Hace pocos días comentábamos en esta sección que por mucho que, acertadamente, hace años que el Ayuntamiento está rehabilitando el antiguo Cementerio de San Miguel, poco nos va a lucir si la plaza delantera, la del Patrocinio, es una explanada que con su buena ración de banderolas recordaría a una tienda al aire libre de coches de segunda mano. Como las que se ven en la series americanas.

Por lo menos, en el desaguisado que presenta este espacio tan poco seguro para el peatón, las obras en el camposanto han tenido a bien incluir en el vallado de protección de la fuente del Tempus Fugit, cuyo cascado reloj de arena con alas da la impresión de llevar siglos queriendo salir del lugar a la velocidad del concorde.

Pero hoy nos detendremos en el lateral derecho, al que se puede acceder desde Olletas o bien desde esta plaza. Nos recuerda con todo detalle que los cementerios se levantaban en el extrarradio de las ciudades, casi siempre con la vecindad del campo.

Así se entiende el terrizo que desde hace tiempo se utiliza como aparcamiento. Pero lo curioso de esta zona es un enorme desmonte, los restos de una loma que descendía suavemente hacia la plaza del Patrocinio, donde aguarda un enorme eucalipto.

Ya no es tan sencillo subir a esta loma, que está rematada por una gigantesca y posiblemente centenaria buganvilla que recuerda por su porte a la que cuelga del muro del Cementerio Inglés, en la avenida de Príes.

Las huellas de las excavadoras han dejado profundos surcos en la tierra, pero cuando se culmina el ascenso, el premio son unas vistas increíbles del Cementerio de San Miguel y los pináculos de sus panteones, una pequeña ciudad con cimientos del XIX cuyos edificios, de diferente grado de suntuosidad, nos muestran los estratos sociales de la época.

Lo más esperanzador de este desmonte, este terreno en tierra de nadie, es el vecino huerto urbano de la asociación El Caminito, que ha convertido en un pequeño vergel una parcela municipal venida a menos.

Sus brotes verdes, estos sí, auténticos, alcanzan ya el lateral de la cuesta semitruncada, que también se está ajardinando. El deseo de la asociación es ajardinar todo el entorno del huerto urbano. Tendrán que convencer al Ayuntamiento de la necesidad estética de mantener la loma.

En todo caso, aquí tenemos a un grupo de esforzados jardineros que se han puesto manos a la obra antes de que lo haga la burocracia municipal, que según para qué cosas, puede tardar lo que no está escrito. Felicidades.

Tradición popular

Como las cruces de mayo, la Feria de Agosto o la inminente Semana Santa, a nuestro rico acerbo de tradiciones populares habrá que incorporar la cíclica promesa electoral de cambiar del revés el río Guadalmedina. Hace tres lustros que Celia Villalobos, un año antes de dejar su puesto electo, inició la tradición. Tradición popular, como hay otras de otro signo político igual de fatuas.