­Largas colas entre las seis y las nueve de la mañana a las puertas del Registro Civil de Málaga, ubicado en la Ciudad de la Justicia. Eso es lo que denunciaron ayer fuentes judiciales a La Opinión de Málaga. Ello estaría provocado por el atasco que hay en los trámites para gestionar las solicitudes de nacionalidad española de miles de personas, lo que a su vez se debe a la inexistencia de un programa informático específico, al escaso personal funcionario que atiende a los peticionarios y al caos que ha provocado el intento fallido de privatización del órgano.

Las colas están formadas en su mayoría por personas extranjeras que han solicitado la nacionalidad española, un colectivo para el que se expiden cada día 40 números. El problema es que tramitar su expediente conlleva tanta documentación y análisis que un funcionario puede tardar una media hora en satisfacer las demandas de un inmigrante.

Cuatro funcionarios los atienden, pero no sólo a ellos, sino también a los ciudadanos que van a cambiar el nombre de su padre porque hubo un fallo cuando se inscribió, a los que quieren validar un matrimonio contraído en otro país, a los que han adoptado un niño en el extranjero o cambios de nombre o de sexo. Al copar esos cuarenta números, el resto, que adquiere tickets también para ser atendidos por los mismos cuatro empleados, ha de esperar toda la mañana.

Asimismo, muchos de los extranjeros van para interesarse por la marcha de su expediente, y copan un número para resolver una simple duda.

«Se ponen en cola a las seis de la mañana, y cuando se abre, a las nueve, están cogidos todos los número de nacionalidad, expedientes que necesitan de muchos documentos y el trámite es más complejo», precisan las fuentes. No en vano, hace sólo una semana se ha limitado el número de tickets que se dan para extranjería, «porque no te puedes arriesgar a que cojan ochenta boletos y no atiendas a nadie».

Todo ello está propiciado, en primer lugar, por el intento fallido de privatizar el Registro Civil por parte del Gobierno. El funcionario afectado pide los documentos, los revisa y, antes, los enviaba al Ministerio de Justicia. En tres o cuatro meses, el expediente venía resuelto. Pero el exministro Alberto Ruiz-Gallardón decidió ceder ese paso intermedio entre la solicitud y la concesión o denegación de la nacionalidad a los registradores de la propiedad. Así, se creó un centro de digitalización de los expedientes, dependiente a su vez de la Dirección General de Registros y del Notariado, encargado de informatizar todas esas carpetillas. Tras ello, se manda al registro de la propiedad de que se trate, en este caso de Málaga capital, para que supervise el tema y eleve la propuesta de resolución al Ministerio de Justicia, y luego el documento se envía al Registro Civil de la ciudad de vuelta.

El problema, según las fuentes, es que desde diciembre de 2013 no se ha digitalizado nada y, desde esa fecha, hay más de 5.500 personas que han solicitado la nacionalidad española (4.000 de media en 2014, y más de un millar en 2015, además de los de diciembre de 2013, estima la fuente). Ese «atasco», como dice la fuente, ha propiciado que muchos extranjeros vayan continuamente a preguntar a los funcionarios cómo va lo suyo, pero en Málaga no tienen ni idea de cómo puede estar la carpetilla. Incluso, informan las fuentes, habría gente esperando la nacionalidad desde 2009 o 2010, pocos pero haberlos los hay.

A ello hay que sumar que las bajas de funcionarios tardan entre tres y cuatro meses en ser cubiertas, que la página del Ministerio de Justicia no da cita previa para el Registro Civil de Málaga, que han de consultar la marcha de los expedientes en los libros, porque para este trámite concreto no hay programa informático, y que falta personal.

El Sindicato de Trabajadores de la Administración de la Justicia (STAJ) pide que suba el número de empleados de cuatro a seis -competencia de la Junta-, que se cree un programa informático para ellos -Ministerio de Justicia- y más formación para los empleados.

Todo ello por no hablar de que los que forman la cola han de sufrir los rigores del verano o del invierno hasta que a las nueve de la mañana abre el órgano.