La paradoja es que para la construcción de la residencia militar Castañón de Mena, incluidos los bancales para la reforestación de la parte norte, se destruyeron muros y tumbas del yacimiento, pero el doble vallado del recinto militar, aunque no es perfecto, ha servido para preserva esa zona en buena parte. En todo caso, un enorme agujero en la primera verja hace posible que cualquier pueda entrar. De hecho, a finales de los 90, Juan Manuel Muñoz Gambero vio en la zona a alguien salir corriendo. Cuando se acercó observó que había estado excavando de forma furtiva y sacado a la luz el cuello de un ánfora púnica con siete sellos y dos pesas de telar. «Al final dedujimos que era una tumba», señala y explica que este material lo tiene hoy el Museo Arqueológico.

En los terrenos de Castañón de Mena se aprecian importantes tumbas funerarias en las que se depositaban las cenizas del difunto. En una de ellas, pegada al segundo recinto vallado, sobresale de un túmulo una enorme piedra tallada y a pocos metros descansa una hermosa piedra estucada en la que se aprecia una falsa columna y que, como lamenta el arqueólogo, «cada vez está peor». «Esto es una tumba monumental pero se va degradando poco a poco, sabe Dios lo que hay dentro pero todavía está intacta». Muñoz Gambero lamenta y ve inexplicable que en toda la historia de la Junta nunca haya autorizado la continuación de las excavaciones en el Cerro de la Tortuga que cesaron en 1968, hace 47 años. «Lo ideal sería hacer algún tipo de excavaciones periódicas, con una escuela taller», propone. Vándalos y expoliadores son los únicos que trabajan sin pegas en este BIC.