El hogar de los que nadie quiere. El refugio de los abandonados, de los que nacen en plena calle o de los imperfectos. La protectora se ha convertido en ese lugar donde están hacinados los perros y gatos que ya no tienen dónde ir.

La desconsideración de aquellos que abandonan a sus mascotas sin mirar atrás ha provocado a la saturación del refugio. Hasta 900 animales conviven en un espacio pensado para no más de 280. Una situación que ha propiciado que lo único que campe a sus anchas por los 7.600 metros cuadrados de refugio sea la parvovirosis.

No es el templo de la caridad pero se le parece. El «buenismo» de la gente, con aquello de no querer que maten a un animal, se ha convertido en la cantinela diaria a la que se enfrentan. Camadas en la puerta del refugio que no tienen dónde meter y que han generado una decisión tajante: no aceptar animales hasta nuevo aviso.

Los patios están colapsados. El módulo A, habilitado para las cuarentenas, se ha convertido en la vivienda de muchos. Los patios de guardería o de adultos tienen entre 10 y 12 animales cuando no deberían soportar más de seis.

En esas condiciones difícilmente se tiene un animal bien y, sin embargo, el equipo que trabaja lucha por ello. Nueve empleados, cuatro veterinarios autónomos y 260 voluntarios.

La presidenta de la protectora, Carmen Manzano, lleva desde 2011 en el cargo, apenas un año después de que se instalaran en el Camino de las Erizas, tras previo paso por Los Asperones. Entonces tenían 300 animales. Solo en cinco años se han triplicado; sin contar los 160 que están en casas de acogida.

El motivo principal que alegan aquellos que están al pie del cañón es que la gente abandona sin piedad y no se esteriliza a los animales. El refugio está lleno de protagonistas de historias que muestran hasta dónde alcanza la desfachatez humana.

Una de ellas es Azafrana, una galga que encontraron destrozada por Archidona hace años. Carmen aún recuerda las transfusiones de sangre que hubo que hacerle y cómo acabó con una pata delantera amputada. Cuando su vida estaba a salvo miraron si tenía el chip, con la fortuna de que tenía dueño. El momento de llamar para contar en qué estado estaba el animal era difícil pero la respuesta del mismo superó a los que cuidaron de Azafrana. «Si puede parir aún, me la quedo». Esas fueron las palabras del que se la llevó y llamó dos años después. «¿Usted es la señora que me dijo que si no la quería le llamara,no? Pues no se queda preñada así que venga a buscarla». Y así fue.

Por suerte, entre todas las historias también hay algunas con final feliz. Muchos cuando encuentran algún animal y lo llevan al refugio, regresan al cabo de los días. No pueden quitárselos de la cabeza y van a adoptarlos. «Queremos que cada animal tenga una familia». Ese es el sentir de los que componen la protectora. Para muchos de los que viven allí es su hogar. Vienen de una mala vida, se han criado en la calle o han sido maltratados. Aquí tienen compañeros de fatiga, un techo, agua y comida. Otros nunca se acaban de adaptar. «Los que peor lo pasan son los que son abandonados y vienen de una familia», puntualiza. El frío de los últimos días les hace pasar noches duras, con el mercurio muy cerca a los cero grados y sin los que creían que conformaban su familia. «Con mirarles a los ojos sabes si un perro viene de la calle o es abandonado», explica Manzano. La experiencia es un grado.

El aspecto económico es secundario para la presidenta. Su principal objetivo es lograr que la gente adopte a los animales y tengan un hogar. Aun así las cuentas son dignas de mencionar. Los gastos mensuales para mantener la protectora ascienden entre 25.000 y 30.000 euros. Agua, luz, pienso, vacunas, desparasitar, operaciones externas, empleados... Todo ello suma una cantidad considerable. Ellos solo reciben 30.000 euros por parte del Ayuntamiento por el convenio de recogida de animales, donaciones y la cuota -mínima de siete euros- de los 1.400 socios. Y ahí siguen.

Una factura de agua de vértigo para mantener el refugio limpio

La única forma de mantener las instalaciones limpias es a base de agua. La sobresaturación de todos los espacios se convierte en el enemigo principal con el que hay que lidiar para que la higiene no se vea en peligro. El remedio para que los patios no sean un foco de infección es lavarlos con agua al completo dos veces al día. Miles de litros dedicados a esta función que se traducen en facturas impensables para muchos. Los meses de frío oscila entre 5.000 y 6.000 euros pero durante el verano puede subir. En agosto de 2014 la protectora pagó hasta 10.000 euros.

El podenco, el perro más abandonado en el refugio

Sin ser conscientes de ello, los podencos han colonizado el refugio. Se han convertido en la raza más común y 300 ejemplares conviven con sus compañeros perrunos. La fama que han cosechado no la merecen y aseguran que son perros muy alegres. Una especie que se adapta al entorno sin problema. Animales de caza por excelencia, si viven en un campo estarán activos las 24 horas, pero si se acostumbran a estar en casa, tranquilos, no requerirán más cuidados que el resto de compañeros que pueden convivir en un hogar. Es cuestión de tiempo.

La lista de deseos: un oftalmoscopio y una máquina de rayos x

El quirófano trabaja a destajo a diario. Desde las 10 de la mañana a las 18.30 horas activo es casi imposible cuantificar el número de animales que pasan por la sala. La vida del material que utilizan se acelera por su continuo uso y algunos artículos será necesario cambiarlos en cuestión de tiempo. La máquina de rayos X es uno de los utensilios a los que le augura una jubilación no tardía. Tener un oftalmoscopio sería muy útil. El bull dog francés presenta muchos problemas oculares y cada operación cuesta entre 300 y 500 euros.