­La banda que reventaba cajeros de sucursales bancarias de la Costa del Sol usando explosivos durante los últimos meses de 2013 y los primeros de 2014 se enfrenta a una petición fiscal de más de 44 años de prisión por su supuesta implicación, como mínimo en tres atracos, dos de ellos en la capital (un Cajamar de la avenida Pintor Sorolla, un Banco Popular de Cerrado de Calderón), y uno en Torremolinos, también en una oficina del Popular.

Pese a ello, los cinco implicados también están siendo investigados por otro robo en una sucursal de Unicaja en La Cala del Moral, donde se hicieron con un botín de 79.250 euros el 7 de diciembre de 2012. La existencia de esta banda fue adelantada en exclusiva por La Opinión de Málaga el 28 de enero de 2014La Opinión de Málaga. En aquellas fechas, los investigadores analizaban la supuesta vinculación del grupo con nueve golpes dados a partir de la mitad de 2013 siguiendo el mismo modus operandi en el polígono Guadalhorce, Calahonda (Mijas), Marbella y Estepona, además del de La Cala del Moral y la capital. Sin embargo, en este caso son tres los atracos por los que se va a enjuiciar a los cinco miembros de la red.

Así, en el escrito de la Fiscalía de Málaga, al que ha tenido acceso en exclusiva este periódico, se explica que los encausados «forman un grupo criminal dedicado al robo en cajeros automáticos del litoral, empleando un potente explosivo que ellos fabrican, que revienta el cajero y permite la sustracción del dinero de su interior».

El acusador relata que uno de ellos fabrica el explosivo «con bombonas de oxígeno y acetileno, mangueras bitubo, manómetros, una boquilla especial para la introducción de gases en el cajero; sistema de encendido mediante un cable eléctrico y batería».

Luego, añade el acusador público, «se mezclan de forma adecuada para que no sea insuficiente para vencer la resistencia del aparato y tampoco exagerado que cause un destrozo mayor del edificio que ellos no desean».

Otro de los encausados suministraba los materiales, un tercero elige, tras varios días de observación de los cajeros, las sucursales en las que se ve a actuar y los dos últimos conducen los vehículos que facilitan sus huidas y desplazamientos. En sus robos, añade la acusación pública, emplean pasamontañas, guantes y cascos integrales para no ser identificados por las cámaras de seguridad. El grupo actúa, según el fiscal, «desde diciembre de 2012», y está conformado por cuatro españoles y un extranjero, siendo este último el jefe.

Tras fabricar el explosivo, dos de los acusados trataron de cometer un atraco siguiendo su tradicional modus operandi. Eligieron una sucursal de Cajamar de la avenida Pintor Sorolla. Eran las 3.25 horas del 24 de enero de 2014. Taparon sus caras con un casco integral, un pasamontañas y guantes, y colocaron el aparato explosivo, rompiendo «la parte expendedora de billetes». Sin embargo, la alarma del banco se disparó y los asaltantes huyeron en sendas motocicletas. La Policía Local de Málaga persiguió a uno de ellos, que en su fuga se arrojó por un talud de tierra. Logró escapar, se hizo heridas de consideración pero dejó la moto abandonada.

A las 2.30 horas del 27 de enero de 2014, tres de los acusados intentaron hacer lo propio en la sucursal que el Banco Popular tiene en el Paseo de Cerrado de Calderón. Colocaron el artefacto, lo hicieron explosionar y causaron daños en los cristales, las paredes y el techo, lo que se tasó en 10.980 euros. Tras sonar la alarma, indica el fiscal, «sólo pudieron sustraer 3.000 euros». Éstos emplearon una maza de doble cabeza, con pico por un lado y el otro, romo, para romper el cristal de seguridad, arma que abandonaron en su huida y que es idéntica a la utilizada en 7 de diciembre de 2012 en el golpe de Rincón. Para ir al lugar del robo, usaron el coche de la pareja del jefe, que estacionaron a unos 20 metros del cajero.

Por último, a las 5.30 horas del 31 de enero de 2014, cuatro de los acusados, incluido el cabecilla, se acercaron al cajero del Banco Popular en la calle Bulto de Torremolinos, y emplazaron el explosivo en el mismo tras romper el cristal con la maza. Los vecinos, alertados, llamaron a la policía. Uno de los presuntos atracadores se comunicaba con el resto de la banda con un equipo de transmisiones. Ocasionaron daños por 532 euros.

Los agentes detuvieron a dos de los atacantes justo en el momento en que huían en su moto con los utensilios del robo -incluida una pata de cabra-. En los alrededores del banco, fue detenido un tercero. El jefe de la banda y el miembro lesionado fueron arrestados en días sucesivos.

Los hechos han sido calificados como delitos de constitución y pertenencia a grupo criminal, tenencia y fabricación de aparatos explosivos y tres delitos de robo con fuerza en las cosas, dos de ellos en grado de tentativa. Para cuatro de ellos se piden un total de ocho años y diez meses y para el líder casi nueve años de prisión.