­«Es mi herramienta de trabajo, sin él no puedo moverme aunque para ir al centro de la ciudad voy en autobús o andando, incluso». Esa es la explicación que da Salvador Cobos cuando se le pregunta por qué conduce. A sus 85 años hay quien pensaría que ya quizá sea el momento de dejar el volante a un lado, sin embargo, la energía y viveza que desprende este malagueño de Gamarra hace ver que todavía le quedan viajes en la carretera para largo.

No existe ley alguna en España que limite la edad de conducción y Salvador es un claro ejemplo deque si todo funciona como debe, ¿por qué no hacerlo? Sus viajes ya son más limitados pero si le surge, él no tiene reparo alguno en montarse y conducir. El trayecto que no falla cada semana es el de los sábados por la mañana desde Gamarra hasta el Puerto de la Torre. Allí vive su hija y pasa el fin de semana en familia. El domingo al caer la tarde toca regresar a casa y descansar para afrontar una nueva semana. «No puedo parar de hacer cosas, entonces es cuando me muero», detalla con picardía.

Aun así, el transporte público forma parte de su vida y todas las tardes baja, a eso de las seis, al Ateneo, en la céntrica plaza de la Constitución. Visita a los amigos y disfruta de un rato de charla. Si hace bueno y tiene ganas, baja hasta andando. Cuando llega a casa, le gusta pintar y en su círculo se le conoce como el «Velázquez malagueño».

Mientras tanto, su Opel Corsa automático está aparcado, esperando a que su dueño vuelva a cogerlo como muy tarde el fin de semana.

El año que viene le toca pasar el reconocimiento médico para ver si está en condiciones para seguir en la carretera y su respuesta es clara: «Lo más probable es que me lo vuelvan a dar». Con ese optimismo, no caben dudas.

Salvador es uno de los miles de conductores que superan la barrera de los 65 años y continúan circulando por las carreteras de la provincia. La población es cada vez más longeva y los conductores son mayores que hace algunos años.

La sensación de libertad y autonomía propia, sumado con la necesidad de moverse por la carretera para ir a comprar o desplazarse por cualquier otro asunto se han convertido en los principales motivos que abanderan los mayores para ponerse al volante.

Los datos facilitados por la Dirección General de Tráfico muestran una clara tendencia de que cada vez hay más mayores en la carretera. Si se comparan las cifras de 2008 con las últimas registradas, las del ejercicio pasado, se puede observar que todos los colectivos han aumentado.

Si en 2008 había más de 21.000 conductores en la franja que comprende de los 60 a los 64 años de edad, en 2014 ascendía a más de 26.000. A partir de los 65 hay un descenso y desde esa edad hasta los 69, más de 11.000 personas tenían el carné tipo B vigente, mientras que el año pasado ya rondaba las 20.000.

Entre el colectivo de 70 a 74 años eran más de 6.000 conductores en 2008, una cifra que se superó en más de 4.000 personas durante el año pasado. El último grupo que tiene censado Tráfico es del de más de 74 años. Cerca de 5.000 conductores en las carreteras durante 2008, y algo más de 8.000 mayores el año pasado. En total, unas 65.000 personas con más de 60 años tenían la documentación vigente para conducir en Málaga en 2014, un 30 por ciento más que hace seis años.

Reconocimiento médico

Tráfico no limita la edad de conducción pero sí obliga a pasar con mayor frecuencia el reconocimiento médico que acredita si una persona es óptima o no para enfrentarse a la carretera.

Desde el Centro Médico de Conductores El Palo, ubicado en la avenida Juan Sebastián El Cano, aseguran que a partir de los 60 años el reconocimiento tiene una vigencia máxima de un lustro.

Las pruebas que se hacen in situ son las mismas que a cualquier otro conductor, sin importar la edad. A través de las pruebas se observa la coordinación de la vista y las manos, la anticipación, el oido y la tensión. También se pregunta por si hubiera alguna enfermedad y otras cuestiones habituales que detalla el protocolo de actuación. Sin embargo, cuando entra en la consulta una persona que atraviesa ya su etapa dorada se profundiza un poco más para conocer si sufre algún tipo de enfermedad física o psíquica, o si tiene alguna medicación recetada.

En caso de existir alguna enfermedad, su obligación es pedir que traiga un informe del especialista que acredite que está capacitado para conducir. A partir de ese momento el centro valora, según el criterio que dictamina la normativa vigente, si le dan el carné entre uno y cinco años. El periodo ya dependerá de las circunstancias de cada uno.

«Hoy mismo han pasado dos personas, una de 85 y otra de 81 años, y se lo hemos dado por tres y dos años, respectivamente», explica Margarita Gatell, la psicóloga del centro.

Un informe psiquiátrico, la operación de cataratas, la apnea del sueño o algunas cuestiones relacionados con la movilidad física pueden reducir el periodo de vigencia del reconocimiento e incluso, si el centro lo cree necesario, lo puede interrumpir. En caso de ser así, el centro al que ha acudido la persona es el único que puede levantarlo. No existe trampa alguna posible para acudir a otro establecimiento y probar suerte.

«La experiencia me hace ver que muchos mayores no quieren quedarse sin el carné para poder ir al supermercado o a misa», detalla la psicóloga, aunque, a su juicio, la edad para conducir debería estar limitada. «La persona puede tener un buen estado de salud pero los reflejos ya no son los mismos. No sé a qué edad exacta lo limitaría pero a los 80 años me parece ya una edad a la que no se debe conducir», señala.

Aun así, ella misma reconoce que los hábitos de vida han variado y llevar una buena alimentación acompañado de la práctica de ejercicio son algunos factores que propician que una persona con más de 60 años se encuentre todavía con fuerza y ganas de tener una vida activa. La edad para dejar de conducir hasta el momento no tiene barrera legal alguna a la que enfrentarse.