Franco muerto, llaman otra vez a la puerta.

Rayo sin llama (1993), de José Antonio Muñoz Rojas, me saca de estos pensamientos oscuros. Con el poeta antequerano -que, por cierto, estaba asociado a ASAJA, según me comentó mi llorado Carlos Blázquez, tan pronto ido-, como dice Clara Martínez Mesa, su principio y su fin coinciden.

Quiero decir caballo,

se empujan olas blancas,

¿cómo se empujan?

Digo crines, digo y corren,

caballos crines olas con espumas,

cabalgando.

Trigos, espinas lamen ijares

ásperos haciendo surcos sin arado,

ijares lamen los ijares espigas,

Ondulando.

Decirte amor,

Ijares enardecidos curvado el seno de la loma,

caballos extendidos.

Déjame Amanecer.

cima@cimamalaga.com