La competición ha comenzado. Es hora de la persecución. Con el patio de recreo como lugar de batalla, Ninfa y Sheldon se disponen a realizar la que parece su única preocupación: perseguirse el uno a otro en una galopante carrera. Pero esta Ninfa feliz y juguetona difiere mucho de la que llegó tres años atrás a la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga. Una Ninfa desprovista de cualquier atisbo de alegría se presentaba en brazos de una voluntaria que la había encontrado en la calle, después de ser apedreada por unos jóvenes. Lo que para ellos se presentaba como un simple entretenimiento conllevó una increíble trasformación en Ninfa. Porque todo su ser se había visto carcomido por un terror irremediable. La etóloga del centro, Lola Montero, señala que es lógico que un animal cuando llegue a un sitio nuevo tenga miedo, por lo que hay que esperar unos días para ver cómo reaccionan. La mayoría de ellos acaba perdiendo esa inseguridad, pero hay otros muchos como Ninfa que no pueden deshacerse de ese lastre. Es en esos casos cuando la coordinadora se pone en contacto con Lola Montero para que les ayude a avanzar. «El miedo es un problema cuando forma parte de su vida en cada momento, ante las situaciones más rutinarias. Este miedo puede venir por la falta de socialización durante sus primeros meses de vida, por herencia familiar o, lo que es más común, por la vivencia de experiencias traumáticas o maltrato», destaca Montero.

Pasos a seguir

El secreto para que esto funcione está claro para la etóloga: la paciencia. «Los animales no tienen prisa. Lo que pueden parecer pequeños pasos son en realidad grandes avances. Lo primordial es que te noten con una actitud tranquila y sepan que no estás ahí para hacerle daño sino para ayudarle». A esto adhiere los pasos que suelen realizar para estos casos: «Empezamos observando su conducta. Si vemos que no consigue socializarse, los metemos con otro perro que, por su temperamento, pueda ayudarle a tranquilizarse como fue el caso de Sheldon con Ninfa. Luego intentamos que no vean nuestras visitas como algo temeroso. Vamos y les dejamos chucherías pero sin acercarnos, trabajando únicamente con el otro animal, sin agobiarles. Así logramos que con el tiempo su miedo empiece a disiparse y así se vayan sucediendo esos pequeños pasos». Carmen Manzano, directora de la protectora, destaca «La labor de Lola es imprescindible porque las pautas que nos marca para que sigamos son muy eficaces al igual que las visitas que realiza para evaluar a los animales. Esto, junto a la labor de los voluntarios y trabajadores, hace que estos avances sean posibles».

Grandes cambios

Tal y como destaca Elena, una de las coordinadoras del centro, Ninfa siempre estaba ladrando y si se aproximaba alguien más de la cuenta no dudaba en enseñar su herramienta de defensa: sus afilados colmillos. Cuando se disponía a disfrutar de lo que para muchos era un placer, un paseo en el patio, su único deseo era volver al único lugar en el que se sentía segura: su rincón. Pero poco a poco y gracias a la labor de todos los miembros de la protectora esa realidad viró.

Al fin se le presenta a Ninfa una nueva oportunidad: una familia la ha adoptado. Se despedirá de quienes han conseguido que ese cambio que parecía imposible se hiciese realidad para trasportarse a su hogar definitivo.