Si hay dos entes de los que el común de los malagueños desconocen tanto o más que el mecanismo de refrigeración de una nevera son el OMAU (no, no es una marca de cerveza, no insistan) y el Málaga Valley.

Si los encuestadores preguntan por estas dos instituciones -el Observatorio del Medio Ambiente Urbano y el Málaga Valley- las caras de póker serán tantas que nos harán pensar que estamos en Las Vegas.

En efecto, nadie sabe muy bien en qué trabajan, para qué sirven, por qué se crearon y a qué dedican el tiempo libre, y permitan este guiño a Perales. Esto no cuestiona su utilidad sino que recalca el desconocimiento generalizado de las dos instituciones en la ciudad que las vio nacer.

Desconocimientos aparte, desde el punto de vista del tratamiento digno que merecen todos los seres humanos ha sido, nunca mejor dicho, un soplo de aire fresco el simbólico gesto de nuestro Ayuntamiento con los participantes este año del Málaga Valley, sea eso lo que sea.

Como recordarán, una norma no escrita obligaba a los integrantes de tan ignoto foro a apelotonarse en la estrecha escalinata interior del Ayuntamiento, la resguardada por dos impasibles leones de mármol. Ni en las macrociudades chinas se daba tal concentración de personas. La foto oficial del evento, escenificada con tantas estrecheces y apelotonamientos, era sencillamente deplorable y sólo faltaban funcionarios con guantes blancos encargados de apretujar al personal, como en el metro de Tokio.

Este año, sin embargo, y no es un gesto que se repita mucho, nuestro Consistorio ha decidido desterrar esta imagen tan poco higiénica y permitir que a los del Málaga Valley les dé un poco el aire. Al fin y al cabo, se trata de poner en práctica las recomendaciones que los visitantes del XVIII y XIX ya nos hacían: había que abrir calles hacia el mar para permitir la entrada de brisa fresca en el laberinto de callejuelas con el aire viciado, que no era más que un criadero de enfermedades.

Siguiendo este veterano consejo, todos los participantes del Málaga Valley, sea eso lo que sea, han posado con nuestro alcalde en la gran escalinata exterior del Ayuntamiento. Observen sus caras: están más felices, han recuperado color y se les ve más sanos con la brisa de abril, el Parque y los Jardines de Pedro Luis Alonso a pocos metros.

Ojalá que esta costumbre se mantenga. Hasta hace un par de años a los actores del Festival de Cine se les arrinconaba junto a un cartelón insulso en la placita del Cervantes y ahora posan en el Muelle Uno con el mar y los barcos de fondo y el exceso urbanístico de La Malagueta estratégicamente fuera del cuadro.

También las puestas en escena institucionales pueden hacerse de una manera que no nos evoquen el universo entrañable pero reducido de Paco Martínez Soria. Ánimo y a seguir respirando sin achuchones.