Tiene algo de entrañable picardía futurista, de sueño trenzado a cuatro manos entre Carmen Lomana y el guionista de Twin Peaks. Un invento de los que haría santiguarse en masa a todas nuestras abuelas, pero cuya aportación a la ciencia biomédica va mucho más allá del efectismo y del mercado de la vanidad. La empresa Purificell, surgida en la Universidad de Málaga, acaba de dar el aldabonazo y marcarse un tanto que amenaza con revolucionar el mundo de la cirugía plástica y someterlo a la única moda que puede hacer realmente bien a un campo con frecuencia tocado por el exceso: la de la vuelta a la naturalidad, a la no agresión.

La firma, integrada por un equipo formado por biólogos y cirujanos, ha desarrollado una técnica de depuración de células madre que permite regenerar la piel con máximas garantías de tolerancia, sin trucaje ni necesidad crónica de renovación. Y, además, a un precio de saldo, muy alejado de los números que se exhiben en las revistas de los famosos. Lejos de ser un mero proyecto, el sistema ya ha salido a la venta y se ha llevado a cabo con éxito. Entre otros puntos, en la Clínica El Ángel, donde fue utilizado para recomponer parte del rostro de la víctima de un accidente de tráfico.

La bióloga Victoria de Andrés explica que el proceso se basa en el perfeccionamiento del tratamiento de las células madre, que son aisladas y acendradas en el mismo quirófano, apenas minutos antes de ser inyectadas en la zona del cuerpo a reconstruir. El paciente se tumba, se deja extraer las células y en menos de una hora regresa a casa con la piel nuevamente tersa y engastada, sin la apariencia de artificio inevitable de la operación tradicional.

El éxito de la técnica, que aporta una nueva patente al entorno de la UMA, se asienta en el mecanismo celular, que hace que el injerto sea recibido por el organismo sin aspavientos, como si fuera, y de lo hecho lo es, la continuación de un procedimiento natural. La novedad que introduce la firma es apabullante. Especialmente, si se tiene en cuenta que hasta el momento la mayoría de las intervenciones convencionales se hacían a través de la aplicación de grasa extraída del abdomen. Un sistema que exigía al paciente regresar al quirófano a medida que iban apagándose las nuevas células, en una incómoda, y, sobre todo, costosa, carrera de actualización.

Con el modelo inventado por los científicos de la UMA, la reconstrucción limita el tratamiento a una sola actuación. «Al tratar las células madres la tasa de mortalidad es mucho menor y no hay que volver a pasar por el trance», señala De Andrés. El método de Purificell fue presentado ayer en el Rectorado de la UMA, donde además de la bióloga, estuvieron presentes el catedrático de Fisiología Pedro Fernández-Llébrez, el cirujano José Ramón Moreno y Adelaida de la Calle, rectora de la institución.

Además de su valor científico, el hallazgo de los especialistas malagueños supone pura dinamita para el mercado de la cirugía. Los precios con los que la técnica sale al mercado son muy asequibles y oscilan entre los 1.200 y los 1.500 euros por intervención. Se trata, en la práctica, de un hallazgo que supone potencialmente para la regeneración de la piel lo mismo que para la aeronáutica la entrada de las compañías de bajo coste: la oportunidad de acceso a un servicio que hasta ahora estaba reservado para las economías más pudientes.

Aunque la reconstrucción facial suele ser lo más demandado, las posibilidades que abre la nueva técnica no se restringen a este tipo de intervenciones. El mismo proceso, detalla De Andrés, puede ser empleado para otro tipo de tejidos, incluidos los relacionados con dolencias cardiacas.

Comercialización

La idea de Purificell fue reconocida con el premio Spin-Off de 2011. Un reconocimiento que la Universidad de Málaga se reserva para distinguir a los proyectos de mayor potencial entre todos los que apoya. Desde entonces, y con todas las verificaciones bajo el brazo, el equipo de científicos se adentró en su puesta en marcha, que fue retrasada hasta hace un mes y medio por la tardanza del reconocimiento de la patente. Los científicos están dispuestos a trasladar su sistema a todo complejo hospitalario y cirujano que lo requiera. En esto también ponen sobre la mesa un argumento ergonómico: el traslado del equipo apenas precisa de 24 horas. La reinvención de la regeneración.