En la calle Las Moreras, los vecinos mas cercanos al antiguo colegio, hoy en manos del Ayuntamiento, viven desde hace meses en una soledad muy ruidosa. El Ayuntamiento ha cedido las antiguas pistas del colegio a un club de balonmano que diariamente, a partir de las cuatro de la tarde, reune a decenas de chavales para jugar. Hasta ahí bien, lo malo, según explica José Corpas, es que debido a la orografía singular de la calle, el antiguo colegio está en una hondonada y los vecinos en la parte alta. «Los propios muros de los bloques hacen de caja de resonancia y el bote constante del balón y las voces de los chavales se convierten en un ruido insoportable durante toda la tarde para nosotros». Centenares de firmas recogidas no han motivado al Ayuntamiento a buscar una solución. «Hemos tenido ya varias reuniones con la señora Romero, pero todo sigue igual y ya no podemos mas», asegura.