­De los siete parlamentarios malagueños de la diluida legislatura, sólo repiten dos caras conocidas en la candidatura socialista: Luciano Alonso y Marisa Bustinduy. En el segundo puesto de salida, y con pasaporte directo a San Telmo, aparece la última apuesta de la dirección provincial. Rubiño dará el salto de la cómoda militancia base, a tener que imponerse entre el guirigay de un Parlamento que aguarda la previsible entrada de nuevas fuerzas políticas. Sobre Podemos admite que «su mensaje ha calado» porque es «muy fácil hablar si nunca se ha gestionado». A pesar de la imputación de Chaves y Griñán, niega que su partido se haya mostrado flexible con la corrupción. Lamenta las recientes declaraciones del ministro de Justicia, al que acusa de tener un «bajo conocimiento del derecho procesal».

¿La decisión de prescindir de Tomás Gómez se puede interpretar como un toque de atención para recordarle a Susana Díaz que debe mostrarse intachable ante la corrupción?

Me extraña que fuera un toque de atención. No se puede extrapolar lo que ocurre en una comunidad a otra. El liderazgo autonómico de Susana es incontestable. No creo que ni Pedro ni Susana necesiten de tutelas por ambas partes. La actuación de Pedro Sánchez se ha podido criticar por las formas, no por el fondo. Pero Susana Díaz siempre ha mantenido una línea muy fiel a su palabra.

¿Cómo es la relación entre Susana Díaz y Pedro Sánchez?

La relación es cordial. De hecho, la primera foto que se sacó Pedro Sánchez cuando salió elegido secretario general fue precisamente con Susana. Él es consciente del liderazgo tan potente que tiene ella en Andalucía. Está claro que existen intereses por otros partidos en incidir en que existe una mala relación y eso está lejos de la realidad. Aunque a veces, las relaciones se tienen que encontrar.

En la singular competición del y tú más entre PP y PSOE por la limpieza orgánica, Susana Díaz marcó la línea roja en la imputación. A día de hoy, Manuel Chaves y José Antonio Griñán mantienen su acta como diputado y senador respectivamente. Parece una contradicción.

En absoluto porque aquí hay que matizar. No existe una imputación por delito. El consejero de Justicia, Emilio de Llera, dejó ayer muy claro que la figura de la imputación no significa nada. Sólo pueden declarar como imputados las personas que están aforadas, como es el caso de Chaves y Griñán. Llevan más de un año pidiendo testificar. Una cosa es declarar como imputado. Otra bien distinta es que se le impute un delito, que no es el caso. Hay que matizar porque son términos que suelen crear mucha controversia.

¿No cree que si no estuvieran aforados, hace ya tiempo que la juez Alaya hubiera imputado a ambos?

En absoluto. La figura del aforado suscita mucha controversia porque es muy desconocida. El aforamiento no significa que una persona tenga privilegios. Significa que tiene garantías en razón de su cargo. Que en el ejercicio de tus funciones, no vas a ser perseguido ni juzgado por las mismas.

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, sí habló de delito.

Resulta triste que el ministro de Justicia sepa tan poco de lo que es el derecho procesal. Hablaba ayer de imputación con delito, cuando no es así. A lo mejor sí tiene los conocimientos, pero le interesa tergiversar los hechos para que la ciudadanía perciba algo distinto de lo que es la realidad.

Javier Carnero, que iba de cinco con usted en la lista, supo el miércoles de su imputación. Él sí dimitió al instante.

En el caso de Javier Carnero, la situación es diferente. A él si le han imputado por un delito, cuando fue alcalde de Benalmádena. Él se ha anticipado a la decisión para poder preparar su defensa y no perjudicar al partido. Es una decisión que todos sus compañeros debemos de elogiar. De todas maneras espero que esta causa se archive pronto.

¿Ve alguna relación entre las últimas pesquisas de la Policía Nacional relacionadas con el fraude en las subvenciones a empresas de formación a parados y el inminente ciclo electoral en Andalucía?

Yo confío plenamente en la justicia, pero no deja de ser curioso que esa norma no escrita que existe de que determinados asuntos que son muy polémicos y pueden suscitar cierto resquemor entre la ciudadanía no se saquen cerca de unas elecciones, ahora hayan visto la luz de una manera tan metódica y coincidiendo con este ciclo electoral. Al menos, da que pensar.

¿Teme que el ruido interno erosione la imagen del PSOE ante los votantes, justo ahora que Susana Díaz clama por un gobierno estable?

Espero y confío que no. Cuando nosotros nos acercamos a la gente, se habla más de gestión y de lo que se ha hecho hasta ahora, y de lo que se quiere seguir haciendo en un futuro.

El PSOE siempre ha querido vender el discurso del último bastión frente a los recortes del Gobierno central.

Somos la Galia del país. No es palabrería. Hay que ver las distintas políticas que conforman el Estado del bienestar. Aquí se sigue manteniendo la gratuidad en los libros de texto. La Junta ha puesto en marcha varios planes de empleo y programas de garantía alimentaria. En Andalucía no se han cerrado centros de salud y se sigue aguantando la Ley de dependencia.

Las encuestas dan la victoria al PSOE, aunque lejos de la mayoría absoluta. Susana Díaz ha dicho que no pactaría ni con Podemos ni con el PP. ¿Abrazarse de nuevo a Izquierda Unida?

Estamos trabajando para obtener una mayoría lo suficientemente fuerte para no tener que pactar. Las encuestas van variando cada semana. El pacto hoy día tiene que ser con la gente, que nos reclama que trabajemos y gestionemos.

¿Teme al efecto Podemos?

No le temo, pero soy consciente de que su mensaje ha calado entre la gente porque existe un hartazgo entre la ciudadanía. Es muy fácil hablar cuando nunca se ha gobernado. Podemos le está contando a la gente lo que quiere oír, pero no dice cómo lo va a conseguir. De todas maneras, creo que Podemos ya ha tocado techo y son los que son.