­Las nóminas de los asalariados llegan con el nuevo año con dos novedades generalizadas: el cambio en las retenciones fiscales ligado a la rebaja tributaria y un nuevo formato que añade información sobre las cotizaciones a la Seguridad Social. Tales cambios siguen a otros en vigor desde principios de 2014 y que han afectado a los sueldos, a los pagos de las empresas al Fisco y, también, al control, cada vez más intenso, que la Administración tiene sobre cada euro que reciben los trabajadores por cuenta ajena.

En teoría, los asalariados deberían haber notado un ligero aumento en las nóminas (de entre 15 y 30 euros en la gran mayoría de los casos) resultante de aplicar una rebaja en las retenciones del IRPF. Ahora bien, no serán raras las situaciones en que el incremento del salario neto es menor del esperado e incluso es posible que la retención no haya bajado en realidad. El asunto tiene que ver con la forma en que se determina el tipo de retención para cada trabajador, mediante una herramienta informática de la Agencia Tributaria que tiene en cuenta la previsión que hace la empresa sobre los ingresos brutos totales que tendrá el empleado en el año y sus circunstancias familiares.

Si el trabajador tiene un salario sin componentes variables, lo normal es que haya notado una subida en enero por las menores retenciones, salvo que su sueldo haya subido y lo haga también el tipo que aplica Hacienda. Si hay partes variables (horas extra, complementos por productividad o festivos, por ejemplo), puede darse que la retención no baje o incluso que suba a pesar de la rebaja tributaria si lo hace la previsión de ingresos que la empresa atribuye al empleado, aunque luego no resulte precisa. Es común que en estos casos los tipos de retención varíen durante el año o que los empleadores realicen ajustes en los meses finales. Una variación incluso modesta de la previsión de ingresos puede hacer que el asalariado no note en la nómina la rebaja tributaria. Y pueden darse también supuestos de errores o retrasos de las empresas en modificar las retenciones.

Hacienda, que subió el IRPF en 2012, está devolviendo al menos una parte de aquel incremento a través de las nóminas, pero también se ha restado dinero por otras vías. A principios de 2014, la Seguridad Social dictó una norma que ha incrementado los pagos en cotizaciones de muchos trabajadores y empresas. Desde esa fecha, todos los abonos en especie (vales de comida, primas de seguros colectivos, aportaciones a fondos de pensiones, becas de estudio, préstamos, pluses de transporte o gastos de kilometraje y dietas por desplazamiento que superen cierto nivel) se integran en la nómina, engrosan la base por la que cotiza trabajadores y empresas a la Seguridad Social y a menudo están asimismo sujetos a retenciones del IRPF.

En un contexto de dificultad económica en la Seguridad Social, el Gobierno quiso así elevar los ingresos y atajar ciertas prácticas irregulares (sustitución del pago en metálico por pagos en especie para cotizar menos). La nómina mengua algo, aunque en contrapartida sube la base de cotización para calcular la pensión o la prestación de incapacidad.

En la misma línea, la Seguridad Social también ha obligado a las empresas a informar con el máximo detalle de cada pago que se hace a los trabajadores, esté o no sujeto a cotización. La Administración maneja así cada vez más información sobre los asalariados. Estos también la tienen por primera vez acerca de lo que cotizan las empresas por ellos. Los datos aparecen en una parte del nuevo modelo de nóminas (ver gráfico superior) en vigor desde noviembre y que antes de mayo están obligadas a utilizar todas las compañías. Las empresas aportan a la Seguridad Social el equivalente a casi el 30% de la base de cotización.