­Zona de antiguas huertas y casonas presidida por el Monte Coronado, el grueso del distrito de Palma-Palmilla se construyó entre los años 60 y 70. A esas alturas de la ciudad acudieron vecinos de San Andrés, El Ejido o El Perchel, estos últimos cuando buena parte del barrio fue demolido para hacer la prolongación de la Alameda. La avenida de Valle Inclán partió el distrito en dos. De ese pasado de vergel en La Palma-Palmilla queda la reconstruida casa de La Virreina.

La aparición de Proyecto Hogar, el plan comunitario nacido de los vecinos y colectivos ciudadanos del distrito, que ha presentado a las administraciones más de 70 propuestas para la zona durante el decenio 2012-2022, ha supuesto un gran revulsivo en un distrito en el que, al menos en una buena parte, no ha desaparecido el tópico de ser una zona insegura y anárquica, una generalización totalmente injusta en la que se han detenido demasiadas veces los medios de comunicación.

Quizás por eso, el principal deseo de la mayoría de vecinos consultados es el de ser tratados con normalidad, como un distrito más de Málaga, lo que implica tener los mismos equipamientos y servicios.

Rafi Virella, vecina de La Palma y colaboradora de Proyecto Hogar pide por ello que La Palma-Palmilla «se ponga al mismo nivel que cualquier barrio de Málaga, somos un barrio como otro cualquiera». Por este motivo reclama que el distrito, en especial la zona por encima de la avenida Valle Inclán, «tenga algún servicio municipal porque estamos completamente aislados de todos lados» para que sea más frecuentado y por tanto más conocido y los tópicos negativos se vayan diluyendo. «Si pusieran Tráfico todo el mundo tendría que venir aquí», propone.

Para Vicky Gómez, vecina de las 720 viviendas desde que nació hace 31 años, la asignatura pendiente en el distrito es un polideportivo con piscina, como tienen muchas partes de Málaga. «El problema es que nos dicen que de momento no hay espacio para ponerlo», lamenta, a la vez que resalta que «tenemos el mismo derecho a un polideportivo que otros barrios».

Otro aspecto importante es la rehabilitación de viviendas. El Ayuntamiento está rehabilitando varios bloques de La Virreina, 26 de febrero y La Palmilla y los vecinos sólo tienen que pagar el 5%. «Mi casa la están rehabilitando y la están dejando muy bien», apunta Francisco Corral, de La Virreina y presidente de una asociación de comunidades de vecinos.

La reclamación en este aspecto es para la Junta de Andalucía: «La Junta comenzó las obras de rehabilitación de las 720 viviendas en 2008 y se paralizaron. Ahora la Mesa de la Vivienda de Proyecto Hogar está tratando de que se vuelva a retomar», cuenta Rafi Virella. «No se ha terminado de rehabilitar la zona», critica Aurelia Alcántara, vecina de esta barriada desde comienzos de los 70.

Una carencia importante es la de aparcamientos. Lourdes Galo, vecina de la avenida de La Palmilla desde hace 37 años resume la situación: «Aquí aparcamientos cero por todos los sitios».

Es una situación que no sólo se aprecia en la parte norte del distrito. Antonia Fernández, vecina desde hace 17 años de Martiricos cree que ese es el gran problema del barrio e ironiza cuando hay partidos de fútbol en La Rosaleda: «Las tardes y noches de partido se lleva usted su coche a su piso porque es imposible aparcar».

En este sentido, José Óscar López, dirigente vecinal de Martiricos, propone que los vecinos del barrio puedan contar con un pase que les permita aparcar los días de partido así como un aparcamiento subterráneo en el entorno. «Las futuras torres de Martiricos van con su aparcamiento pero luego hay previstos tres bloques de VPO, 240 viviendas en el mismo callejón donde está el Instituto de la Victoria», advierte.

En cuestión de limpieza, Antonio Jiménez, vecino de La Virreina desde hace tres décadas, propone que se trabaje «la educación de los mayores» para mantener limpio el barrio. El comportamiento de algunos vecinos es una asignatura pendiente, reconoce Emilia Morillo, que lleva 46 años en las 720 viviendas: «Vas por la calle y te tiran desde una ventana el pañal de un niño o una naranja».

Pero a juicio de los vecinos consultados, también falla el trabajo de Limasa. «Hay algunos trabajadores que esconden su carrito y la escoba y se ponen con el móvil todo el día», asegura Francisco Corral. Por eso, Vicky Gómez propone «que tengan un responsable por encima que le haga una revisión, como pasa en todos los trabajos».

«El barrio lo veo muy sucio y la parada del autobús es un vertedero», resume Pepi Arroyo, de Mercería Raquel, en la avenida del Doctor Marañón de Martiricos.

La seguridad es también un asunto que preocupa a los vecinos y la falta de ella uno de los sambenitos que le ha caído a buena parte del distrito. Maria del Carmen Murillo, que vive desde hace 46 años en las casas mata de La Palma, señala que tiene que soportar «a una familia muy escandalosa, siempre de juerga hasta las 6 de la mañana, antes llamábamos a la policía, no venía pero ahora lleva un tiempo en que llaman y acuden».

Lourdes Galo cree que desde que los vecinos tienen mesas de trabajo con la policía, «nos han visitado muchas veces y parece que hay un poquito de más vigilancia por las noches». De forma muy parecida ve la situación Francisco Corral: «Por la mañana sí que está habiendo más continuidad de la policía y es verdad que cada cierto tiempo se hacen más controles».

Rafi Virella, por su parte, cree también que la situación ha mejorado «pero todavía queda por hacer». Y como ejemplo, expone Emilia Morillo, la presencia de jaulas con gallos de pelea en algunos bloques. «En mi bloque resulta que tenemos no una sino cien jaulas de pollos y resulta que no son de este bloque sino del bloque de al lado». Precisamente en agosto de 2010, como adelantó este diario, la Policía Local y la Nacional ya desmantelaron un criadero de gallos de seis bloques de las 720 viviendas.

Una cuestión que levanta polémica es la atención sanitaria en el distrito. En la calle Alejandro Puskin, en los nuevos pisos de la parte alta de la Virreina, dormita un enorme solar reservado para centro de salud, sin fecha por ahora. Por este motivo, los vecinos consultados prefieren reclamar la mejora de lo que ya hay: el centro de salud Palma-Palmilla.

«Hemos pedido que sea un centro de salud de guardia, como el del Palo porque aquí tenemos que tirar todos para el Hospital Civil, Carlos Haya o el Materno cuando tenemos un centro de salud», lamenta Lourdes Galo. En este sentido Francisco Corral señala que es atendido en el centro de salud de La Roca y que estos dos centros del distrito se deberían coordinar para que se alternen y ofrezcan guardia los sábados.

Además, Rafi Virella subraya el problema del centro de salud de La Palmilla de que hace años que no cuenta con tres pediatras. «Ahora mismo tenemos un pediatra y medio y la planificación de la zona nos dice que con dos tenemos suficiente».

Y algo que los vecinos consideran que se debe revitalizar es el comercio. Por un lado está el problema de las numerosas tiendas ilegales de La Palma-Palmilla. «Aquí hay un problema y es que a la hora de hacer seguros para los bloques de La Palma fui a Vía Pública y me dijeron que los bajos de los bloques no son locales comerciales sino diáfanos de bloques», dice Francisco Corral. Por este motivo, Rafi Virella pide que las administraciones regularicen los comercios ilegales «de alguna manera para acabar con la economía sumergida».

También hay quejas por la escasez o poca variedad de comercios en La Palma-Palmilla. «Vivo a la vera del centro de salud y para comprar una triste barra de pan tengo que ir a La Palmilla, al mercadona o a Ciudad Jardín porque no tenemos absolutamente nada», plantea Lourdes Galo que pide que se instale algún centro comercial.

Los vecinos también plantean y así lo ha recogido el Proyecto Hogar, una cláusula social, es decir que en las contrataciones que se hagan en el distrito se tengan en cuenta a las personas en riesgo de exclusión social o desempleados de larga duración, aunque aclaran que la ley no permite ceñir las contrataciones a personas del barrio. «Para que sea legal, que se baraje un tanto por ciento de contratación de gente de exclusión social con empresas de inserción», puntualiza Rafi Virella que señala que en comunidades como Cataluña o Navarra «son punteros en esa historia».

En cuanto a la EMT, con las líneas 15, 17 y 18, «los vecinos dicen que funciona regular», señala Francisco Corral, que apunta que ha tenido una reunión con el gerente de la Empresa Malagueña de Transporte, Miguel Ruiz, así como con el concejal de Tráfico Raúl López «y hemos quedado en hacer unas encuestas para ver la valoración que el autobús tiene en el barrio». Una de las quejas, señala, es que «en Semana Santa y Feria nos tienen marginados» porque el autobús no sube a la zona de La Palma.

Los vecinos también creen necesario un centro de día para mayores en la zona.

Para finalizar, la visión más positiva de todos los entrevistados la aporta Jaouhara En-Naciri, que trabaja de kiosquera en el barrio de La Roca desde hace 16 años. En su opinión, en esta parte del distrito el Ayuntamiento hace «un trabajo muy bueno y creo que cuida bien el barrio».

La avenida de La Palmilla

Se trata de un distrito relativamente amplio y en el que existen importantes diferencias socioeconómicas entre algunos barrios. Los vecinos subrayan entre los principales problemas la falta de equipamientos deportivos y de aparcamiento y los recortes en el centro de salud y creen que el distrito no cuenta con los mismos servicios e infraestructuras que el resto de Málaga. En la foto, la avenida de La Palmilla, una de las principales del distrito, que incluye barrios como La Palma, La Palmilla, 26 de febrero, La Virreina, La Virreina Alta, Martiricos, La Roca o las 720 viviendas.