Olor a pólvora, densas columnas de humo, órdenes que se gritan entre el ensordecedor ruido de los disparos, cañonazos y cargas de caballería. Los pesados movimientos campo a través de un campo de trigo con bota claveteadas y manteniendo la formación pese al aparente caos de la batalla.

Estas experiencias de un soldado de la época napoleónica fueron vividas en primera persona por cuatro malagueños que participaron en la mayor recreación histórica de una batalla celebrada en Europa, con más de 6.000 participantes de 52 países para rememorar la batalla de Waterloo el pasado fin de semana, que puso fin a los intentos de Napoleón por conquistar Europa. El despliegue de tropas francesas y aliadas fue espectacular, incluyendo 300 caballos y 120 cañones.

Jon Valera, presidente de la Asociación Reding, fue uno de los cuatro malagueños que pudieron participar en esta recreación. Le acompañaron Ángel Ruiz, Miguel Ángel Quero y Rafael Cordón. Todos acudían para integrarse en el bando francés. En concreto en la sección tercera del regimiento 51, que se encargó de realizar el fallido asalto a la granja de Hougoumont, defendido tenazmente por tropas británicas.

Valera recuerda que todos, salvo Rafael Cordón, con el grado de sargento, acudían como soldados de línea franceses con una recreación exacta del uniforme de la época, tal y como exigía la organización. Esta invitación no fue sencilla, ya que sólo se admitían a grupos de recreación histórica muy rigurosos. Ellos contaban a su favor el trabajo hecho desde hace diez años con la Asociación Reding, recuperando los uniformes del regimiento suizo del general Teodoro Reding, que fue gobernador de Málaga; y del regimiento francés número 58, que ocupó Málaga desde 1810 a 1812 y cuyos uniformes apenas cambiaban respecto a los usados en Waterloo.

No es la primera vez en que estos malagueños participan en una recreación histórica. Estuvieron en Bailén y Austerlitz, aunque ninguna ha tenido la dimensión de la vivida el pasado fin de semana. Desde el viernes hasta el domingo, los participantes han vivido como soldados de la época, en tiendas que imitan a las usadas por los soldados napoleónicos y acudiendo a las maniobras como un militar más.

Valera explica que la invitación empezaron a solicitarla hace más de un año y les ha permitido vivir una experiencia única y que les ha servido también para aprender mucho sobre las recreación históricas. «No sabemos cuándo se va a repetir una recreación de esa magnitud y por eso queríamos estar ahí», subraya este joven malagueño, quien reconoce que querían ir más «pero por motivos personales al final sólo fuimos cuatro».

El resultado de la batalla era conocido desde el principio. De hecho los cuatro malagueños «cayeron en acción» durante el ataque a Hougoumont, aunque no antes de sufrir la carga de la caballería británica.

El viaje también les sirvió para hacer un pequeño homenaje al general Álava -mano derecha de Wellington en la batalla- y a su ayudante, el capitán Nicolás de Miniussir, que sería cuñado del general Torrijos.

Valera relata también el peculiar viaje a Bélgica, que hizo vestido de época, ya que iba con el tiempo ajustado. Eso sí, tuvo que pasar varias veces por el escáner de metales, que no paraba de sonar. Además de los malabares para caminar con botas claveteadas por los pulidos suelos de las terminales. Los uniformes napoleónicos no están preparados para los aeropuertos.