A sus 33 años y su cuarto viaje a Asia, Juan López es un trotamundos que llegó por segunda vez a Nepal el 17 de abril, ocho días antes del terremoto más devastador que ha sufrido el país en ocho décadas y con un balance provisional de más de 5.000 muertos y 10.000 heridos. El temblor de 7,9 grados en la escala de Richter le sorprendió el sábado en Katmandú tras unos días en la montaña. «La ciudad estaba saturada de turistas, muchos de los cuales acudíamos a un festival de música, yoga y tatuajes que se iba a celebrar en la zona donde se ha localizado el epicentro del seísmo, pero afortunadamente lo cambiaron de lugar», asegura a través de una llamada telefónica que le permite el wifi de un hotel.

Juan, cocinero formado en La Cónsula, ganador de la primera edición de Málaga Crea y con una trayectoria forjada en fogones de Inglaterra, Francia o Japón, formaba parte de un grupo de 200 jóvenes cuando la destrucción, el pánico y la muerte se cebaron con los habitantes de Katmandú. «La ciudad se vino abajo y huimos hacia la zona de montaña en la que se iba a celebrar el festival y montamos las tiendas en campo abierto para evitar los efectos de las réplicas», detalla López, que tras el primer temblor pudo contactar con sus padres y decirles que estaba bien. En el campamento esperó dos días junto a unas 300 personas -30 españoles- y vio cómo por allí pasaban representantes de las embajadas de Australia o India, pero ningún diplomático español.

Sin embargo, los peores momentos para su familia llegaron el domingo, cuando se enteraron de que se acababa de producir una gran réplica y no pudieron contactar con Juan hasta dos días después. «Ha sido horroroso, pero ahora sé que está con un grupo de españoles y estoy mucho más tranquila», dice su madre Enma.

A su regreso a la ciudad, Juan contactó de nuevo con sus padres y con la realidad. «La vuelta ha sido muy dura. En el campamento no éramos conscientes de la magnitud del terremoto porque apenas nos llegaba la información de oídas, pero aquí nos hemos encontrado con la gente viviendo en la calle, a la intemperie o en tiendas de campaña, sobre todo en las zonas con las construcciones más antiguas. Y encima ha empezado a llover...», lamenta antes de reconocer «la ansiedad» que le produce contemplar un escenario apocalíptico: «La ciudad está tomada por militares y la ayuda deja bastante que desear». Desde el hotel, Juan y otra veintena de españoles buscan la manera de regresar. Unos buscan salida por Nueva Delhi (India), pero él se plantea dos opciones. O la embajada le paga un billete para volver inmediatamente o lo hará a través de Tailandia, ya que su ruta de viaje incluye Bangkok, destino desde el que tiene reservado un billete de vuelta a España el próximo 10 de mayo.

No lo tendrá fácil. Según su madre, además del caos, el billete que hace unos días costaba 300 euros para ir a Tailandia ahora le cuesta 900. «Yo le he metido dinero en la cuenta y le he dicho que pague lo que sea necesario», concluye Enma.