La entrada del fondo de inversión Blackstone en Metro de Málaga no hace sino ahondar en la tendencia de las grandes constructoras por desinvertir en sectores ajenos a su fin principal, con idea de centrarse en su actividad habitual.

Blackstone ha aprovechado este cambio de política para hacerse con un 39,4% del accionariado, convirtiéndose en accionista de referencia aunque sin mando en la gestión.

Esta entrada en Metro de Málaga continúa con los movimientos accionariales sobre los metros andaluces y que dieron lugar en 2013 a la salida de las constructoras Sacyr y ACS del metro de Sevilla en favor de Globalvía, también accionista del suburbano de Málaga, que se hizo con más del 88% de las acciones.

El siguiente paso por cerrarse es la propia venta de Globalvía, participada por FCC y Bankia, a un inversor extranjero. El proceso de venta está muy avanzado al grupo inversor malayo Khazanah Nasional Berhad, ahondando en la tendencia de salida de las grandes constructoras de las infraestructuras ferroviarias para centrarse en su sector.

La transición en el accionariado de Globalvía afectaría de forma indirecta al metro de Málaga, en tanto que participa en un 15,30% de la sociedad concesionaria del suburbano.

Inicialmente este cambio de propiedad no debería de influir en la gestión de la sociedad de Metro Málaga, en tanto que la nueva propietaria estaría interesada en asegurar los beneficios de la actividad y el contrato de concesión blinda a la Junta de Andalucía como única responsable para fijar horarios, tarifas y sanciones, entre otros aspectos del servicio del metro.