­Tierra ancestral de antiguas haciendas, lagares y alquerías, el distrito de Campanillas está habitado por cerca de 20.000 personas y cuenta con un bullicioso vecino, el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), al que cada día acuden más de 15.500 trabajadores. El amplio distrito incluye a barriadas y núcleos poblacionales como Santa Rosalía-Maqueda, Huertecilla Mañas, Colmenarejo, El Tarajal o Las Castañetas, además de varios diseminados. Los vecinos de Campanillas, la principal zona natural de expansión urbana de Málaga, afirman que siempre se han sentido «la periferia algo olvidada» de la capital y reclaman a las administraciones, entre otras muchas cuestiones, que den una solución al colapso de tráfico que genera las horas punta de entrada y salida al PTA, que renueve la obsoleta red de saneamiento y alcantarillado de la zona y que mejore la limpieza de las calles y los cauces de los arroyos, fuente de malos olores e imán para insectos y roedores. Además solicitan más parques, nuevas instalaciones deportivas (el distrito no tiene aún polideportivo) y que se mejoren las conexiones en autobús con Málaga (hay muchas quejas sobre la tardanza de la línea 19 de la EMT, que sustituyó hace menos de un año al histórico servicio de Olmedo). También recuerdan que el distrito cuenta con dos piscinas municipales -la climatizada de Campanillas y la de Colmenarejo, al aire libre- que están cerradas y en estado de abandono tras los problemas con la concesionaria.

En lo referente al tráfico, el PTA condiciona el día a día por el enorme volumen de vehículos que asaltan los accesos a la barriada a diversas horas del día, algo que colapsa la avenida José Calderón, verdadera arteria de Campanillas, y el resto del barrio. Andrés García, que vive en la avenida Cristobalina Fernández (por donde llegan a pasar 3.200 vehículos al día), afirma que los vecinos viven un «infierno» con «unas caravanas de espanto» a primera hora de la mañana, a las tres de la tarde y a las seis, coincidiendo con las horas de entrada y salida de las personas que trabajan en las 620 empresas del PTA. «Es algo espantoso. No se puede ni salir de casa en coche», lamenta.

Luis González, otro vecino, señala que el problema es que tanto los trabajadores del PTA como los propios vecinos se ven obligados a «callejear» con el coche para tratar de evitar los grandes atascos, provocando un tapón generalizado en la barriada. «La gente se desespera. Sacar el coche del garaje es toda una película porque son calles muy estrechas y la gente te pita. A las diez de la mañana está todo colapsado», comenta González, que demanda una reordenación circulatoria en las calles adyacentes a José Calderón para aliviar el problema. «El tráfico nos tiene molidos. Para ir a algún sitio en hora punta, por ejemplo a un médico a Málaga, te tienes que ir más de una hora antes o no llegas», añade José González, otro campanillero. Problemas similares de tráfico se dan en el cruce de Famadesa con los vehículos que vienen de la autovía y Fresneda, según comenta Mari Ángeles Aguilar, que regenta una aseguradora. Ella reclama una rotonda en ese punto para evitar accidentes, la creación de aceras a la llegada de José Calderón, una mejor definición de la línea continua en esta avenida para saber cuándo se puede girar y un arreglo del puente sobre el río Campanillas.

En el tema circulatorio, la Asociación de Vecinos de Campanillas «Evolución», presidida por Carmela Fernández, ha propuesto, entre otros puntos, la creación de un vial en altura o soterrado hasta el PTA u obras desde la rotonda del cementerio por la MA-405, además de aumentar los accesos desde la autovía y construir una circunvalación en la zona. El problema del tráfico se viene hablando con el Ayuntamiento y la Junta en la mesa de movilidad del PTA. Para los vecinos, la llegada del metro a Campanillas es otra reivindicación.

La barriada también se enfrenta a un problema en su red de saneamiento que, con más de 30 años, integra aguas pluviales y fecales y se atora frecuentemente. Los vecinos han denunciado a Emasa reiteradamente que los patios y los servicios de algunas casas y comercios se anegan y que las tapas de alcantarillas rebosan cuando llegan las lluvias. «Yo he tenido más de un mes el patio anegado porque el agua del servicio no corría pero ocurre en toda la calle. Deberían limpiar más aunque Emasa dice que algunos problemas son de las acometidas de cada particular a la red general», comenta Ana Rosas, una comerciante de congelados de la avenida José Calderón. El concejal del distrito, Luis Verde, (que en la valoración media de los vecinos consultados para este reportaje se lleva un nota media de 5 sobre 10), señala que las soluciones pasan por el futuro desarrollo urbanístico de la zona, que obligará a redimensionar la red. En todo caso, promete una mejora a corto plazo del saneamiento.

En el tema de equipamientos, los vecinos del distrito reclaman más parques, ya que sólo cuentan con el lineal José Carlos Fajardo y otros dos más pequeños. En general, hay satisfacción con el parque lineal aunque se pide más limpieza y que se arreglen los desperfectos causados por los vándalos. «Veo muchas cacas de perro y restos de cervezas y comida», apunta una vecina, Teresa Cabello. La necesidad de proteger el parque ha llevado al Ayuntamiento a establecer un horario y cerrarlo de noche. En cuanto a instalaciones deportivas, los vecinos echan en falta un polideportivo como tienen otros distritos. Tampoco se dispone aún de carril bici.

Aitor Martos, un joven vecino de Los Manceras, afirma que «hay pocas zonas deportivas y nos vendrían muy bien» y comenta que las pistas de fútbol y baloncesto, arregladas hace poco, dejan bastante que desear. «Hay unos bordillos grandes y te puedes torcer fácilmente un tobillo. Tampoco nos vendría mal que pusieran fuentes para beber y que construyeran pistas de pádel, como sí hay en otros puntos de Málaga», apunta. Martos también destaca la limitación del trasporte público a la capital. «El último autobús a Campanillas sale a las 23.30 horas. Si un joven quiere estar de fiesta se ve obligado a coger el coche o un taxi. No hay bus nocturno», señala. Igual opina otra joven vecina, Ana López. «No hay máquinas para hacer deporte en la zona alta de Campanillas cuando cierran el parque José Carlos Fajardo. Y los jóvenes se sienten aislados en el tema del autobús. Volver de noche en taxi desde Málaga sale muy caro», dice.

El tema de los autobuses es recurrente. A juicio del vecindario, la que mejor funciona es la 25 (del Centro a Maqueda) mientras que la 19 (que también llega hasta Maqueda pero pasando por la avenida José Ortega y Gasset y los polígonos) tiene pocas frecuencias y un recorrido muy largo. «El 19 va muy mal. Es muy lento. Se tarda más de una hora en llegar al destino», asegura Francisco Mancera. Hay otra línea, el 28, que hace un recorrido circular por el distrito y al que también se le achaca cierta tardanza.

¿Qué sentir hay entre el comercio? El vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Campanillas (Cefema), Daniel Gallardo, cree que su barriada ha prosperado mucho en las últimas décadas. Al Ayuntamiento, en todo caso, le pide mejoras en el tráfico y que continúe las campañas de promoción del comercio. Por su parte, Soledad Serrano, que regenta la floristería Liatry, afirma que la gente se queja mucho de la escasez de aparcamientos en las inmediaciones de José Calderón y echa de menos zonas verdes, deportivas y un mayor embellecimiento de la barriada. «Me gustaría que cuando la gente entrara en Campanillas la encontrara más bonita», apunta. Rafael Martín, propietario de la pizzería La Caprichosa, comenta que está muy satisfecho con los equipamientos de la barriada aunque sí desea que mejoren progresivamente los accesos y que algún día llegue el metro. María Victoria Gallego, dueña del restaurante El Sauce, solicita por su parte más contenedores (incluidos los de reciclaje), aparcamientos para minusválidos y nuevas zonas de carga y descarga. «Los camiones no tienen nunca dónde parar», apunta

Carmela Fernández, de la asociación de vecinos, se queja también de que la barriada siga sin contar con un mercado municipal pese que existe desde hace años un proyecto del Ayuntamiento. «Sólo hay un mercadillo que se pone todos los lunes. Hay jóvenes que me preguntan que cuándo harán el mercado porque les gustaría instalarse en él, pero seguimos sin saber nada», explica.

Este colectivo también tiene la aspiración de que un tramo de José Calderón (de Roquero a la rotonda del PTA) sea algún día peatonalizado, aunque para ello hay que esperar a que se construya una urbanización que asegure los ramales de conexión necesarios.

En Santa Rosalía-Maqueda, Antonio Luque, presidente de la asociación de vecinos, recuerda que un 70% del acerado y alcantarillado es de hace casi 40 años y reclama su mejora, así como del tramo de arroyo que pasa por la barriada. Luque -que recuerda que sufren ahora mismo una plaga de oruga procesionaria- pide mejor limpieza y lamenta la carencia de zonas deportivas. El Ayuntamiento ha acometido en esta legislatura el acerado del conocido como paseo del Colesterol, que va hasta la rotonda del PTA.

En Colmenarejo, el representante vecinal, Marcos González, destaca entre los debes municipales el tema de la clausurada piscina tras los problemas con la concesionaria -se sigue a la espera de que se saque un nuevo pliego- y critica que las nuevas farolas que se han puesto tengan el cableado aéreo y no soterrado. También recuerda que el camino del Canal, una antigua conducción de riego, sigue sin arreglar. «Lo podrían enterrar y poner aceras y así habría una zona de paseo», señala.

Desde Huertecilla Mañas, José Subires, un conocido vecino, denuncia la ausencia de pasos de peatones elevados en la calle Bauxita (la principal) para impedir que los coches vengan lanzados. «Lo llevamos pidiendo hace mucho. Incluso el Ayuntamiento lo dio por hecho pero nada». Subires cita además la falta de zonas verdes y de aparcamientos como uno de los déficits del barrio. Y añade que hay zonas sin asfaltar donde «cuando llueve, todo se llena de barro por el arrastre de las montañas».

En Las Castañetas, José Padilla y Antonio Gómez destacan el acerado realizado hasta Los Manceras, pero apuntan que hay una zona de 85 metros que se ha quedado sin hacer por problemas con una finca. Añaden que los coches aparcados en la calle Castañetero, que cruza el barrio y es de doble sentido, no dejan sitio para circular. Y piden que se recupere como zona deportiva el abandonado campo de béisbol. Otra demanda es la de una mayor seguridad policial y mejor conexión de la línea 28 de la EMT que comunica con Campanillas.

Y en El Tarajal, Paqui Moreno resalta el problema del arroyo y el carril de la antigua fábrica de corcho, ya que cuando llueve el agua que baja afecta a las casas. «Queremos que lo entuben», apunta esta vecina, que también cita carencias en el asfaltado, falta de badenes y mal servicio de la línea 19. Lo que sí se ha hecho es el huerto para mayores.