Si un miembro de la Camorra no le canta al sol desde Nápoles es porque tiene problemas o mucho trabajo. Ambas cosas probablemente. Y qué mejor que matar todos los pájaros de un tiro y entonar la canzone napoletana por excelencia desde la costa de Málaga, que para algo lleva al astro rey en el apellido y se encuentra en la gran encrucijada del hachís procedente de Marruecos y la cocaína que entra por el sur de Europa por la ruta Colombiana.

La detención de dos miembros de la Camorra en apenas cuatro días vuelve a señalar a la Costa del Sol como ese cielo en la tierra de las mafias internacionales que buscan una sucursal estratégica. Por supuesto las italianas, cuyos capos siguen viendo en el litoral malagueño un caramelo para ejercer de prófugo y criminal bajo el disfraz de un turista. «No es lo mismo ser un fugitivo en un zulo de Nápoles que en Marbella como un extranjero más», aclara el comandante jefe del Equipo de Huidos de la Justicia de la Unidad Central Operativa (UCO), el mayor azote de la mafia italiana en España desde que las autoridades italianas se enamoraron en 2008 de la forma de trabajar de la Guardia Civil. El investigador insiste en que la colaboración y la confianza que el país transalpino deposita de forma exclusiva en ellos es clave para que desde ese año hayan participado en la detención de 95 fugitivos en nuestro país y 250 en Italia. Pero ni la asfixiante presión policial evita que España siga siendo la nación donde las principales ramas mafiosas -Cosa Nostra (Sicilia), Camorra (Nápoles) y ´Ndrangheta (Calabria)- tienen más presencia más allá de sus fronteras. «Málaga es la referencia», apunta el agente.

La conclusión no es suya. Llega desde la República de la mano del Proyecto Seguridad 2007-2013 realizado por el Ministerio del Interior italiano, la Universidad Católica Sacro Cuore de Milán, Transcrime y la Unión Europea para analizar cómo operan estas organizaciones en su país y en el extranjero. Según este informe, la Camorra y la Cosa Nostra son por este orden los grupos italianos que más miembros exportan a España. Algo menos la ´Ndrangheta, la más extendida a nivel internacional, mientras que la influencia de la Sacra Corona Unita de Apulia es mínima.

Muchas líneas dedica el estudio a la Costa del Sol. Hasta subraya la «extrema relevancia» que supone la presencia de los clanes napolitanos en el litoral malagueño, además de Madrid, Barcelona y la Costa Brava como cobijo de paranzas (células) de grupos tan potentes como Polverino, Caiazzo, Cimmino, Alfano, Gionta, Gallo, Mazzarella, Mariano, Licciardi o Contini-Mallardo, entre otros muchísimos. El comandante jefe de la UCO asegura que sólo en la región de Campania, el avispero de la Camorra, se conoce la existencia de al menos 110 clanes activos.

Al calor de la droga, del Mediterráneo y de la buena vida, la Camorra pudre todo lo que toca con el dinero del narcotráfico y la extorsión. En la Costa del Sol, claro, la restauración y el turismo son los negocios elegidos para levantar villas, alojamientos y resorts de lujo, detalla el documento. El imperio que el clan Polverino levantó en España hasta hace dos años, cuando sus dos máximos responsables fueron detenidos por el instituto armado en Marbella tras una juerga de alcohol y prostitutas. Los Carabineri aseguraron entonces que la organización era capaz de introducir desde España en su país hasta 60 toneladas de hachís anuales que suponían un beneficio de entre 50 y 60 millones de euros. En los seis años que estuvieron sembrando al máximo nivel pudieron amasar cerca de 300 millones de euros. La operación, que finalizó con un centenar de arrestos en ambos países y la intervención de 27 vehículos de lujo, 136 inmuebles y 263 cuentas bancarias, se extendió a Ceuta, Cádiz, Alicante, Castellón y Tarragona, provincias que, junto a Málaga ,dibujan la ruta que hoy sigue utilizando la mafia para transportar la droga. Un año antes, la detención en Jerez de la Frontera de Giuseppe Polverino, el número uno del clan, permitió bloquear bienes que superaban los 1.000 millones de euros.

El alto mando de la UCO advierte de que estas actividades no son sólo para blanquear: «Su principal objetivo es ganar mucha pasta. La Camorra es una sociedad paralela, pero si hay una gran crisis económica sus inversiones se resienten y buscan otros nichos para invertir, como la náutica o las joyas». Más allá del ladrillo se extienden también los tentáculos de la Cosa Nostra. A los investigadores de ambos países les consta que los sicilianos también tienen intereses en restaurantes, actividades de importación y exportación y hasta en la comercialización de productos agrícolas y oleolícolas, sectores de primer orden tanto en España como en Italia. En 2010, reza el estudio italiano, un tribunal de Agrigento informó a las autoridades españolas sobre la investigación a dos hermanos vinculados a una familia de Sicilia que habían invertido en Andalucía en negocios relacionados con el aceite. Montaron un sistema fraudulento por el que robaban aceite a otras empresas y después lo revendían en mercados europeos a través de empresas ficticias y facturas falsas para amasar millones de euros.

Fugitivos

El Grupo de Huidos de la Guardia Civil distingue tres perfiles de camorristas con los que suelen lidiar en nuestro litoral. Los que trabajan para el clan sin saber que la justicia italiana lo está buscando; los que sí lo saben y arriesgan; y los que vienen únicamente para desaparecer. Los dos últimos encajan con los arrestados recientemente en San Pedro de Alcántara y Benalmádena. Carlo Leone, del clan Elia, ha burlado a la justicia italiana desde 2009, pero eso no le ha impedido ser el intermediario de narcos de toda la península y de los compradores napolitanos de grandes partidas de hachís y cocaína hasta que fue detenido para cumplir la condena que tiene pendiente. Peor lo tenía Lucio Morrone Spalluzzella, líder de las Teste Matte (Cabezas Locas) y una de las cien personas más buscadas por Italia y miembros de su propio clan que desean a su cargo. Tanta presión le llevó a recluirse en Benalmádena, sin lujos, sin apenas salir de casa más que para hacer la compra o recoger un giro postal. Frente a Leone, más habituado a visitar locales de ocio, Spalluzzella representa la discreción absoluta por una cuestión de pura supervivencia. «Algunos salen más, manejan mucho dinero y quieren gastarlo. Otros prefieren ser más discretos», explica el investigador. Al contrario que las mafias británica, irlandesa o marsellesa, que en los últimos años han protagonizado escandalosos ajustes de cuentas en la Costa del Sol, la doctrina italiana cumple como un mandamiento la invisibilidad: «No quieren broncas ni muertos. Saben que cuanto menos ruido más tiempo vivirán aquí con cierta tranquilidad. Si tienen que ajustar cuentas, ya lo harán en Nápoles».

Pero todos tienen los mismos puntos débiles. Pese a acumular hasta 30 móviles (uno por contacto), una llamada de trabajo o a la familia vigilada desde Italia suele poner fin del anonimato. Por eso, los fugitivos más obsesivos no usan el teléfono o internet. Tampoco escriben cartas ni realizan transacciones bancarias. Los contactos son en persona. Da igual que el intermediario tenga que viajar en coche de Nápoles a Fuengirola para dar o recibir instrucciones y entregarle dinero en efectivo para que pueda vivir. A la cárcel también les puede llevar un soplo, más propio de un camorrista rencoroso o arrepentido que de un siciliano o un calabrés, cuyos lazos familiares con el grupo hacen pagar más cara la traición.

Llega la detención. Los agentes huelen desde el principio si un fugitivo es un miembro importate. Por cómo les mira, por cómo le miran sus colaboradores o por la forma de hablar. Son más duros, más fríos y hasta preguntan por la procedencia de los investigadores en un último intento por conocer a alguien a quien pedir ayuda. Mafia siempre es mafia, aunque hay límites. «En el calabozo reflexionan sobre lo que les espera en Italia y se vienen abajo», concluye el agente.

Las últimas capturas en la Costa del Sol

Las operaciones contra la mafia en el litoral malagueño se vienen produciendo desde el siglo pasado, ya que la mafia italiana comienza a asentarse en el litoral desde mediados de los años ochenta. Desde entonces, el goteo de detenciones ha sido imparable, algunas de ellas enmarcadas en espectaculares macrooperaciones.

Lucio Morrone

El 10 de abril, Spalluzzella fue arrestado tras acudir a una oficina de Correos de Benalmádena para recoger un giro postal que le habían enviado desde Nápoles. Apenas salía de casa por miedo a su captura y a que le mataran miembros de su clan, los Teste Matte (Cabezas Locas).

Carlo Leone

Miembro del clan Elia y fugado de la Justicia italiana desde el año 2009. Con 16 condenas a sus espaldas, era el intermediario entre distintas organizaciones camorrísticas que compraban partidas de hachís y cocaína. Fue detenido hace unos días en San Pedro de Alcántara.

Giuseppe Polverino

La sonada detención en 2012 en Jerez de la Frontera de O barone (El barón), como se conocía entonces al líder del clan que lleva su apellido, permitió que el instituto armado detuviera un año después en Marbella a sus dos lugartenientes Massimiliano D´Aria y Domenico Panella.

Vittorio Maglione

En Enero de 2013, la Guardia Civil detuvo en Mijas a Vittorio Maglione, alias Naso Stuor, después de cenar marisco en un restaurante de lujo. Era integrante del clan Ferrara-Cacciapuoti asentado en Villaricca (Nápoles) y dedicado al tráfico de cocaína y hachís que distribuyen a clanes como Di Lauro o Casalesi.