­Más de cuatrocientas plazas nuevas en un año. Y un crecimiento, que en su voracidad, supera ya al del resto de alojamientos. Los apartamentos turísticos han pasado de ser una moda a convertirse en una tendencia. Y, de paso, en un negocio inmobiliario que, una vez que se resuelva el galimatías jurídico, podría contribuir decisivamente a sacar de su estupor a la industria del ladrillo. Dirigido a un público urbano y moderno, diferente y al mismo tiempo compatible con el hotelero, la nueva planta de hospedaje se desmelena en la capital, con suntuosos y recién inaugurados bloques, en muchos casos puestos en pie por inversores en otro tiempo dedicados a la segunda residencia y a la vivienda unifamiliar.

Aunque todavía sus números están muy lejos de los de los hoteles, que lideran indiscutiblemente la demanda, el paso adelante se antoja firme. En el último recuento del Ayuntamiento, relativo a 2014, los apartamentos se han incrementado en un 67 por ciento en la ciudad. La cifra da cuenta de una evolución progresiva y acelerada desde 2009, el curso que marcó la frontera y desterró la idea de que este tipo de hospedajes únicamente tienen cabida en la Costa del Sol, casi siempre como alternativa para estancias prolongadas y a la española de las vacaciones de hotel.

El despegue de los apartamentos es ya una realidad. De no contar para Málaga, han devenido en un fenómeno muy a seguir de cerca, con un aumento de plazas que ya supera el 675 por ciento en poco más de un lustro. Y con una rentabilidad que reclama a pasos agigantados la atención de planificadores y analistas del sector. Según un informe de la empresa Solaga, el turista que se aloja en este tipo de hospedajes no es precisamente parco en sus inversiones. La media de gasto diario se sitúa en 120 euros por persona, casi el doble de la que se atribuye al crucerista. Y con un eco que toca, sobre todo, a la cultura y a la restauración.

El surgimiento de los apartamentos tiene mucho que ver con el auge experimentado por Málaga capital, que ha irrumpido con una velocidad de vértigo en el mapa turístico. Y con una oferta que se inclina principalmente por la cultura, formato que ha acreditado históricamente su ligazón con un modelo de hospedaje dinámico y variado, con más flexibilidad que la que plantea el alojamiento tradicional. Los expertos coinciden en que el crecimiento continuará en los próximos años. Sobre todo, si la administración autonómica culmina con su plan de legalizar el sector y rompe con el ruido que persigue al alquiler vacacional -buena parte de las referencias permanecen en el limbo jurídico-.

Los apartamentos empiezan a dar dinero. De acuerdo con los datos de la Consejería de Turismo, el montante aportado se acerca ya a los 2.000 millones de euros por trienio. Una cantidad nada despreciable para un sector todavía incipiente, con apenas 35.000 plazas legales en el conjunto de la comunidad.

La Asociación de Constructores y Promotores (ACP), a la que se unen voces como José Luis Candau, de Doña Elvira, se detienen en la capacidad del formato para enderezar el rumbo del mercado de la vivienda. Los apartamentos, si bien todavía lentamente, se han revelado en una opción muy a tener en cuenta para sacarle jugo a edificios de difícil venta. Además de una alternativa a la compraventa, que derrapa en estos días en un clima incierto, plagado de dificultades. Frente a la contracción de la demanda, muchos inversores, como es el caso del nuevo establecimiento de Alcazabilla, están apostando por adquirir referencias con el fin de transformarlas en el futuro en nuevos espacios de alquiler.

Por su parte, la patronal hotelera, Aehcos, no concibe a este tipo de alojamientos como un tipo de competencia directa. La clientela está diferenciada. En el caso de los apartamentos, con un público de corte familiar y en pareja que aboga por una estancia pausada -de más de tres días- y por un tipo de vacaciones activas en las que no falta el interés por tomarle el pulso a la vida tradicional de la ciudad. Franceses, nórdicos e ingleses son algunos de los mercados que mejor han respondido a la proliferación de la nueva oferta de Málaga. Y muchos de ellos con un nivel de fidelidad que constituye para Solaga uno de los rasgos distintivos de la clientela específica de los apartamentos. Los turistas, en este caso, suelen volver. Y,además, repitiendo hospedaje.