Después de años propugnando la necesidad de una devaluación interna como única vía para salir de la crisis económica, en las últimas semanas organismos como la OCDE, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y hasta el propio Banco Central Europeo han salido a la palestra para advertir sobre el riesgo de que continúen las rebajas de sueldos.

Todo apunta a que nos hemos vuelto a pasar de frenada. El remedio se ha convertido ahora en una de las principales amenazas para la recuperación y no es para menos si se tiene en cuenta que, en algunos colectivos, los salarios han dado un espectacular salto atrás en el tiempo de casi 25 años, según advierten desde la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), una organización nada sospechosa de favorecer los intereses de los sindicatos.

Y es que el desplome de los sueldos de estos años no ha afectado, ni mucho menos, a todos los trabajadores por igual. Mientras que aquellos que han tenido la suerte de mantener su empleo durante toda la crisis han perdido aproximadamente un 6% de poder adquisitivo por la combinación de la congelación de salarios y la inflación; los que se han visto obligados a buscar una nueva ocupación y, sobre todo, los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo han tenido que rebajar sus expectativas hasta un 35%, según afirma el investigador de Fedea Marcel Jansen, uno de los principales especialistas en la materia.

Jansen ha tomado como referencia los datos de la «Muestra Continua de Vida Laboral» que proporciona la Seguridad Social y que recoge el salario por el que las empresas cotizan por sus trabajadores. Las conclusiones son demoledoras. Los profesionales que ahora consiguen un contrato cobran de media 978 € mensuales, con la prorrata de las pagas extra incluida, la cifra más baja desde el año 1993, una vez descontados los efectos de la inflación. Entonces, tras aplicar el factor corrector de los precios, la paga inicial era el equivalente a 973 € actuales.

Si se se pone la lupa sobre el colectivo de jóvenes de hasta 29 años, el panorama es aún peor. En este caso, el sueldo medio cae hasta los 801 euros, una cifra desconocida desde el año 1990.

Al igual que la mayoría de economistas, Jansen cree que la devaluación era necesaria para que la economía española ganara competitividad, pero cree que «ha sido muy desigual» y asegura que ha perdido efectividad ante el frenazo en la eurozona.

«Si en España mantenemos los salarios congelados pero la tasa de inflación en Europa se sitúa por debajo del 1%, el sacrificio que hacemos no se verá recompensado porque no ganaremos más competitividad», explica el investigador.