­Más de un semestre de militancia. Garantías de expediente limpio. Y un pasado político en el que en ningún caso se incluya el lisonjeo reciente con dos o más partidos. Al igual que ya hiciera Podemos, la dirección de Ciudadanos no quiere que el movimiento muera por implosión y sea víctima de su propio éxito. Y más después de las autonómicas, que han desatado el interés por la formación en los municipios donde más votos se obtuvieron. Consciente de su potencial, la organización de Rivera y Cassá ha construido un marco de condicionantes para frenar el paso a arribistas y oportunistas en las municipales. En las listas, sostienen fuentes de partido, sólo habrá nombres de entera confianza, con el visto bueno de los cargos que se están encargando de supervisar la aventura en Andalucía.

Ciudadanos, señala Cassá, quiere evitar que el partido devenga en una especie de edad de oro para políticos lanceados en otros proyectos. La regla es clara: no se permitirá la inclusión en ninguna lista de personas que en los últimos cinco años hayan formado parte de más de dos estructuras políticas. Ni tampoco los que acrediten un historial judicial confuso.

Para integrar las candidaturas, la formación de Rivera ha puesto como requisito un compromiso con las siglas que tenga un recorrido mínimo de seis meses. Con esta cláusula, Ciudadanos pretende asegurarse de que los líderes del proyecto no provienen del último brote de simpatía, que se ha disparado a partir del recuento de los comicios de Andalucía.