Cuando sólo tenía 14 años, la entonces Sociedad Malagueña de Ciencias se topó en su camino. El futuro ingeniero de Montes y jefe provincial de Icona Miguel Álvarez Calvente (Málaga, 1931) entró por primera vez en la antigua sede de la institución, en el que fuera Colegio de San Telmo, para asistir a una conferencia que su profesor del Colegio de los Agustinos, socio numerario, impartió sobre la reciente novedad de la bomba atómica.

Unido a la institución desde 1960, Miguel Álvarez Calvente, acaba de publicar Anotaciones históricas sobre la Sociedad Malagueña de Ciencias (1872-2002), obra auspiciada por la Academia Malagueña de Ciencias, la denominación oficial que ostenta desde 2002.

El libro fue presentado el pasado martes en el número 4 de la calle Moratín, la sede de la Academia, una institución que nació en 1872 como Sociedad Malagueña de Ciencias Físicas y Naturales con dos fines principales: fomentar el estudio de estas dos ciencias y crear un museo «de productos naturales de nuestra provincia», rezaba su primer reglamento.

Entre los promotores de la idea, el primer presidente, el botánico y geólogo Ricardo de Orueta y Duarte y el farmacéutico y botánico Pablo Prolongo García, ambos científicos de prestigio internacional. Entre el resto de socios, los grandes apellidos de la burguesía malagueña que abogaban por la difusión y aplicación práctica de la Ciencia. Entre ellos, además de científicos hay urbanistas como José María de Sancha; industriales (Heredia, Larios, Huelin) y comerciantes (Scholtz, Grund, Crooke).

La nueva entidad llevará a gala además una importante mandato estatutario: no se consienten discusiones religiosas o de actualidad política. La Sociedad, con sede desde 1877 en el Colegio de San Telmo, junto a la plaza de la Constitución, comparte conocimientos y trata de luchar contra los males y problemas de su tiempo como las plagas y epidemias que afectan a la provincia ya sea la filoxera o el cólera morbo. Y más ejemplos: publica estudios detallados sobre los famosos terremotos de 1884, el clima de Málaga -la institución será el precedente de la Sociedad Propagandística del Clima- o diserta sobre las riadas del Guadalmedina tras el desastre de 1907 o acerca de la necesaria repoblación de los Montes de Málaga.

Por todo ello, lejos de ser una entidad de pompa y circunstancia, desde el primer día la Sociedad Malagueña de Ciencias -denominación que adopta en 1909 para ampliar su campo- se dedica a trabajar por Málaga y su provincia y, como hemos visto, ofrece conferencias, debates y estudios, al tiempo que por ella pasan los más famosos científicos, ingenieros y personalidades malagueñas de su época como Modesto y Manuel Laza, Juan Temboury, Narciso Díaz de Escovar, Manuel Giménez Lombardo o José Martínez Falero y en la esfera nacional Miguel de Unamuno, Francisco Giner de los Ríos o José Ortega y Gasset, una tendencia que nunca ha abandonado.

Uno de los más importantes episodios de la institución es la publicación durante un año, desde 1904 a 1905, de la revista Andalucía Científica, dirigida por el socio y médico Francisco Rivera Valentín, en cuyo equipo la mayoría son miembros de la Sociedad. La publicación aportó su grano de arena a los sueños regeneracionistas de la época al difundir artículos sobre un gran número de materias científicas.

Las Anotaciones Históricas de Miguel Álvarez Calvente recuerdan momentos decisivos como el nombramiento de la primera socia numeraria, Eda Dibouska de Conguid, en el temprano año de 1904, la celebración, a instancias de la Sociedad, del I Congreso Nacional de Arqueología en 1947 o el primer curso de inglés, que se impartió, en 1951, con gran éxito de asistencia.

La obra dedica un capítulo a las estrechas relaciones entre la Sociedad Malagueña de Ciencias y la Universidad desde sus inicios como rama malagueña de la Universidad de Granada hasta el nacimiento de la Universidad de Málaga en 1973. En ese año, siendo presidente Modesto Laza, se firma un convenio para depositar «toda su biblioteca, ficheros y enseres» en la futura Biblioteca General de la Universidad, proceso que pasó por varios problemas institucionales pero que finalmente llegó a buen puerto.

Desde el año 2000, la Biblioteca de la UMA cuenta con un importante espacio que acoge los cerca de 7.000 títulos de la Academia Malagueña de Ciencias, de los que ya hay catalogados alrededor de 5.600 y entre los que se encuentran valiosos ejemplares del XVIII y obras de casi todas las disciplinas científicas.

El libro aborda también lo que considera una «refundación» y actualización a finales de los 80, en tiempos del presidente José Ángel Carrera Morales, y finaliza con la transformación en Academia Malagueña de Ciencias en 2002, un paso lógico para el autor ya que desde su nacimiento «se configura, reglamenta y funciona» como academia.

No se olvida la obra tampoco de pequeños pero grandes momentos para los primeros socios como la llegada de un microscopio inglés, regalo del Gobierno o la adquisición de un estetoscopio, que retratan el precario estado de la Ciencia en la Málaga en el último tercio del XIX y la providencial llegada de esta Sociedad.

«La primera vez»

El profesor de Botánica de la UMA Alfredo Asensi, que preside la hoy Academia Malagueña de Ciencias desde 1996, ha resaltado la importancia del libro de su compañero Miguel Álvarez Calvente: «Es la primera vez que se cuenta la Historia de la Sociedad Malagueña de Ciencias y además me parece muy bonito porque está contada en primera persona: es un libro de Historia pero también de recuerdos de Miguel», señaló.

El presidente aprovecha para subrayar que «legalmente, una academia es un organismo consultivo de la administración», de ahí que la Academia Malagueña de Ciencia se siga volcando en la emisión de informes y estudios realizados por sus miembros, expertos independientes, en asuntos como el Parque de Málaga, cuando su remodelación, el Guadalmedina o haya organizado, recientemente, unas jornadas sobre el fracking.

La institución, integrada en el Instituto de España y el Instituto de Academias de Andalucía, continúa publicando un boletín anual con todas sus actividades y cuenta con web (www.academiamalaguenadeciencias.com) así como con sendas cuentas en Twitter y Facebook.

Miguel Álvarez Calvente ha narrado los 130 años de la antigua Sociedad cuyo nacimiento ya fue, por sí solo, un milagro científico para la Málaga de su tiempo.