Los plenos empiezan siempre con retraso. No es una obligación legal, ni se recoge en el reglamento interno del Ayuntamiento. Es una afirmación que surge de la experiencia. Ninguno cumple con el horario estipulado. Da igual que casi la mitad de los concejales sean nuevos o los propósitos que se hagan para el nuevo mandato. Esta ley no escrita ni dictada se cumple. Ayer fueron 50 minutos de retraso. Las declaraciones de los portavoces de los grupos municipales -ahora son cinco y eso multiplica el tiempo consumido- y la celebración de la Junta General de empresas y organismos municipales hicieron saltar por los aires cualquier previsión.

El pleno de ayer era una convocatoria extraordinaria que, en otras ocasiones, se celebra en apenas 10 minutos. Ayer duró alrededor de una hora y sirvió para la puesta en escena de lo que parece que será la tónica de estos cuatro años: la oposición repartiendo estopa a diestro y siniestro. Ayer, incluso, con el PSOE e IU desatados y superando por la izquierda a Málaga Ahora, más comedida en sus intervenciones de lo que invitaba a pensar el duro discurso de investidura que se marcó su portavoz, Ysabel Torralbo.

El hecho que encendió la mecha fue la crítica al equipo de gobierno por no nombrar a funcionarios para el cargo de directores generales. El debate fue agrio y con acusaciones veladas de sortear la ley. El equipo de gobierno no se quedó atrás y Mario Cortés aplicó aquello de que «la mejor defensa es un buen ataque» y elevó el tono de la bronca política.

El portavoz de Ciudadanos, Juan Cassá, intervino poco y en un tono que buscaba distanciarse del debate y autoerigirse en el gran renovador de la vida política municipal. Incluso se permitió el lujo de atacar al resto de partidos por no haber sido capaces de cambiar nada en los últimos veinte años. Justo en los que han estados condenados a la oposición ante una mayoría absoluta del PP que apenas le permitía meter baza.

El secretario del Ayuntamiento, Venancio Gutiérrez, fue el encargado de dar la interpretación legal que cerró el debate, avalando la situación de los directores generales que no habían cesado y no eran funcionarios. Su explicación fue detallista y completa. No perdió puntada una alumna suya que estaba entre el público.

Pese a que el pleno era muy específico para abordar la organización interna del Ayuntamiento, también hubo público. Sólo hubo una salida de tono, cuando una mujer del público increpó: «Muy bonito chupar de los malagueños». El aviso de un policía local calmó a la mujer, que siguió tranquilamente el pleno tras un «me callo ya».

La inexperiencia de los nuevos concejales se dejó entrever en algunos momentos. Sobre todo en el turno de palabra, que empieza por el grupo con menor representación (IU) y termina con el PP. En este caso, Juan Cassá e Ysabel Torralbo se pisaron en dos ocasiones. El portavoz de Ciudadanos renunció a su primera intervención en dos puntos pero pidió la segunda intervención. Torralbo empezó a hablar en ambos casos antes que Cassá, teniendo que callarse y esperar a que terminase el representantes de C´s.

Por cierto que Juan Cassá se siente cómodo en el pleno. Muy cómodo. En vez de salir del salón por la puerta que da al pasillo, lo hizo a través de las dependencias de Alcaldía, que suelen ser utilizadas por el alcalde y los miembros del equipo de gobierno. Parece que el pacto con el PP le ha dado un estatus que está dispuesto a utilizar.