La Escuela de Hostelería de La Cónsula lleva demasiado tiempo caminando por el alambre de su prestigio, el único apoyo sólido que le queda tras los reiterados incumplimientos de la Junta de Andalucía para asegurar su viabilidad como centro de formación de alto nivel. La falta de limpieza de las instalaciones es el último problema surgido de una gestión errática de la Consejería de Educación y que suma una larga lista de promesas que no se han realizado.

La Cónsula lleva ya dos días sin limpieza en las cocinas y restaurante, lo que ha supuesto el cierre de su única fuente de ingresos estable, la cancelación de reservas y un nuevo golpe al prestigio levantado durante años de excelencia en la formación. Esta gestión es sintomática sobre el estado de descomposición y abandono de esta escuela de hostelería.

Las siete limpiadoras de la empresa Clece que se encargaban de estas labores se quedaron en la calle en diciembre, cuando expiró el contrato. Hasta marzo el restaurante quedó cerrado por falta de servicio de limpieza, limitando la enseñanza práctica a los alumnos y eliminando los ingresos derivados de esta actividad.

El Ayuntamiento acudió en ayuda de la escuela, a petición de la Junta, con la contratación de tres limpiadoras. Inicialmente iba a ser una semana y se prorrogaron a tres, para enfado de los sindicatos al considerar que se dañaban los intereses de las exlimpiadoras de Clece ante una futura subrogación. Una inspección de trabajo, incluso, aconsejó suspender esta ayuda. La promesa del consejero de Educación, Luciano Alonso, de que el lunes asumiría la limpieza se quedó en una declaración vacía de contenido. No hubo limpieza el lunes y tampoco ayer.

El resultado es que La Cónsula se desangra y sólo se aciertan a poner algunos parches. El sueldo de los profesores, a los que se adeudaban dos mensualidades, se pagó porque el Ayuntamiento adelantó el dinero. Éste, además, ha liberado una partida para hacer obras de mantenimiento en las instalaciones, que tiene cedida a la administración autonómica para acoger la escuela de hostelería.

En este panorama, cuesta abordar el papel de la Consejería de Educación. Los problemas comenzaron cuando el Gobierno obligó a eliminar las fundaciones deficitarias, con idea de adelgazar la administración y ahorrar costes en lo más duro de la crisis. La Junta de Andalucía decidió mantener La Cónsula, pero traspasándola a la Agencia Pública Andaluza de Educación y Formación, lo que aseguraría su mantenimiento. El problema viene de la improvisación, la falta de recursos económicos para asumir este coste y de la falta de control de las cuentas de los últimos ejercicios, poniendo en duda la administración de los fondos europeos.

La coincidencia de estos problemas con una voluntad política errática para buscar una salida y las pasadas elecciones autonómicas entorpecieron el inicio de este curso, con problemas para realizar las prácticas, materiales rotos que no se sustituyen, clases perdidas y profesores sin cobrar. Para el próximo curso (2015-2016) la Consejería de Educación promete normalidad. Otra vez. El problema es que mientras se habrá perdido un curso y el prestigio de La Cónsula saldrá dañado por la falta de soluciones viable y el exceso de críticas políticas.