La democracia es necesaria siempre. Las elecciones también. Pero hay situaciones en las que no tienen sentido. Momentos en los que no hace falta volver a decidir y acabar enfrentando. Y en la Agrupación de Cofradías sobran a día de hoy.

La amalgama de comicios electorales en las hermandades roza lo ridículo. Webs de campaña, reportajes fotográficos y dinero gastado en imprentas para intentar convencer a no se sabe quién para no se sabe qué. Pero bueno, al fin y al cabo el peñismo más puro revoletea en este tipo de asuntos y hay a quien le gusta ser el rey león de su cofradía y lo intenta hasta haciendo trampas.

Pero la Agrupación es distinta. Aquí se debaten otros asuntos y haciendo un balance de los tres años de Eduardo Pastor, huelga decir que no es necesario un cambio. No hay motivos relevantes, ni suficientes ni de peso para rememorar elecciones reñidas. No estamos ante un caos agrupacionista que haga necesario boicotear el segundo mandato de cortesía a quien, con sus fallos, ostenta la confianza de la mayoría. La Agrupación no se merece llamadas a todas horas para convencer a los delegados. Ni los dimes y diretes. Ni las mentiras. Ni los bochornos. No tiene sentido observar al recién llegado a la mesa dando la espalda a quien le puso el plato. Todo esto es absurdo. Desde las fotos de equipo hasta los abrazos hacia aquellos con los que jamás compartirías mesa y mantel si no fuera porque meterá un sobre en la urna.

¿A dónde nos lleva esta situación innecesaria? A sospechar que hay algo más. Que no tiene sentido llegar con botes de pintura y rulos si las paredes están recién pintadas. Hay tiempo de sobra para ser pintor. Y se le espera encantado porque es por seguro que el resultado no será malo. Pero quizás no era el momento. Estoy convencido que desde el asiento y la premura se hubiera reservado sitio para dentro de tres o cuatro años. Y no se entiende luchar por el trono de los tronos si no es con motivos potentes. Y de eso, aparentemente hay poco. Ojalá la Agrupación no pierda mucho con estos follones. Las prisas son malas compañeras. Qué dudy cabe.