­­­Convencido de la importancia de un pacto por la infancia, pide un aumento en la inversión y en la implicación social, pues asegura que los niños no son el futuro, sino el presente. «Mañana serán adultos que puedan tener desafección social», afirma desde su tarima de Unicef y bajo la experiencia de la docencia.

Andalucía es la tercera comunidad autónoma con mayor tasa de riesgo de pobreza o exclusión social infantil. ¿A qué se debe?

Los datos por una parte se entienden dentro del marco general de la situación global de la comunidad respecto a otras de España. El paro, la falta de ingresos... son elementos que en los que nos centramos para el análisis en los que es difícil salir bien parados. Tiene qué ver con la situación global de la situación andaluza, la crisis está ahí.

La pobreza infantil está íntimamente relacionada con el desempleo. ¿Cree que es la principal pata sobre la que trabajar?

La tasa arope de índice de pobreza dice que el 51,1% de los menores andaluces están afectados en los indicadores de empleo, productividad y cohesión social. Tiene tres elementos, el nivel de ingresos, que valora la cantidad que entra en un hogar, la carencia de material severa, que es la más preocupante -tipo de comida, si puede hacer frente a gastos imprevistos, si puede cubrir los gastos de hipoteca o alquiler, si vive en las condiciones térmicas adecuadas, si tiene televisión...-. Si un menor no cumple cuatro de los nueve también forma parte de ese 51,1%, y la baja intensidad de trabajo. Si uno de estos menores están en un 20% del potencial de trabajo incluidas las ayudas mínimas, también hablamos de la baja intensidad. Cuando se suman todas aflora el dato de ese 51,1%, es decir, que más de 800.000 niños pueden estar sufriendo alguna de estas.

¿Qué le pediría al nuevo Gobierno andaluz?

Lo que le pedimos a la sociedad andaluza en general: compromiso. Un pacto por la infancia y su compromiso. Desde 2010 hay un pacto político firmado por las fuerzas parlamentarias y el PA, por eso ahora pedimos que se cumpla. Sabemos que a la gente le preocupan estos temas, pero una cosa es eso y otra que cuando se tiene una responsabilidad, se cumpla. Por eso planteamos una agenda para la acción, medidas concretas que hay que tomar para cambiar la tendencia de empeoramiento año tras año. Hemos empeorado 5,8 puntos con la tasa arope, hemos visto como 100.000 niños entraban al riesgo de pobreza en un año. Queremos un espacio común en el que la infancia encuentre su lugar y su blindaje, como para los mayores con el Pacto de Toledo. Es necesario un segundo plan integral de atención a la infancia y la adolescencia.

¿Cree que el cambio político que atravesamos, con la llegada de plataformas sociales al poder, va a beneficiar que se creen planes de infancia?

Si somos capaces de buscar esos espacios comunes, sí. Si somos capaces de buscar la grandeza y nos ponemos de acuerdo la pluralidad siempre es positiva y el problema es cuando se manifiesta de manera intolerante o como rechazo visceral. Confío en que si se llega a esos espacios comunes sí ayudarán, esa participación conlleva un mayor compromiso de la sociedad con la política.

Denuncian que la falta de políticas de protección social ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la infancia. También han denunciado una bajada de la inversión en los últimos años en materias de infancia.

Ha habido una reducción que está clara, pero hemos detectado que la bajada global es de un 7%, pero con algo positivo, en políticas sociales es de un 5%, porcentualmente hemos ganado un 2%. Hemos visto cierta sensibilidad. Hay un dato que habla por sí solo: Europa destina un 2,2% de su PIB a la infancia. En España la mitad, el 1,1. No tiene nada que ver con la situación económica porque Irlanda fue intervenida y le dedica un 2,4%, por encima de la media. El dinero no es que sea importante, es que es imprescindible, es la piedra de toque, si no invertimos presupuestariamente en infancia no podemos esperar que se arregle como un milagro raro. En los años de bonanza la inversión en infancia era pésima y las tasas seguían por debajo, como ahora. Ya eran alarmantes entonces, esto no es una cuestión solo de crisis, es una cuestión de voluntad y de prioridad.

¿Qué medidas de «emergencia» proponen?

Proponemos que exista una inversión articulada dentro de un plan integral que pueda permitir un seguimiento, qué está pasando con esas partidas para cambiar esos indicadores y evaluar si lo que se ha invertido ha sido positivo o no. Estamos pidiendo inversiones que se hagan en un plan integral, conocer con transparencia la cantidad, hacer un seguimiento y evaluar el impacto en la vida de los menores.

Cuando hablamos de inmigrantes, en especial de extracomunitarios, su informe evidencia que se triplica el riesgo de exclusión. ¿Cuáles son los principales problemas del colectivo?

Cuando llegan aquí se incluyen dentro de sectores más marginales, ocupan puestos de trabajo en aquellos sectores donde se requiere de menos cualificación, a lo que se añade que están sometidos al desarraigo de vivir en otra cultura. Cuando hablamos de que estos menores están en riesgo lo hacemos porque el trabajo y los niveles económicos están dentro de esta marginalidad.

¿El impacto de vivir en una situación de pobreza en los primeros años de vida puede condicionar el desarrollo futuro de estos niños?

Un menor que vive una situación de estrés porque no llega dinero a su casa, para pagar el alquiler, tener un coche o una televisión, la imagen que tiene es que la sociedad le está excluyendo o separando del resto. Esa discriminación y esa desigualdad que se vive, los psicólogos plantean que antes o después genera una situación de desafección social. Creen que la sociedad no va a atender sus necesidades y que no le debe nada porque no le ha atendido. Un niño que no tenga las condiciones adecuadas en el presente puede ser un mayor excluido.