Un vecino de la capital dispara con una carabina de aire comprimido a la gata de su vecina. El animal muere con la columna vertebral destrozada. En otro caso, dos individuos tratan de meter en un remolque a una yegua y a su potro, pero la madre se niega a entrar antes que su hijo; la muelen a palos y la enganchan con una cuerda al remolque y, tras arrastrarla por el suelo, el animal muere despellejado. Son escenas duras, la primera sometida a juicio y la segunda narrada por Concordia Márquez, presidenta de la Asociación Cyd Santa María, especialista en la recuperación y cuidado de caballos y otros animales como gatos o perros. El maltrato animal sigue creciendo, pero se denuncia poco y, cuando se trata de sanciones administrativas, casi nadie paga la multa.

El universo estadístico es claro: entre 2012 y 2013 los delitos de maltrato animal crecieron un 75%, desde los 16 hasta los 28 casos, según hace constar la Fiscalía Provincial de Málaga en su memoria.

¿Falta educación? ¿Se mide el desarrollo de una sociedad por cómo trata a sus animales? Carmen Manzano, presidenta de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga, se queja de que la mayoría de los casos acaban en una simple multa, y critica por ejemplo la existencia de las rehalas -jaurías de perros de caza mayor-. Manzano indica: «La Ley de Rehalas andaluza permite que a los perros se les corten el rabo y las orejas; algunos cazadores tienen hasta 23 perros y no se les piden nada; el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil los multa con 200 euros, y no pagan».

Manzano denuncia incansablemente el maltrato animal y cuenta numerosos casos capaces de erizar la piel por la crueldad y la saña con la que son tratados perros y gatos, por ejemplo. Así, relata el caso de un podenco repleto de heridas de perdigones porque jugaron al tiro al blanco con él, y tenía, incluso, un palo inserto en uno de sus muslos, o cómo un propietario dejó que se cayera el pelo de su perro sin tratarle una potente dermatitis. Este can también quedó ciego porque tampoco se le trataron las cataratas. «Recuerdo una galga a la que le habían atravesado la barriga con palos de pinchitos morunos, o una gata que habían despellejado con una cuchilla desde la barbilla hasta la mitad del pecho, u otra atropellada que se ha tirado dos días agonizando y nadie llamó a la Protectora. Ha habido que dormirla», señala.

En su opinión, hay que crear una policía animalista sin competencias en medio ambiente, como ocurre por ejemplo con el Seprona. «A veces denuncias y están con un tema urbanístico», dice, y añade: «Con las unidades que tiene el Seprona no puede acudir a todos sitios», por lo que también reclama más medios, al igual que ocurre con los departamentos especializados de las policías locales. Y, además, pide que las sanciones administrativas pasen al ámbito penal y que se endurezcan los castigos del Código Penal para quienes maltraten animales.

«Estos días de Navidad, por ejemplo durante la cabalgata de Reyes, hemos visto a rumanos pidiendo con cachorros acostados sin moverse, y, claro, si no se movían es porque les habían suministrado algo...», precisa, lo que se denunció a la Policía Local, un cuerpo con mucha «voluntad pero pocos medios».

Desde su punto de vista, es necesario que quienes sean condenados por maltratar animales sean inhabilitados para comerciar con ellos. «En el refugio tenemos más de 300 podencos abandonados por cazadores, los animales son sólo herramientas. Mientras sigamos consintiendo que los criaderos de podencos sigan criando a mansalva y luego los abandonen nunca vamos a acabar con el maltrato y el abandono».

Manzano insiste en que es necesario en que todos los animales tengan su chip, porque muchos de los que se han escapado pueden volver con sus dueños gracias a este mecanismo.

Concordia Márquez, presidenta de Cyd Santa María, cuenta algunos casos escalofriantes, como el de un caballo atropellado en Mijas. La Guardia Civil se apiadó del animal y un veterinario y la propia Márquez acabaron con el sufrimiento del animal.

Márquez no cree que hagan falta más medios policiales o nuevas unidades ni reforzar la represión penal, sino, más bien, «que se cumpla la Ley andaluza de Protección Animal, que obliga a los ayuntamientos a retirar los animales abandonados o a incautarlos o a disponer de refugios o perreras suficientes». «Si la administración cumpliera, no habría casos», dice.

Más de cien denuncias

El año pasado, su asociación puso más de un centenar de denuncias y de ninguna de ellas ha recibido contestación, una situación de la que se queja porque ella se ha personado como parte en esos procedimientos.

Su asociación rescató, por ejemplo, 29 caballos salvajes el año pasado de Los Altos de Marbella, un peligro pues, al llegar a la A-7, podían causar numerosos accidentes. Su denuncia tardó cinco años en solucionarse.

«En el refugio de Alhaurín el Grande tenemos ahora 60 caballos, 68 gatos y 17 perros, además de hurones, aves o gallos de pelea», cuenta Márquez.

MaltratoTiro al blanco con un perrito

Estaba asustado. Los voluntarios lo cogieron esta misma semana en Cártama, desnutrido y sediento. La Protectora de Animales cree que lo usaron como blanco en una competición de tiro con perdigones.

AbandonoPodencos abandonados

Los cazadores y los podencos. En el refugio hay unos trescientos abandonados. En esa imagen pueden ver a uno en los huesos y con numerosas heridas. El animalito ni siquiera podía andar. «Eso es cada dos por tres», dice Carmen Manzano.

ManadaCaballada en los Altos de Marbella

En Los Altos de Marbella había 29 caballos prácticamente asalvajados, con un peligro de que se acercaran a la A-7 y provocaran accidentes muriendo ellos mismos. La denuncia, dice Cyd Santa María, se resolvió cinco años después de realizarse.

SacrificioEl sufrimiento de un caballo

El 31 de agosto, un caballo suelto provocó un accidente en la carretera entre Alhaurín-Fuengirola. La Guardia Civil se apiadó del animal y llamó a la presidenta de Cyd Santa María. Ella y un veterinario acabaron con el sufrimiento del caballo.