La lluvia bañaba ayer los inmensos ficus del Hospital Psiquiátrico San Francisco de Asís así como la antigua pista de patinaje de esta mansión junto al arroyo Jaboneros que perteneció a la familia Krauel y a los jesuitas.

El jardín está en pleno proceso de adaptación. Se mantienen los árboles históricos pero no los arbustos para dar paso en breve a una zona verde con césped más amplia y también más segura para los pacientes. «Aquí estamos siempre renovándonos, ahora mismo, también las habitaciones», destaca Antonio de Linares Castro, presidente del consejo de administración de la sociedad anónima San Francisco de Asís.

Su abuelo, Francisco de Linares y Vivar, fue el primer psiquiatra de España y el hombre que humanizó el trato con los enfermos mentales. «Él no comprendía por qué a una persona que está enferma había que castigarla con inyecciones de amoniaco, darles duchas frías o castigarlos por estar enfermos», comenta Francisco Linares de Castro, el conocido locutor malagueño de esRadio que además es el relaciones institucionales del hospital.

El abuelo, además de diseñar los respectivos psiquiátricos en Málaga de los hermanos de San Juan de Dios y de las hermanas hospitalarias, cumplió su sueño y abrió su propio hospital en septiembre de 1935.

80 años después, el Hospital Psiquiátrico San Francisco de Asís emplea entre trabajadores directos e indirectos a 110 personas y atiende en la actualidad a 176 pacientes. «La cifra fluctúa, en verano siempre hay más», señala Antonio de Linares, que cuenta que el hospital, mixto desde hace 20 años, siempre ha recibido, además de a pacientes malagueños, a otros procedentes de toda España -ahora mismo, de Navarra, Madrid, Canarias, Extremadura, Baleares, Ceuta y Melilla-.

Desde 2005, la institución cuenta también con la Comunidad Terapéutica San Antonio de Padua, para pacientes compensados y con un grado importante de autosuficiencia. La lluvia ha congregado a muchos de ellos frente al televisor en un amplio salón. Y en el edificio principal hay sesión de cine (Doctor Dolitte), a la que muchos se apuntan.

«Tenemos muchos talleres, de pintura, dibujo, cocina, salidas semanales...», resume Antonio de Linares Castro. El centro, además de la terapia ocupacional ofrece entre otras cosas piscina, cocina con distintos menús y servicio de lavado y planchado. En la cocina por cierto, se está preparando a media mañana cazuela de fideos y pollo con verduras.

En los folletos publicitarios de 1935, el entonces «sanatorio psiquiátrico para caballeros» se anunciaba también con vistas al mar cuando la hermosa mansión estaba rodeada de un mar de cañas de azúcar, con el horizonte azul de fondo. El paso del tiempo, sin embargo, ha conservado mucha de esa tranquilidad y buenas vistas gracias a un entorno que ha crecido con chalés de baja altura.

La familia De Linares, cuenta Antonio, tiene ya una nueva generación de psiquiatras que aseguran que la obra del primer psiquiatra español seguirá en buenas manos. «Esto es más una vocación», resume Francisco de Linares, quien antes de despedir al periodista abraza a Myriam, una paciente que escribe poemas cargados de sentimiento. Aquí va una muestra: «¡Quiero volar y llegar al azul cielo!». Francisco de Linares se queda con esos versos y con el gesto de José Chamizo, antiguo Defensor del Pueblo Andaluz, que eligió este centro para hablar de Salud Mental. «Dijo que el hospital representaba lo que le gustaría para un paciente mental».