Venía a Málaga para despedirse de la vida y Málaga ha reconocido esa vida dedicada a la ciudad sin haber nacido en ella. El escritor Antonio Gala ya es hijo adoptivo y Medalla de la ciudad. Su emotiva confesión, a modo de carta de despedida en el discurso que pronunció el pasado mes de marzo cuando el Ateneo le entregó también su medalla, activó a las pocas horas el proceso que este jueves culminó en un Salón de Plenos del Ayuntamiento lleno de autoridades para presenciar este solemne acto. Pero ayer el mensaje fue bien distinto. Gala anunciaba que los doctores que le tratan de su cáncer de colon en el Reina Sofía de Córdoba le han dado el alta. «Estoy libre de cáncer», dijo al auditorio.

El autor de El Manuscrito Carmesí nunca ha ocultado su pasión por Málaga y Málaga saldó una deuda pendiente y a tiempo con uno de los más prolíficos literatos contemporáneos, pensador, referente, maestro y desde ayer también paisano que desde años lucha contra un cáncer puñetero, una «enfermedad de largo puteo», de la que va a conseguir salir adelante.

«No me dejéis ni cuando esté caído. Os quiero», dijo Gala para finalizar su discurso tras recibir los títulos de manos del alcalde, Francisco de la Torre.

En la finca La Baltasara, en las afueras de Alhaurín El Grande, escribe sus artículos diarios. La Tronera que leyó para agradecer la concesión de estas distinciones, «las más importantes que puede dar la ciudad de Málaga», destacó De la Torre. Málaga y Córdoba. Córdoba y Málaga. Son los lugares que más quiere. Ayer, las intervenciones de los portavoces de los grupos municipales demostraron que el cariño es recíproco.

María Gámez, del PSOE, consiguió emocionar al escritor, que se levantó de su asiento para agradecer el discurso que le había dedicado. Siempre elegante, con su inseparable bastón. Y le tendió la mano. Dijo que no lo había escrito ella, sino su buen amigo Troylo, el interlocutor de Gala en esas conocidas Charlas. Su sabueso por el que sentía predilección. Entre las muchas y acertadas frases de Gámez para justificar este reconocimiento, la portavoz socialista señaló: «Uno es más hijo de donde decide acabar sus días que de donde nace».

Antes, Eduardo Zorrilla, de IU, calificó a Antonio Gala de «pensador y creador que dignifica la intelectualidad». «No le adoptamos a usted, sino que usted ha adoptado a una Málaga que estaba huérfana», destacó.

Entre el usted y el tú, los discursos fueron poco a poco desgranando la valía personal y profesional de alguien que ha recibido más de 500 premios pero que ayer recibía un reconocimiento que le llegó directo al corazón. Ese que pone en cada novela u obra de teatro. En cada artículo de opinión que mueve cimientos «y nos pone el listón cada vez más alto», dijo el alcalde, aquejado de una inoportuna afonía. Y en cada poema. Como el que en su día dedicó a las playas de El Palo y que ayer también recitó.

Por el grupo municipal del PP fue Elisa Pérez de Siles la encargada de desgranar méritos. También intervino Gemma del Corral, concejala de Cultura y la instructora de un expediente plagado de adhesiones. Numerosas personalidades del ámbito político y cultural mostraron su apoyo a la concesión a Gala, destacando la importancia de su contribución a las letras, en general, y a la cultura española en su más amplia dimensión.

Muchas de ellas ocupaban anoche una silla entre los invitados al acto. Entre ellas Celia Villalobos, Antonio Garrido, José Luis Ruiz Espejo, Adelaida de la Calle... También el alcalde de Alhaurín El Grande, Juan Martín Serón, y representantes del mundo de la política, de la cultura o de la empresa. Llenaron el auditorio, se emocionaron con las palabras de Antonio Gala, que supo una vez más contagiar al auditorio de su poesía en prosa. Con ese ritmo tan peculiar. Con esa cadencia en cada frase.

Málaga cumplimentó una asignatura pendiente con alguien que ha demostrado su amor por la ciudad en un acto sencillo y solemne desarrollado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, y que concluyó con la inesperada actuación de la cantaora Clara Montes y José Losada, a la guitarra.