­El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, acordaron ayer una investigación conjunta para esclarecer la muerte en Líbano del militar malagueño Francisco Javier Soria Toledo, de 36 años. Para ello, el Ministerio de Defensa enviará a un grupo de militares que se integrarán en el equipo hebreo que investigará el brutal ataque que recibió la posición del español. Ambos mandatarios adoptaron esta decisión durante una llamada telefónica de Netanyahu para expresar «sus condolencias y tristeza» por el fallecimiento del militar español. El primer ministro de Israel reiteró al presidente español su agradecimiento por la presencia de militares españoles en la FINUL, al igual que su compromiso con la paz en la zona. Igualmente, Rajoy expresó sus condolencias por los soldados israelíes fallecidos. La noticia llegó un día después de que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, afirmara que parecía «probado» que el militar español fue alcanzado por fuego disparado por Israel. A su vez, el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ha pedido comparecer ante la comisión del Congreso para informar del suceso.

La jornada de luto declarada ayer por el Gobierno estuvo repleta de pésames, como el que trasladó el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, al rey Felipe VI, que participó en su visita a Etiopía en un minuto de silencio en homenaje al casco azul español. Sin embargo, la emoción se vivió en la base de Cerro Muriano (Córdoba), sede de la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán el Bueno X (BRIMZ X) a la que pertenecía Soria. Fue un funeral solemne en el que estuvieron presentes numerosos familiares del fallecido y en el que, entre las autoridades, estaban el ministro de Defensa y el jefe del Cuarto Militar, el contraalmirante Juan Ruiz Casas, en representación de Felipe VI.

La ceremonia se inició puntual a las 11.00 horas con el traslado del féretro a hombros de sus compañeros hasta el túmulo situado en el hangar de la base, mientras la banda de música interpretaba la primera de las dos marchas fúnebres que somaron. A continuación, el ministro de Defensa impuso sobre el féretro la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, la máxima distinción al haber fallecido en acto de servicio y reunir las condiciones por su trayectoria en las Fuerzas Armadas y su servicio en Líbano, donde se desplegó en dos ocasiones. Acto seguido, se interpretó el himno nacional tras el que la Unidad de Honores disparó con una salva de fusilería.

En ese momento, el coronel jefe del Regimiento de Infantería Mecanizada 10 (RIMZ 10), Rafael Colomer, pronunció el único discurso de la ceremonia. Colomer destacó el apoyo de los compañeros del fallecido a la familia y remarcó de él su «competencia, su trabajo y su amor por la profesión».

El alto mando recordó que el cabo Soria aceptó conscientemente que la entrega de la vida era una posibilidad más dentro de su carrera profesional, pero aclaró que «no buscó su muerte, ni la halló por imprudencia ni negligencia, sino que le llegó cumpliendo en su puesto». Por ello, espera que su muerte sirva de «estímulo» para sus compañeros recordando que el fallecido «no dudó» en ofrecerse como voluntario para misiones de mayor riesgo.

El acto siguió con el homenaje a los que dieron su vida por España, en el que se entonó La muerte no es el final, y el toque de Oración, para acabar con el himno del RIMZ 10. Finalmente, tuvo lugar el plegado de la bandera nacional, puesta a modo de sudario sobre el féretro, y la entrega de ésta, junto con la condecoración y la prenda de cabeza, a la viuda del cabo Soria Toledo antes de que, por segunda vez, sonara la marcha fúnebre mientras sus compañeros portaban el ataúd en el coche funerario. En este camino, justo detrás del féretro, se encontraba su viuda, en avanzado estado de gestación y agarrada a los dos compañeros que acompañaron el féretro del malagueño desde Líbano hasta España.

Posteriormente, los restos partieron hacia el cementerio de Málaga, donde familiares, amigos y representantes públicos y militares lo despidieron definitivamente en el cementerio de San Gabriel, donde fueron incinerado tras la misa funeral que se celebró sobre las 17.15 horas.